La economía de la felicidad
Medir el bienestar de las personas con base en el ingreso quedó en el pasado. Lo último es incluir aspectos subjetivos para ampliar la noción de calidad de vida. ¿Está Colombia preparada para ello?
Ejercicios académicos han comprobado que las víctimas del conflicto y la población desplazada tienen mayor satisfacción con la vida por su nivel de esperanza.
Las estadísticas subjetivas permiten descubrir los ámbitos en los que los datos oficiales no coinciden con la percepción, como ocurre con la seguridad.
En Colombia, los mayores niveles de insatisfacción se explican por no gozar de buena salud y tener a cargo una persona en condición de discapacidad.
Según la OCDE, el trabajo es uno de los determinantes de satisfacción más poderosos: “No es simplemente tener un trabajo, sino que sea de calidad”.
Según un estudio del DNP (2018), para los colombianos, el bienestar está determinado por la salud, el ingreso, la estabilidad laboral, el acceso a celulares y el matrimonio.
En una escala de cero a diez, ¿cómo calificaría su satisfacción con la vida?
Ahora que tiene una cifra en mente piense cómo llegó a ella, qué factores influyeron en la decisión y qué importancia le dio a cada uno.
Esta percepción del bienestar ha venido tomando fuerza en los últimos años, a tal punto que se ha cuestionado si el nivel de riqueza llega a ser tan determinante como conseguir el empleo deseado, y cuál de los dos corresponde mejor a la idea de tener calidad de vida. Las llamadas estadísticas subjetivas se han vuelto un movimiento en marcha del cual se habla cada vez más, especialmente en Latinoamérica.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) lleva casi una década defendiendo la premisa de que el bienestar es un concepto multidimensional que requiere de una medida multidimensional y ahora lo lidera. Sin embargo, no fueron los primeros en poner el tema en la agenda pública. El Banco Mundial ya lo había hecho en los 2000, con un informe que respaldó la idea de que, másallá de la riqueza, “los individuos tienen una menor tendencia a reportarse felices cuando la desigualdad es alta”. El asunto está fuertemente asociado con la percepción de bienestar, concluyó.
Actualmente, todas las grandes organizaciones tienen su propio índice de bienestar subjetivo y la mayoría de los países lo aplican. En todas estas mediciones se parte de la pregunta de qué tan satisfecha está una persona con su vida y cuál es su nivel de felicidad en los dominios de salud, riqueza, trabajo, redes sociales, esparcimiento, entre otros. Aunque estos indicadores provienen de parámetros de bienestar universales, no son absolutos, por lo que varios países han incluido aspectos adicionales que son importantes para su contexto e historia, como la espiritualidad.
Hasta hace muy poco, el mayor referente de la situación de un país era el Producto Interno Bruto (PIB), entendido como la suma de todos los bienes y servicios producidos. Desde esa perspectiva, Colombia ocupa la posición 110 en el ranquin de países con mayor ingreso per cápita (relación entre el tamaño de una economía por valor monetario y el número de habitantes que tiene) con US$6.651 anuales, según el BancoMundial. Desde los 90 hizo carrera la práctica de comparar los países con base en el índice de desarrollo humano de Naciones Unidas, que mide los avances en salud, educación y riqueza. Para 2018, Colombia ocupó el puesto 90 entre 189 países analizados, por “la situación de inequidad que vive el país”.
Sin embargo, Colombia está en el lugar 43 entre 156 países del índice global de la felicidad de Naciones Unidas, el cual indaga si las personas se sienten afortunadas y tienen la mejor vida posible. Una posición destacada si se compara con las clasificaciones antes mencionadas. El Informe Mundial de la Felicidad se hizo por primera vez en 2012 y desde entonces se repite cada año con el objetivo de demostrar que la calidad de vida de las personas puede evaluarse de manera coherente, confiable y válida mediante una variedad de medidas subjetivas de bienestar que pueden decirnos mucho sobre la situación de los países.
Un año antes (2011) la OCDE creó el Better Life Index (índice para una vida mejor), que se compone de 11 criterios que contribuyen al bienestar de las personas: vivienda, ingresos, empleo, comunidad, educación, medio ambiente, compromiso cívico, salud, satisfacción, seguridad y balance vida-trabajo, los cuales, a su vez, se componen de varias mediciones.
En su última versión, la OCDE muestra que Colombia se ubica por debajo del promedio de los demás países monitoreados en todos los aspectos, excepto salud, y, en consecuencia, tiene un menor nivel de satisfacción con la vida, con una calificación de 6,3 sobre 10. Los peores puntajes los tienen los criterios de ingresos (0,4), balance vidatrabajo (0,9), seguridad (1,2) y educación (1,4).
Pero no todas nuestras referencias son externas. En Colombia, el primer sondeo de percepción lo hizo el Departamento Nacional de Planeación (PND) en 2015, cuando a la Encuesta de Percepción Ciudadana se le agregó un módulo de bienestar subjetivo basado en las preguntas de la OCDE para elaborar los estudios “Primer diagnóstico de felicidad para Colombia” y “Determinantes del bienestar subjetivo en Colombia”. Este año, el DANE incluyó un módulo de capital social en la Encuesta de Cultura Política, producto de su adhesión a la Comunidad Estadística de la OCDE, que mide el bienestar integral desde el relacionamiento, las redes de confianza, la acción colectiva, la cohesión social y la inclusión. El tema se menciona someramente en las bases del Plan Nacional de Desarrollo.
En el pasado, el DANE agregó preguntas sueltas de percepción en operaciones como el censo agropecuario, el censo de población y la encuesta de calidad de vida. Juan Daniel Oviedo, director de la entidad, aseguró que el país tiene por primera vez una encuesta que mide integralmente esa percepción y que están comprometidos con continuar construyendo métricas de bienestar. De hecho, actualmente trabajan con el Ministerio de Justicia en dos nuevas operaciones subjetivas: la encuesta de necesidades jurídicas y la encuesta de consumo de sustancias psicoactivas.
No obstante, el ejercicio más antiguo de estadísticas subjetivas en Colombia lo tiene laRed de Ciudades Cómo Vamos, que comenzó a publicar información basada en percepción ciudadana hace 21 años en los frentes sociales, económicos, urbanos, ambientales y de gestión pública. A la fecha, la encuesta se aplica en 40 municipios
(20.000 personas), con el objetivo de medir el bienestar localmente, y en la mayoría de ellos tiene gran importancia porque es la única herramienta de su tipo. “Vimos la necesidad de subsanar información que no se recogiera a través de datos oficiales o que no tuviera el nivel de desagregación necesario para tener una muestra clara de lo que está pasando en una ciudad y cerrar esas brechas”, explicó Luis Hernán Sáenz, coordinador de la Red. También querían ver si lo que los datos objetivos decían de la pobreza, por ejemplo, coincidía con la satisfacción de la gente.
¿Nuestros sentimientos son importantes?
Los economistas más ortodoxos desestiman la validez de estos ejercicios por su alto componente de subjetividad. “La medición es muy debatible, es sesgada, no es un dato exacto como cuánto me gano, sino una medida de percepción que se ve influida por muchos factores”, explicó Felipe Castro, subdirector del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina. La OCDE argumenta que “los sentimientos y las evaluaciones de las personas sobre sus propias vidas son consideradas tan importantes para determinar su bienestar como sus condiciones objetivas de vida”. Quienes aplican estos modelos son conscientes de que las respuestas varían según el momento en que se pregunte y el estado de ánimo de las personas, pero los defienden: “El tema ya fue inventado y está relativamente estandarizado en su medición, preguntas y escalas y ha dado resultados consistentes. Estadísticamente es una buena medición, se mantiene en el tiempo”, dijo Castro.
Otro de los riesgos que se deben manejar es el de las expectativas, pues mientras algunos aspiran menos, por la dureza de las condiciones con que han vivido, otros ponen la vara muy alta. La clave está en graduar esas perspectivas para no generar conformidad, sino ofrecerles a las personas condiciones que les permitan empoderarse, como han advertido desde la academia. También está el hecho de que las políticas públicas no buscan atender a personas en particular y las encuestas subjetivas indagan en qué medida cumplo mis expectativas como persona y logro una realización, pero no se puede abordar ese punto del bienestar integral sin antes haberle garantizado a la gente unas condiciones mínimas.
La solución parecer estar en cruzar las estadísticas subjetivas con las estadísticas económicas duras para tener un panorama más completo. Tanto el Better Life Index como el Informe Mundial de la Felicidad, incluso nuestras operaciones locales, se apoyan en datos más concretos, como la riqueza, el desempleo y los años de escolaridad, y los contrastan con el nivel de satisfacción con la vida, la percepción de seguridad y la confianza en las instituciones públicas, por mencionar algunos. “No nos podemos quedar solo con esa información, hay que mirar otros temas, otros enfoques, otras escalas. Hay todo un trabajo por hacer”, señaló Eduardo
Wills, profesor de la Universidad de los Andes y experto en bienestar subjetivo.
Lo interesante de esta triangulación es que termina por explicar cómo en un país como Colombia, con tantas necesidades básicas insatisfechas, inestabilidad política, crisis institucional y corrupción, la gente se siente relativamente bien. Wills asegura que esa es la paradoja que hay que pensar: “Sería una contribución muy importante a la discusión dejar de entender el desarrollo como nos lo han traído desde afuera; es una forma diferente de ver la realidad social y entender sus problemáticas”.
Todas las mediciones coinciden en que, a pesar de la falta de desarrollo, los países de América Latina tienen mejores niveles de bienestar de lo esperado por la importancia que las personas les dan a las relaciones personales, especialmente a la familia, pues mantener contacto con nuestra red cercana implica compartir emociones positivas. “A la región le va mejor en temas de percepción que en medidas duras, básicamente porque tenemos vínculos bastante cercanos, nuestras carencias materiales se ven sustituidas por prácticas afectivas”, dijo Castro, quien en el pasado lideró el tema de bienestar subjetivo en el DNP.
Pero ¿cómo llevar esas métricas a la política pública? Esa es la discusión de esta era. “Uno de los desafíos importantes de las oficinas estadísticas será definir métricas de bienestar subjetivo y de caracterización social e incorporarlas como un insumo para orientar el desarrollo de los países”, señaló Oviedo. Lo cierto es que el tema aún no es prioritario para el Gobierno. La mayoría de los académicos coinciden en que no se le ha dado la importancia que merece, a pesar de que estas estadísticas (que permiten desglose) ayudan a entender a fondo las problemáticas de una sociedad.
Según el economista Felipe Castro, hoy por hoy “las políticas públicas están muy centradas en lo económico, lo social y lo ambiental, pero no ven que en últimas lo importante es que pueden ayudar a generar bienestar para las personas”. Por eso, a pesar dequese tienen los datos, “no hay interés en trabajar con ellos. En esto coincide Sáenz, para quien, dada la dinámica de la política en Colombia, todavía hay muchos problemas para que la toma de decisiones esté basada en la evidencia de datos oficiales o, más aún, en encuestas de percepción.
Con todo, la experiencia de Cómo Vamos ha sido positiva, pues la información ha tenido incidencia en la toma de decisiones por parte de los gobiernos locales y demás actores interesados, sin mencionar que la organización ha abierto espacios de diálogo y participación ciudadana y promovido la creación de mesas técnicas para que los actores involucrados generen proyectos que atiendan esas problemáticas. “El mecanismo ha mostrado ser útil -concluyó Sáenz- para generar discusiones y para que la información sea tenida en cuenta por las autoridades”.