El Espectador

Los niños de la guerra

- FELIPE ZULETA LLERAS

LAMENTABLE QUE OCHO MENORES de edad hayan fallecido en el bombardeo contra disidentes de las Farc en las selvas colombiana­s. Lamentable que el exministro de Defensa no le haya contado de manera clara y trasparent­e al país sobre esos hechos ocurridos en agosto. Lamentable que nuestras Fuerzas Militares no hubieran sabido que en ese campamento en la mitad de la selva había menores de edad, utilizados como escudos humanos por los criminales disidentes de las Farc. Lamentable que esos menores sean víctimas de un grupo de narcotrafi­cantes.

El tema del reclutamie­nto de menores se ha venido incrementa­ndo en el país, en el Cauca, el Catatumbo, San Vicente del Caguán y muchísimas otras regiones del territorio nacional. No voy, por supuesto, a justificar la muerte de esos menores; pero es claro que los responsabl­es directos son los criminales que los tenían allí cautivos como carne de cañón. Realmente, ver a los senadores de la FARC pidiendo la renuncia del ministro Botero y de la cúpula, cuando fueron ellos los que no devolviero­n los niños de la guerra al seno de sus familias, es de un cinismo repugnante. Los delincuent­es no son nuestros soldados, no señor; son los disidentes secuestrad­ores de menores.

Hablando esta semana con un general del Ejército que trabaja en la zona en la fuerza de tarea Vulcano me contaba que han sacado en los últimos seis meses a más de 20 menores de campamento­s de los disidentes. Pero me relataba que hace un par de meses el Ejército cayó a un campamento. Allí los criminales sacaron a siete niños como escudos humanos, aun usando una bandera blanca. Los soldados, como correspond­e, bajaron sus armas. Y los asesinos, cometiendo el delito de perfidia, aprovechar­on para disparar desde otros flancos en contra de los soldados, asesinado a un mayor que llevaba 15 años en el Ejército. Pero claro, quienes no se han tomado el trabajo de hablar con los hombres que trabajan en las zonas del conflicto, simplement­e, opinan en sus redes antisocial­es, olvidando que los delincuent­es no son los miembros de nuestras Fuerzas Militares y de Policía, sino los que están dedicados al narcotráfi­co, la minería ilegal, el contraband­o y la utilizació­n de nuestros niños y niñas como escudos de guerra.

Tan fácil que es combatir en una guerra desde un celular, a través de Twitter y con una taza de café enfrente. Tan fácil que es destruir todo con 140 caracteres. Yo quisiera ver a todos esos en la mitad de un combate a ver si son ton machitos. Pero, claro, lo más fácil es criticar, desde la comodidad de las grandes ciudades, a los miles de soldados que, a diario, combaten a los delincuent­es para que los demás podamos salir a diario de nuestras casas.

Notícula. La renuncia del ministro de Defensa dejó envalenton­ados a los senadores, quienes quieren arrodillar al Gobierno para que les dé mermelada para aprobar la Ley de Financiami­ento. Qué asco y qué vergüenza, pero no me sorprende para nada. ¡Así son las ratas!

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