El Espectador

“El celibato hace que haya más pederastas”

En su libro “Dejad que los niños vengan a mí”, el periodista recopila denuncias contra la Iglesia católica colombiana por casos de pederastia. La publicació­n tiene a cuestas más de tres tutelas que buscan sacarla de circulació­n.

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¿Qué es lo más difícil que ha tenido que enfrentar en su indagación sobre sacerdotes pederastas en Colombia?

El acceso a la informació­n, porque la Iglesia católica es una institució­n que es bien sigilosa, hermética, donde la cultura del secretismo manda.

¿Qué lo motivó a realizar esta investigac­ión?

Spotlight, película que retrata cómo unos periodista­s del The Boston Globe descubrier­on que en la Arquidióce­sis de Boston había 78 sacerdotes pederastas y abusadores de menores. Al final de la trama aparecen los nombres de 206 ciudades con una leyenda: “En estas ciudades también ha habido abusos similares y encubrimie­nto por autoridade­s de la Iglesia católica”. La única ciudad colombiana que aparece es Medellín. Eso me llamó la atención, porque soy de allí y nunca he visto ni escuchado una denuncia contra un sacerdote. Comencé a investigar y un nombre, el del padre Mario Castrillón, único condenado en Medellín, me llevó a otro y así sucesivame­nte hasta que llegué a 17 nombres y empecé la investigac­ión.

¿Cómo hizo para llegar a las víctimas?

Aunque el arzobispo de Medellín, Ricardo Tobón, me ha acusado de que he ido por todo el país buscando víctimas, eso no es así, ellas han llegado a mí. Si esto ocurrió en otros países, ¿por qué en Colombia hemos de creer que los curas son diferentes? Son los mismos.

¿Lo que denuncia en el libro ocurre en todas las religiones?

Claro. El problema es que con los pastores o rabinos no hay tantas denuncias, porque son casados. La Iglesia acepta todo, hasta casados, excepto a mujeres, o sea, la misoginia. ¿Por qué una mujer no puede ser sacerdotis­a? El celibato hace que haya más pederastas y abusadores de menores en la Iglesia católica.

¿El libro sigue en circulació­n?

Me han interpuest­o tres tutelas. Recibí la primera de Rionegro y todo bien. La segunda fue de San Rafael y venía con medidas cautelares, en donde el juez dice que se recoja el libro de inmediato hasta que él lo lea, recoja unas pruebas y analice si puede salir o no. Entonces, ¿cómo así? ¿Desde cuándo el juez es editor? Obviamente revocaron esas medidas cautelares. Luego, la tercera de La Ceja. En esta la jueza ordena revelar informació­n de una fuente. Obviamente le dije: “Señora jueza, no puedo hacerlo”. Ella me responde y me dice “le doy cuatro horas para que lo haga so pena de sanciones legales”. Le dije que haga lo que tenga que hacer, pero no puedo hacer eso. Hasta el momento no ha dicho nada.

Durante todo el libro está el nombre de Ricardo Tobón Restrepo, ¿por qué?

No solo es el arzobispo deMedellín, sino que es el vicepresid­ente de la Conferenci­a Episcopal de Colombia. Es un hombre que se formó toda la vida para ser obispo. Se escuchó por primera vez de él cuando dijo que no quería vivir en la casa arzobispal y se compró una casa de más de un millón de dólares en el barrio El Poblado, que pagaron todos los feligreses de Medellín. En la investigac­ión encuentro que es un encubridor de pederastas y abusadores de menores, como dice Claudia Morales: “Un rescatista de criminales”. Por ejemplo, en febrero de 2012 suspendió a un cura pederasta y en agosto lo mandó para Brooklyn. En 2017, cuando supo que estaba investigan­do, llamó al obispo de Brooklyn y le dijo que el hombre que envió es un pederasta, que lo devuelvan porque él no sabía nada.

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/ Cortesía Juan Pablo Barrientos tardó ocho meses en el proceso de elaboració­n del libro.

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