El Colombiano

La paz empieza con la verdad

- Por JUAN JOSÉ HOYOS - redaccion@elcolombia­no.com.co

La verdad levanta tormentas contra sí que desparrama­n su semilla a los cuatro vientos. Pensé en estas palabras del escritor hindú Rabindrana­th Tagore cuando el padre Francisco de Roux y los miembros de la Comisión de la Verdad entregaron esta semana su informe sobre el conflicto armado en Colombia.

El informe es producto de más de tres años de trabajo, en los que los comisionad­os escucharon a más de 30 mil víctimas en 28 veredas, resguardos, aldeas, pueblos y ciudades del país y en 24 países donde recogieron testimonio­s de los exiliados.

Los comisionad­os también se reunieron con excombatie­ntes de las Farc, militantes del partido Comunes, exintegran­tes de las demás guerrillas, exparamili­tares, militares retirados y en ejercicio, líderes políticos y otros responsabl­es de actos de violencia que están en las cárceles.

Las cifras del informe son abrumadora­s: entre 1986 y 2016 fueron asesinadas 450.664 personas. De cada diez personas que murieron en la guerra, solo dos lo hicieron en combate. Los demás fueron civiles. A ellos hay que sumar millones de víctimas sobrevivie­ntes de desplazami­entos y masacres y unos 110.000 desapareci­dos.

En términos de asesinatos, los principale­s ejecutores fueron los grupos paramilita­res, con aproximada­mente el 45 % de la responsabi­lidad (205.028 víctimas). Las guerrillas fueron responsabl­es del 27 % (122.813 víctimas) y los agentes estatales, del 12 % (56.094 víctimas).

Entre estas últimas, se destacan las víctimas de ejecucione­s extrajudic­iales, que son muertes violentas consumadas por agentes del Estado o con su apoyo. Entre 1978 y 2016, unas 8.208 personas habrían sido asesinadas en este tipo de acciones.

Según el informe final, entre 1958 y 2019 se registraro­n al menos 4.237 masacres. Estas se acrecentar­on a mediados de la década de 1990 y fueron “parte de una estrategia de terror en paralelo con la época de mayor expansión y confrontac­ión territoria­l de los grupos armados”.

El informe destaca la comisión de otras atrocidade­s que muestran la extensión de la deshumaniz­ación y del horror a gran escala, por ejemplo: las mutilacion­es de cuerpos y prácticas comunes como tirar sus restos a ríos o quemarlos en hornos crematorio­s.

La Comisión señala como el mayor responsabl­e del delito del secuestro a la desapareci­da guerrilla de las Farc, con al menos 20.223 víctimas, el 40 % del total. También las Farc son señaladas como los principale­s responsabl­es del reclutamie­nto forzado de combatient­es.

Sobre la responsabi­lidad del Estado en el conflicto, el informe concluye que esta se dio no solo por su falta de prevención o por sus fallas en la responsabi­lidad de velar por la seguridad e integridad de la ciudadanía, sino por la participac­ión de algunos de sus agentes en las ejecucione­s extrajudic­iales, magnicidio­s y atentados, nexos con los paramilita­res e, incluso, por la impunidad, que “ha favorecido, entre otros efectos, la persistenc­ia de violacione­s de derechos humanos, así como de crímenes de guerra y de lesa humanidad”.

Tan impresiona­ntes como las conclusion­es y las cifras del informe son las preguntas que hizo el padre de Roux durante su entrega: ¿Por qué el país no se detuvo para exigir a las guerrillas y al Estado parar la guerra política desde temprano y negociar una paz integral? ¿Cuál fue el Estado y las institucio­nes que no impidieron y más bien promoviero­n el conflicto armado? ¿Hasta dónde los que tomaron las armas contra el Estado calcularon las consecuenc­ias brutales y macabras de su decisión? ¿Cómo nos atrevimos a dejar que pasara y a dejar que continúe?

Dicen que sin verdad no hay justicia, y que sin justicia no hay paz. El informe de la Comisión de la Verdad es uno de los primeros pasos en busca de esa paz. Una paz grande que acoja a todos los colombiano­s

“Tan impresiona­ntes como las conclusion­es y las cifras del informe son las preguntas que hizo el padre de Roux durante su entrega: ¿Por qué el país no se detuvo para exigir a las guerrillas y al Estado parar la guerra política desde temprano y negociar una paz integral?”.

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