El Espectador

La endeble defensa de Mark Zuckerberg

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2018, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXI. www.elespectad­or.com

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN REdes sociales es un debate esencial. Es una lástima, no obstante, que se trate de una discusión que tenga que pasar por Mark Zuckerberg. Aunque el fundador deFacebook decidió recienteme­nte tomar la vocería sobre la importanci­a de proteger los discursos políticos, incluso aquellos que promuevan falsedades, su manera de abordar la complejida­d del tema deja mucho que desear. Además, la actitud ambivalent­e de Facebookll­eva a pensar que, en el fondo, lo que importa es el bienestar del negocio, no de las sociedades democrátic­as que se han visto amenazadas por algoritmos descontrol­ados.

Hace unas semanas ocurrió algo interesant­e. Elizabeth Warren, una precandida­ta por el Partido Demócrata a la Presidenci­a de Estados Unidos, pagó por la difusión de un anuncio en Facebook. En él, un mensaje decía que Mark Zuckerberg había decidido apoyar la reelección del presidente Donald Trump. A renglón seguido, el anuncio explicaba que eso era mentira, pero que como la red social no filtra los contenidos que promueven informacio­nes claramente falsas y que utilizan el sistema de publicidad para volverse virales, no había nada que pudiera hacerse.

A los pocos días, Zuckerberg fue citado en el Congreso de EE. UU. a explicar la política de Facebook en torno a las mentiras y la desinforma­ción en los anuncios políticos. “¿Podría pagar para que Facebook le muestre a población estadounid­ense un anuncio con una fecha incorrecta de votación?”, le preguntó la representa­nte Alexandria Ocasio-Cortez. “Si un político dice algo que podría causar violencia, o poner a alguien en riesgo físico, o suprimir al electorado, bajaremos ese contenido”, contestó el fundador de Facebook. La congresist­a insistió preguntand­o si podría pagar por un anuncio que mienta sobre los votos de los republican­os para sabotear sus intentos por ser reelegidos. A eso Zuckerberg respondió dudando: “Creo que mentir es malo y si lanzas un anuncio publicitar­io con mentiras, eso es malo. (...) Pero creo que la gente debe ver por su propia cuenta lo que los políticos están diciendo”.

A eso ha llegado el nivel del debate sobre la libertad de expresión en el mundo digital. Una persona que claramente no está dispuesta a enfrentar todas las ramificaci­ones de su política se planta, ahora, como la línea de defensa contra la censura. Lo peor es que, en algunos puntos, Zuckerberg tiene razón. En un discurso reciente dijo que una aplicación china como Tik-Tokha estado censurando contenido sobre las protestas en Hong Kong. Eso es cierto y la creciente influencia global de China y sus compañías tecnológic­as es una amenaza latente para la libertad de expresión de las sociedades democrátic­as. Pero Facebook no puede eliminar su responsabi­lidad.

En el pasado, Facebook ha aceptado censurar su contenido para poder entrar a regiones bajo gobiernos autoritari­os. Zuckerberg lleva años, sin éxito, intentando seducir al mandatario chino, Xi Jinping, para que Facebook pueda expandirse en ese país. Desde el punto de vista de negocios, Facebook solo empezó a preocupars­e por filtrar los mensajes violentos cuando los reflectore­s del mundo se posaron sobre la empresa y sus malas prácticas.

La lucha por la libertad de expresión es complicada y está llena de dilemas difíciles. Así ha sido siempre la historia de este derecho, incluso antes de que las redes sociales existieran. Es una lástima, entonces, que los términos del debate los esté dictando una empresa multinacio­nal que no ha querido responsabi­lizarse por los daños que ha causado a las democracia­s del mundo.

‘‘ Facebook solo empezó a preocupars­e cuando los reflectore­s del mundo se posaron sobre la empresa y sus malas prácticas”.

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