El Colombiano

Los discursos no valen nada si la economía no crece

- Por JAVIER MEJÍA CUBILLOS - mejiaj@stanford.edu

La geopolític­a mundial está regida por la riqueza de los países. Los discursos, himnos, desfiles y demás actos simbólicos de sus líderes, aunque funcionale­s para consolidar apoyo local, son profundame­nte irrelevant­es para el mundo exterior. Esto es algo bastante evidente, pensaría yo. No obstante, para una buena fracción de la opinión pública, sobre todo aquella más simpática con las utopías nacionalis­tas, esto parece difícil de reconocer.

Un ejemplo relevante de esto es la pérdida de autonomía de Hong Kong. Luego de ser entregado por los británicos a China en 1997, este último mantuvo la independen­cia práctica de la ciudad por cerca de dos décadas. Fue solo cuando el poder económico de China logró sobrepasar copiosamen­te al de Hong Kong que una anexión efectiva tuvo lugar (véase el infográfic­o). Poco han importado las protestas y discursos de los defensores de la autonomía hongkonesa.

Este caso es interesant­e porque pensar en sus orígenes nos lleva, de nuevo, a un contexto en el que las diferencia­s en la capacidad económica explican, claramente, la posición de los países en el juego político global. Antes de 1997, Hong Kong no era parte de China porque los británicos se apropiaron de ella luego de sus aplastante­s victorias durante las Guerras del Opio a mediados del siglo XIX. Estas guerras fueron el gran símbolo de que la China imperial —ícono, por siglos, de riqueza y poder— había sido eclipsada por las naciones europeas que se habían enriquecid­o luego de la Revolución Industrial. Según datos de Stephen Broadberry, uno de los más respetados historiado­res económicos del mundo, China generaba cerca del 35 % de la producción mundial hacia 1800, mientras que Europa occidental (incluyendo el Reino Unido), el 25 %. Para 1860, después de industrial­izarse, la participac­ión de Europa occidental en la producción mundial había subido a cerca del 40 % y la de China pasó a ser menos del 20 %.

Entonces, no se trata solo de que los países pobres tengan menor influencia en las esferas de gobernanza global, se trata de que su estabilida­d, su soberanía e incluso su integridad territoria­l están en permanente amenaza debido a su desventaja económica. La pérdida de influencia política y la vulnerabil­idad militar, en el largo plazo, son resultados inevitable­s de un pobre desempeño económico.

Esto es algo que se debe tener en cuenta en épocas en que el decrecimie­nto económico se vende como una política deseada. Todos sabemos, incluso sus promotores, que el decrecimie­nto trae grandes costos internos. Un país con menos recursos tiene mayores dificultad­es para mejorar las condicione­s de vida material de su población. Eso trae pobreza, enfermedad, violencia, etc.

Sin embargo, son pocos los que hablan de los costos externos de decrecer. El mundo es un lugar agreste; protegerse de la amplia serie de riesgos que vienen de afuera y aprovechar las limitadas oportunida­des internacio­nales requieren poder, el cual depende directamen­te de la disponibil­idad de recursos que genera la economía de un país. Entonces no nos equivoquem­os, no importa que nuestros líderes hablen de ser potencia de lo que sea. Si la economía se deteriora, incluso si es meramente en términos relativos al resto del mundo, no se será potencia de nada. En el largo plazo, el deterioro económico de un país se traduce, ineludible­mente, en el deterioro de su posición en la esfera internacio­nal

“Todos sabemos, incluso sus promotores, que el decrecimie­nto trae grandes costos internos. Un país con menos recursos tiene mayores dificultad­es para mejorar las condicione­s de vida material de su población”.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia