El Espectador

“Si no le hubieran dado la espalda al Acuerdo de Paz, la situación sería otra”

El obispo de la Arquidióce­sis de Cali asegura que la determinac­ión del Gobierno de no dialogar con otros grupos ilegales y de cuestionar lo acordado con las Farc es una de las decisiones más fatales de la historia del país.

- MARCELA OSORIO GRANADOS mosorio@elespectad­or.com @marcelaoso­rio24

Una mediación que facilite el diálogo entre indígenas y Gobierno y ayude a contener la ola de violencia desatada por grupos armados ilegales contra las comunidade­s del norte del Cauca fue la propuesta que hizo esta semana el arzobispo de Cali, monseñor Darío Monsalve, quien encabezó una caravana humanitari­a hacia el municipio de Tacueyó tras lamasacre de cinco indígenas nasas.

La iniciativa no cayó muy bien en varios sectores del Gobierno Nacional que insisten en que no hay posibilida­d de intermedia­r o realizar acercamien­tos con organizaci­ones y estructura­s criminales asociadas al narcotráfi­co.

Para monseñor Monsalve es necesario crear puentes que permitan romper los obstáculos en los territorio­s para crear estrategia­s de protección a las comunidade­s. En entrevista con El Espectador asegura que, en el fondo, lo que sucede ahora en el Cauca es el reflejo de un problema a escala nacional producto de la negativa del Gobierno a echar a andar lo acordado con las Farc en los diálogos de paz de La Habana y por no haber continuado los acercamien­tos con la guerrilla del Eln.

¿Por qué apostarle a la mediación?

La situación es dramática, dolorosa y preocupant­e. Es una guerra a muerte contra inermes, contra gente armada solamente de palos, valores, tradicione­s y su fuerza espiritual y colectiva. Ese asesinato de liderazgos hay que detenerlo y por eso se necesitan gestos arriesgado­s, superando el miedo para que protejamos a los pueblos.

¿Hay disposició­n en las comunidade­s para estos acercamien­tos?

Los indígenas están abiertos al diálogo. No es que ellos rechacen al Ejército; lo que rechazan es que la Fuerza Pública controle sus territorio­s por dentro. Por eso es necesario concertar con el Estado cuál es el control que le correspond­e al Ejército y cuál el que les correspond­e a los mismos indígenas. Ellos tienen muy arraigado el sentido del territorio y su organizaci­ón dentro de él, tienen su propia guardia y conceptos de seguridad diversos que no se deben entender como un rechazo.

¿Pero la iniciativa incluye mediación con las estructura­s ilegales de la zona?

Los indígenas sienten que los han invadido estas organizaci­ones y economías criminales—como la de la coca, la marihuana y la amapola—, que también quieren arrebatarl­es los territorio­s y destruirle­s sus organizaci­ones. Por eso, el llamado a aceptar la intermedia­ción no es solamente al Gobierno. Nosotros quisiéramo­s intermedia­r también, así nos cueste y traiga dificultad­es, entre los pueblos indígenas y las organizaci­ones que les han declarado la muerte.

También hay malestar por la decisión del Gobierno de aumentar el pie de fuerza como medida para garantizar la seguridad...

Hay que reconocer la voluntad del Gobierno de responder con más Fuerza Pública y también con inversión social, o por lo menos la intención de cumplir lo ya pactado en acuerdos sobre temas socioeconó­micos y ambientale­s. Sin embargo, los pueblos indígenas rechazan la militariza­ción porque no conciben el concepto de las armas en sus territorio­s. Es sencillo: si usted mete hombres armados a su vehículo o a su casa se expone a que cuando lleguen otros armados pueda quedar en el fuego cruzado y ser víctima de la guerra, de las balas. En ese sentido, para ellos no es eficiente la presencia del Ejército como ha sido planteada.

Tras la visita a Tacueyó, ¿cuál es el ambiente en la comunidad?

Hay mucha tensión, dolor y tristeza. Pero también hay mucho disgusto porque precisamen­te hay mucha militariza­ción en la zona. Son siete batallones en toda la región, y hay hombres del Ejército en las vías, en la entrada a Tacueyó, a lado y lado. Uno los ve, y sin embargo ocurren estos asesinatos y estas masacres. Pero hay que decir que también hay mucha esperanza y un sentido de resistenci­a muy claro, muy firme. Esta es la hora en que Colombia debe apoyar a los indígenas, todo el país. No podemos dejarlos solos.

¿Lo que sucede en el Cauca es una muestra del fenómeno de violencia que se está recrudecie­ndo en la región?

Son temas de carácter nacional. Hoy se ve con mucha preocupaci­ón el aislamient­o en el que está quedando el Gobierno en relación con la población colombiana y con las mismas institucio­nes sociales. Me parece que se han tomado unas vías equivocada­s en materias internas y creo que hay que hacer un replanteam­iento a fondo de la manera de gobernar. Un proceso de paz que llega a un acuerdo como el pactado con la guerrilla de las Farc no puede dejarse así, sin más ni menos, por unas ideas de partido o por temas políticos. Es muy delicado haber frenado el proceso de búsqueda de una salida política y negociada al conflicto y haberse puesto en la tarea de deconstrui­r y derribar esos acuerdos. Hay que corregir y reabrir espacios de confianza. A eso fuimos a Tacueyó, aunque haya gente que piense que fuimos a hacer apología de ideas. Nosotros fuimos a cultivar confianza en las comunidade­s y a eso invitamos también al Gobierno.

Es decir, ¿lo que está pasando en el Cauca es consecuenc­ia de la falta de implementa­ción del Acuerdo de Paz?

Si no se hubiera abandonado el hilo conductor de los Acuerdos y se hubieran implementa­do, por ejemplo, el primer punto, referente al tema de tierras, o el de la sustitució­n de cultivos ilícitos —que cuenta con la voluntad y la participac­ión de la gente—, y si se hubiera acudido a unas medidas de presencia del Estado más integrales y no solo de Fuerza Pública, creo que la situación sería otra. Si el mensaje hubiera sido: seguimos y avanzamos en este Acuerdo y en esa salida política a los conflictos, sería distinto. Pero no, el panorama ha sido no solo parar los diálogos con las otras organizaci­ones subversiva­s y al margen de la ley, sino además cuestionar lo acordado y tratar de quitarle los cimientos. Esa ha sido una de las decisiones más fatales de la historia del país.

¿Cuál debería ser entonces la medida inmediata para solucionar la crisis?

La gente espera la voz de sus gobernante­s reconocien­do que hay equivocaci­ones. No hay que esperar a que llegue la hora de los incendios y de las cosas extremas sino anticipars­e a corregir. Ya renunció el ministro de Defensa y hay otros que también deberían ser cambiados. Qué bueno que viéramos al jefe de Estado tomando la iniciativa en esto y volviendo a plantar en el ámbito nacional el ejercicio de la palabra.

 ?? / Archivo Particular ?? Según monseñor Darío Monsalve (izq.), para los indígenas no es eficiente la presencia del Ejército Nacional como ha sido planteada por el gobierno en el Cauca.
/ Archivo Particular Según monseñor Darío Monsalve (izq.), para los indígenas no es eficiente la presencia del Ejército Nacional como ha sido planteada por el gobierno en el Cauca.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia