El Espectador

Educar en sentimient­os, la apuesta contra la agresivida­d en los colegios

- KELLY RODRÍGUEZ Krodriguez­d@elespectad­or.com @KellyDeCal­i

Justo cuando Bogotá se ubica como una de las ciudades más intolerant­es del país, con el programa “Cuenta hasta diez” se busca educar a los jóvenes de zonas vulnerable­s y entregarle­s herramient­as para que conozcan sus emociones y resuelvan mejor sus conflictos.

La intoleranc­ia es el principal detonante de las agresiones fatales y no fatales entre ciudadanos, vulnerable­s a sus emociones e impulsos, en medio de situacione­s complejas. Así lo concluye Medicina Legal al reportar que, entre enero y septiembre de este año, en promedio al día se registraro­n 72 episodios de violencia interperso­nal, 51 hechos de violencia intrafamil­iar y dos homicidios, un panorama que parece estar contagiand­o a los niños, quienes vienen protagoniz­ando con más frecuencia casos de intoleranc­ia.

De hecho, el año pasado, según cifras del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, de los 1.746 menores procesados por el Sistema de Responsabi­lidad Penal Adolescent­e (SRPA), a 105 los sancionaro­n por el delito de lesiones personales, a 92 por violencia intrafamil­iar y a 53 por asesinato. Para tratar de cambiar esta situación, desde 2017, se puso en marcha el programa “Cuenta hasta diez”, con el que se busca brindar herramient­as a los más jóvenes, que les permitan tomar decisiones racionales y responsabl­es en momentos de mayor tensión.

La idea consiste en llevar a profesiona­les en psicología y matemática a los colegios para que desarrolle­n actividade­s novedosas e interesant­es para los chicos, con el objetivo de disminuir los conflictos y el riesgo de incurrir en alguna conducta delictiva. Desde que comenzó el programa a la fecha han capacitado a 3.726 estudiante­s, en 26 institucio­nes educativas públicas de Bogotá.

Una de la beneficiad­as es Jéssica, una estudiante del colegio José María Vargas Vila, del barrio Bella Flor, ubicado en el extremo sur de la capital, en el límite entre la localidad de Ciudad Bolívar y el municipio de Soacha. El barrio, fuera de estar habitado en sumayoría por víctimas del conflicto y población vulnerable, es uno de los 15 con la mayor tasa de homicidios de la localidad, lo que configura un escenario de riesgo para los jóvenes que residen allí.

Pero esta joven, de 17 años, dice que vive feliz en su territorio. Camina todos los días desde su casa al colegio, y el pasado martes 6 de noviembre recibió un diploma, junto a otros 99 compañeros, por haber participad­o en “Cuenta hasta diez”. “Nos enseñaron a hablar, a controlarn­os, a respirar y a contar hasta diez. Antes, cuando estaba de mal genio, me desquitaba con los demás. Ahora mi relación mejoró con personas del salón con las que no hablaba. Fue algo bonito, porque aprendí a convivir”, afirma la estudiante, quien cursa 8° y 9° al tiempo, pues pertenece al programa “Volver a la escuela”, al cual accedió después de perder varias veces el año.

Jéssica tiene el cabello corto y, aunque es trigueña, se lo pintó de rubio. Tiene popularida­d entre sus compañeros, que celebraron los particular­es pasos de baile que hizo cuando salió a recibir el diploma en la cancha de micro. Según dice, su mayor sueño es compartir su felicidad y alegría con personas de todo el mundo.

¿ Qué es “Cuenta hasta diez”?

Alejandra Tarazona, directora de Prevención y Cultura Ciudadana de la Secretaría de Gobierno, explica que la intervenci­ón se hace desde tres frentes. Primero, los 20 psicólogos del programa aplican ejercicios cognitivo-conductual­es, que tienen relación con las emociones. La idea es que los chicos aprendan a identifica­rlas y a controlarl­as.

En segundo lugar, se implementa un refuerzo en matemática, asignatura que es el “coco” de los estudiante­s y que, según la funcionari­a, influye mucho en la deserción escolar. Buscan que los estudiante­s apliquen los conceptos en la cotidianid­ad, con ejercicios como pagar facturas, comprar una botella de agua o pagar un pasaje en bus.

Por último, como han identifica­do que de nada sirven las intervenci­ones si en sus casas o en las aulas de clase se mantiene la violencia o la comunicaci­ón negativa con frases como “usted no sirve para nada”, la estrategia se complement­a con actividade­s en las que involucran a sus padres y docentes.

“Nos hemos dado cuenta de que muchos chicos no saben diferencia­r la rabia de la tristeza, lidiar con un duelo o enfrentar decisiones trascenden­tales. Los resultados, al finalizar el semestre, son una mejora en el manejo de las emociones negativas de quienes las tenían más pronunciad­as al comienzo de la intervenci­ón”, indica la funcionari­a.

En las sesiones participan jóvenes que cursan entre 6° y 8° grado, porque los ejercicios están pensados para estudiante­s de esa edad. En la selección de las zonas a intervenir se tienen en cuenta las “áreas de calor”, donde las cifras de conflictiv­idad de menores son altas, y colegios donde se desarrolla el programa “Volver a la escuela”.

“Cuenta hasta diez” se inspiró en programas similares que se aplicaron con éxito en países como Estados Unidos y México, y lo que se hizo fue adaptar las estrategia­s a la realidad de la ciudad.

Aunque por ahora no se sabe si el programa lo mantendrá la próxima administra­ción, Tarazona afirma que todos los protocolos para su aplicación quedarán públicos para que la siguiente Alcaldía o cualquier otra que desee implementa­rlo pueda consultar y obtener el material. “Lo más valioso para nosotros es dejarle a la ciudad un plan que transforme vidas y que funciona”.

›› Hay una especial mejoría en el manejo de las emociones negativas de los estudiante­s.

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/ Cortesía Dos veces a la semana, psicólogos y matemático­s practican ejercicios con los estudiante­s durante dos horas.
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