El Espectador

Las fallas que tumbaron al ministro

Su legado en el Ministerio de Defensa incluye declaracio­nes salidas de tono, versiones contradict­orias en casos tan delicados como el asesinato del exguerrill­ero Dimar Torres y los cuestionam­ientos por un bombardeo en que murieron ocho menores de edad.

- JOSÉ DAVID ESCOBAR MORENO jescobar@elespectad­or.com @JoseDEM18

El paso de Guillermo

Botero por el Ministerio de Defensa incluyó declaracio­nes salidas de tono y versiones contradict­orias en casos como el asesinato del exguerrill­ero Dimar Torres. Terminó con un debate de moción de censura y cuestionam­ientos por un bombardeo en el que murieron ocho menores de edad.

La renuncia del ministro de Defensa, Guillermo Botero, se convierte en la segunda vez que el Gobierno Duque tiene que sacrificar a un miembro de su gabinete que se queda sin margen de maniobra política. Gloria María Borrero fue la primera. Dejó el Ministerio de Justicia en mayo pasado, tras una lluvia de críticas por fallas como el extravío de una carta en el proceso de extradició­n de Jesús Santrich y su falta de entendimie­nto con el Congreso. Esta semana, a Botero también se le agotó el oxígeno político. La estocada final fue la revelación del senador Roy Barreras el pasado 5 de noviembre, durante un debate de moción de censura contra Botero, de que ocho menores de edad murieron durante un bombardeo del Ejército a alias Gildardo Cucho, en agosto pasado.

Para el exministro de Defensa, 2019 fue un año marcado por las crisis. El manejo que les dio a ciertas situacione­s —como el orden público en Cauca—, sus declaracio­nes ante los medios de comunicaci­ón en graves momentos de seguridad para el país y las revelacion­es periodísti­cas sobre corrupción en el Ejército, entre otras situacione­s, terminaron poniendo a Botero en el ojo del huracán. El paso al costado que dio esta semana ocurrió antes de que el Senado, como lo señalaron la mayoría de los partidos que no hacen parte de la bancada del Gobierno, lo convirtier­an en el primer ministro de la historia de Colombia en salir de su cargo por una moción de censura.

Botero llegó al Ministerio junto al presidente Iván Duque en agosto pasado, luego de haber sido el presidente de la Federación Nacional deComercia­ntes (Fenalco) durante 15 años. Dos de las banderas del la administra­ción entrante en materia de seguridad, y de las queBotero fue su principal responsabl­e, son la lucha contra los grupos armados ilegales (Clan del Golfo, disidencia­s de las Farc y Eln, entre otros) y la disminució­n de los cultivos de coca. No obstante, en estos dos temas, la realidad del país terminan dejando mal parado a Botero. Los grupos criminales hacen control territoria­l y manejan las rutas de narcotráfi­co y minería ilegal en zonas como el Cauca, Putumayo, Nariño, Urabá chocoano y antioqueño, Bajo Cauca, sur de Córdoba, el Catatumbo y Arauca, han señalado la Defensoría del Pueblo y las mismas comunidade­s.

En cuanto a la lucha contra los cultivos de uso ilícito, la ONU señaló que en 2018 hubo una reducción de 2.000 hectáreas de coca. Sin embargo, este logro, en el que se pasó de 171.000 hectáreas a 169.000, lo comparte con el gobierno de Juan Manuel Santos, quien estuvo los siete primeros meses de eso año. Precisamen­te, la primera declaració­n que le granjeó críticas fue su radical defensa del glifosato, el herbicida que se usa para erradicar los cultivos de coca. Incluso, en marzo pasado, durante la audiencia pública de la Corte Constituci­onal sobre el uso de glifosato, al ministro Botero, aseguró, erróneamen­te, que la aspersión aérea era “infinitame­nte más barata” que otras técnicas de erradicaci­ón.

Boteroni siquiera se había posesionad­o en su cargo cuando ya generaba resistenci­a. En julio de 2018, durante la Cumbre Concordia Américas, propuso regular la protesta social mediante una ley estatutari­a. “En el ámbito social, respetamos la protesta social, pero también creemos que debe seruna protesta ordenada que verdaderam­ente represente los intereses de todos los colombiano­s y no solo de un pequeño grupo”, señaló el entonces entrante ministro. Tres meses después, aseguró que la protesta social era financiada por grupos armados: “Cada vez que cierran la vía Panamerica­na o ayer que me cerraron unas carreteras en Nariño, detrás de eso siempre haymafias organizada­s”, aseguró.

Ya en su cargo, durante los 27 días que duróla minga indígenaen el Cauca, entre marzo y abril de 2019, Botero afirmó que las movilizaci­ones que se daban en el surocciden­te del país estaban infiltrada­s por grupos armados. La declaració­n no cayó nada bien entre los líderes de la protesta y terminó tensando más la relación con el Gobierno. A finales de septiembre pasado, en medio de las manifestac­iones que se dieron durante el paro de transporta­dores informales, Botero volvió a insistir en que se regularan las protestas. “Los artículos de la protesta social que tenía la ley 1801 sobre convivenci­a y seguridad no están vigentes porque la Corte Constituci­onal dijo que requerían de una ley estatutari­a”, señaló.

Sin lugar a dudas, el episodio más complicado de manejar para él en su paso por la cartera de Defensa fue el asesinato de Dimar Torres, excombatie­nte de las Farc, en abril pasado. En los días siguientes al crimen, el entonces ministro dio versiones contrariad­as. Primero dijo que el cabo del Ejército que disparó en contra de Torres lo había hecho en legítima defensa. Después, aseguró que la muerte del exguerrill­ero ocurrió en un forcejeo con el uniformado por la tenencia de un arma. Sin embargo, el cabo en cuestión aceptó cargos y la Fiscalía dice que en el crimen participar­on cuatro miembros más del Ejército —incluido un coronel— y que, incluso, se creó un grupo de Whatsapp para cometer el crimen.

Luego, en mayo, tuvo que pedir disculpas por una publicació­n en la cuenta de Twitter del Ministerio en la que replicó, supuestame­nte, una declaració­n del presidente. “Los líderes sociales que están siendo asesinados por grupos armados ilegales son, en su mayoría, criminales dedicados al narcotráfi­co, por lo que se requiere enfrentar este fenómeno de manera coordinada”, decía el mensaje de la cuenta institucio­nal. Sus palabras recordaron una intervenci­ón de su predecesor, el exministro Luis

Carlos Villegas, quien señaló en diciembre de 2017 que los asesinatos de líderes sociales “son frutos de un tema de linderos, de faldas, de peleas por rentas ilícitas”.

El caso de Dimar Torres le costó a Botero un debate de moción de censura en el Congreso. En esa oportunida­d también fue cuestionad­o por la respuesta que dio ante las revelacion­es del diario norteameri­cano The New York Times de que unas directrice­s del Ejército podrían significar el regreso de los falsos positivos, ya que pedían aumentar el número de resultados sin especifica­r la forma. Inicialmen­te, Botero dijo que las directrice­s no existían, pero luego el Ministerio anunció que la Fuerza Pública retiraría las órdenes cuestionad­as. Los promotores de la moción no lograron reunir los votos necesarios para que la propuesta prosperara.

A finales de junio pasado, Botero volvió a ser blanco de críticas por la explicació­n que dio sobre la situación de orden público en Vichada durante un taller Construyen­do País en Puerto Carreño. El entonces jefe de la cartera ministeria­l aseguró que el aumento en los casos de robo se debía “mayoritari­amente” al hurto de prendas colgadas en cuerdas. “Esos hurtos de residencia son unos hurtos menores y están muy concentrad­os, increíblem­ente, en el robo de ropa que está siendo extendida en unas cuerdas para su secado y verdaderam­ente aprovechan”, dijo Botero, con lo que se ganó una abucheada.

Hacia septiembre de este año, en la recta final de las campañas electorale­s regionales, en el norte del Cauca se cometió una masacre en exministro de Defensa en Puerto Carreño. la que murieron la candidata a la Alcaldía de Suárez, Karina García, y otras cinco personas, entre ellas, su madre y una candidata al Concejo de ese mismo municipio. Casi dos meses después, la semana pasada, se perpetraro­n dos nuevas masacres en esta zona del departamen­to. Los dos asesinatos múltiples en Corinto, que dejaron nueve personas asesinadas (cinco indígenas y cuatro topógrafos), pusieron bajo serios cuestionam­ientos al Gobierno y en especial al ministro de Defensa.

La revelación hecha por el senador Roy Barreras de que al menos siete menores murieron en un bombardeo de las Fuerzas Militares —luego la Fiscalía precisó que fueron ocho— terminó por dejar

Esos hurtos de residencia (...) están muy concentrad­os en el robo de ropa que está siendo extendida en unas cuerdas para su secado”. Guillermo Botero,

contra las cuerdas a Botero. El personero de Puerto Rico (Caquetá) y una alerta temprana de la Defensoría, de enero de este año, ya habían alertado al Gobierno de que las disidencia­s de las Farc estaban reclutando menores en esta zona. Por su parte, el ministro de Defensa encargado, el general Luis Fernando Navarro, dijo ante medios de comunicaci­ón que era “muy difícil” conocer con tanto grado de detalle quiénes estaban en ese campamento de la disidencia y que las Fuerzas Militares han desvincula­do a 230 menores de los grupos armados en 2019.

El paso de Botero por el Ministerio de Defensa fue complejo y accidentad­o, tal como la realidad de orden público del país.

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/ Mauricio Alvarado - El Espectador El ministro de Defensa, Guillermo Botero, y los mandos militares durante el debate de moción de censura el pasado 5 de noviembre.
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