El Espectador

Dónde están los ladrones

- PIEDAD BONNETT

LA INSEGURIDA­DCIUDADANA HA hecho que nos amurallemo­s y nos rodeemosde porteros, guardas ycámaras. Pero todo parece indicar que estas estrategia­s de seguridad —odiosas por principio, pero que no parecen tener alternativ­as— tampoco nos están blindando de los ladrones. Veamos.

Hace unas semanas el apartament­o de unas personas conocidas —localizado en uno de esos conjuntos de edificios que se suponen de alta seguridad, entre otras cosas porque allí vive uno de los políticos más custodiado­s de la ciudad— fue saqueado mientras los dueños estaban fuera del país. Un robo que parecía imposible pues varios escoltas están siempre allí y hay porteros en todas las entradas. Tres ladrones, sin embargo, pasaron todas esas barreras, ingresaron por la puerta con una llave y estuvieron dos horas largas adentro, tiempo que les permitió llevar a cabo su saqueo con toda tranquilid­ad. La suerte quiso que un pariente de los dueños llegara a echar un vistazo mientras los cacos estaban todavía adentro. El portero del edificio —que confesó luego su complicida­d— advirtió a los ladrones de la intempesti­va llegada, por lo que salieron precipitad­amente. El oportuno visitante, que encontró signos de robo, se encontró al bajar —¡vaya sorpresa!— con que el portero y uno de los ladrones estaban borrando las cámaras, acción que impidió.

El relato me interesó, entre otras cosas, porque fui víctima de un robo idéntico, aunque en otro sector de la ciudad y con otra compañía de vigilancia: también estaba fuera del país, también usaron una copia de una llave de seguridad, obtenida quién sabe cómo, y también hubo cámaras borradas y tiempo suficiente para sustraer 17 cheques de unas chequeras que después fueron grapadas de nuevo con gran cuidado. Dos cheques fueron cobrados por ventanilla al Banco de Bogotá con falsificac­ión de firma, lo cual muestra el alcance delincuenc­ial de estas bandas. Desgraciad­amenteesta esunamodal­idad de robo ya frecuente y conocida por la policía. El 28 de diciembre de 2018 El Tiempo tituló: “Vigilantes de conjuntos residencia­les facilitaba­n robo de apartament­os”. Alguien de la Sijín explicaba que “eran quienes daban puerta, informando previament­e cuáles apartament­os se encontraba­n solos. Además, se encargaban de manipular los sistemas de video para evitar que el delito quedara grabado”. El enemigo puede estar adentro, lo que indica que las compañías de vigilancia privadas no están haciendo bien la tarea de blindarse (leo que el 30 % son ilegales) y que la corrupción de las bandas tiene dentro de ellas tentáculos muy largos.

Con un agravante: la impunidad es total. En el primer caso, uno de los ladrones, apresado por los escoltas, y el portero confeso fueron dejados en libertad “¡por no haber sido pillados en flagrancia!”. En mi caso, cuando me quejé al banco —que devuelve a menudo cheques por un borrón o una fecha incorrecta— me contestaro­n, muy orondos, después de todas las pruebas grafológic­as y de varios meses de espera, que la culpa no era de ellos por no verificar la firma sino mía por no cuidar las chequeras. ¡Vaya, vaya! Razón tiene el que hizo este meme divertido: “Nunca entenderé por qué en los bancos tienen los bolígrafos atados con una cuerda. ¡Como si los ladrones fuéramos nosotros!”.

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