La paz empieza con la verdad
La verdad levanta tormentas contra sí que desparraman su semilla a los cuatro vientos. Pensé en estas palabras del escritor hindú Rabindranath Tagore cuando el padre Francisco de Roux y los miembros de la Comisión de la Verdad entregaron esta semana su informe sobre el conflicto armado en Colombia.
El informe es producto de más de tres años de trabajo, en los que los comisionados escucharon a más de 30 mil víctimas en 28 veredas, resguardos, aldeas, pueblos y ciudades del país y en 24 países donde recogieron testimonios de los exiliados.
Los comisionados también se reunieron con excombatientes de las Farc, militantes del partido Comunes, exintegrantes de las demás guerrillas, exparamilitares, militares retirados y en ejercicio, líderes políticos y otros responsables de actos de violencia que están en las cárceles.
Las cifras del informe son abrumadoras: entre 1986 y 2016 fueron asesinadas 450.664 personas. De cada diez personas que murieron en la guerra, solo dos lo hicieron en combate. Los demás fueron civiles. A ellos hay que sumar millones de víctimas sobrevivientes de desplazamientos y masacres y unos 110.000 desaparecidos.
En términos de asesinatos, los principales ejecutores fueron los grupos paramilitares, con aproximadamente el 45 % de la responsabilidad (205.028 víctimas). Las guerrillas fueron responsables del 27 % (122.813 víctimas) y los agentes estatales, del 12 % (56.094 víctimas).
Entre estas últimas, se destacan las víctimas de ejecuciones extrajudiciales, que son muertes violentas consumadas por agentes del Estado o con su apoyo. Entre 1978 y 2016, unas 8.208 personas habrían sido asesinadas en este tipo de acciones.
Según el informe final, entre 1958 y 2019 se registraron al menos 4.237 masacres. Estas se acrecentaron a mediados de la década de 1990 y fueron “parte de una estrategia de terror en paralelo con la época de mayor expansión y confrontación territorial de los grupos armados”.
El informe destaca la comisión de otras atrocidades que muestran la extensión de la deshumanización y del horror a gran escala, por ejemplo: las mutilaciones de cuerpos y prácticas comunes como tirar sus restos a ríos o quemarlos en hornos crematorios.
La Comisión señala como el mayor responsable del delito del secuestro a la desaparecida guerrilla de las Farc, con al menos 20.223 víctimas, el 40 % del total. También las Farc son señaladas como los principales responsables del reclutamiento forzado de combatientes.
Sobre la responsabilidad del Estado en el conflicto, el informe concluye que esta se dio no solo por su falta de prevención o por sus fallas en la responsabilidad de velar por la seguridad e integridad de la ciudadanía, sino por la participación de algunos de sus agentes en las ejecuciones extrajudiciales, magnicidios y atentados, nexos con los paramilitares e, incluso, por la impunidad, que “ha favorecido, entre otros efectos, la persistencia de violaciones de derechos humanos, así como de crímenes de guerra y de lesa humanidad”.
Tan impresionantes como las conclusiones y las cifras del informe son las preguntas que hizo el padre de Roux durante su entrega: ¿Por qué el país no se detuvo para exigir a las guerrillas y al Estado parar la guerra política desde temprano y negociar una paz integral? ¿Cuál fue el Estado y las instituciones que no impidieron y más bien promovieron el conflicto armado? ¿Hasta dónde los que tomaron las armas contra el Estado calcularon las consecuencias brutales y macabras de su decisión? ¿Cómo nos atrevimos a dejar que pasara y a dejar que continúe?
Dicen que sin verdad no hay justicia, y que sin justicia no hay paz. El informe de la Comisión de la Verdad es uno de los primeros pasos en busca de esa paz. Una paz grande que acoja a todos los colombianos
“Tan impresionantes como las conclusiones y las cifras del informe son las preguntas que hizo el padre de Roux durante su entrega: ¿Por qué el país no se detuvo para exigir a las guerrillas y al Estado parar la guerra política desde temprano y negociar una paz integral?”.