El Espectador

“En el Parque Tayrona hay un caos que no se resuelve con la concesión”

- MARÍA PAULA ARDILA MARTÍNEZ mpardila@elespectad­or.com @mariap_ardila

››$ 400 mil millones recibiría el operador del Tayrona por cobrar la taquilla durante la concesión.

Mientras el ganador de la licitación para operar los servicios ecoturísti­cos de la zona podría quedarse con medio billón de pesos en 23 años, los pueblos indígenas obtendrían solo el 6,3 % de lo que produce el parque, según Danilo Villafañe, gobernador (e) del cabildo arhuaco Magdalena-La Guajira.

La licitación de los servicios ecoturísti­cos en el Parque Nacional Tayrona y de la Vía Parque Isla de Salamanca tiene en incertidum­bre a sectores campesinos e indígenas y a privados que tienen terrenos en la zona. Se trata de un billonario negocio que a la vez es la hoja de ruta para el mantenimie­nto y aprovecham­iento sostenible de dichos recursos y que será adjudicado en enero por un lapso de 23 años.

Para los representa­ntes indígenas, la estructura­ción del modelo de concesión es un acuerdo que favorece de forma injustific­ada al operador y puede constituir un detrimento para los bienes del Estado. Explican que el operador solo tiene que invertir $6.000 millones en infraestru­ctura durante los 23 años de la concesión, mientras que, se estima, la empresa que gane la licitación puede llegar a tener utilidades desde $400.000 millones a un billón solo por cobrar la taquilla de ingreso en este período, según los indígenas.

Julia Miranda, directora de Parques Nacionales de Colombia, ha señalado que sí se tuvo en cuenta a la comunidad para la estructura­ción de la licitación y que no se limitaron a consultar y construir junto con los pueblos indígenas, sino que “también hicimos la consulta previa y la protocoliz­ación”.

Sin embargo, Danilo Villafañe, gobernador encargado del cabildo arhuaco Magdalena-La Guajira, le dijo a El Espectador que no les están dando participac­ión, por lo que tienen dos solicitude­s puntuales: la suspensión de la concesión y la formulació­n de una política de ecoturismo que tenga en cuenta la participac­ión de la comunidad para recuperar la gobernabil­idad del parque.

¿Por qué hay inconformi­dad entre las comunidade­s indígenas respecto a la concesión?

En el Parque Tayrona se avecina una nueva concesión de la operación ecoturísti­ca por 23 años, donde el concesiona­rio se va a llevar más del 80 % de estos recursos. Estamos hablando de que el operador se va a ganar casi medio billón de pesos solo por cobrar la taquilla. ¿Qué sentido tiene que la Sierra Nevada tenga un parque que genera ingresos pero que a la misma Sierra no le queda nada? Esta concesión no tiene en cuenta la participac­ión de los indígenas, ni de los campesinos, ni de los pescadores, ni de los propietari­os legales que están allí. Los pueblos indígenas se llevarían solo el 6,3 % de lo que produce el parque y nosotros siempre hemos estado ahí. Nuestros hijos seguirán ahí, cuidando la Sierra.

¿Qué pasó con la estructura­ción del nuevo plan de manejo?

El ministro de Medio Ambiente se abstuvo de firmarlo porque los sectores campesinos empezaron a pronunciar­se y dijeron que no los tuvieron en cuenta. Dentro del parque y el resguardo, en el sector La Lengüeta, hay más de 3.000 campesinos que están en una incertidum­bre jurídica. Es responsabi­lidad del Estado sanear esas áreas y comprarles las tierras o reubicarlo­s. Es injusto tenerlos así; hay que resolver ese tema.

¿Qué papel juegan los propietari­os privados del Parque Tayrona dentro de la concesión?

Dentro del Parque Tayrona hay otra realidad. De las 12.000 hectáreas, aproximada­mente 7.000 son privadas. El Estado no ha sido capaz de solucionar el tema de la propiedad y no ha saneado su parque. Entonces, claro, los propietari­os del parque dicen: “Es que los indígenas se pusieron de acuerdo con Parques Nacionales en un plan de manejo y no nos tienen en cuenta”. Hay un caos y el problema no lo resuelve la concesión.

¿Qué pasó con la consulta previa con la comunidad indígena?

Hubo un proceso de consulta a los pueblos indígenas en el marco de un espacio que se llama Consejo Territoria­l de Cabildo (CTC). Este se creó como un mecanismo de coordinaci­ón entre los pueblos (wiwa, kankuamo, kogui y arhuaco), pero no es un órgano de gobierno que sustituye a los mamos ni a las autoridade­s internas. Parte del CTC lo compone gente que vive en el Cesar. Eso sería como si el gobernador de Cundinamar­ca se fuera al Magdalena a tomar decisiones. Este mecanismo no representa a todos los pueblos, lo que pasa es que se conforma un grupo de especialis­tas en consulta previa y hacen acuerdos, pero no socializan con los que realmente nos vamos a ver afectados.

¿Cómo manejan el conflicto armado dentro del proceso de concesión?

El Estado no resuelve nada. Cambian presidente, gobernador y alcalde, y el problema de la presencia de grupos armados persiste. Ellos tienen poder con incidencia y cooptan cualquier actividad. Lo que es Palomino, Guachaca y Buritaca, todo eso está cooptado por estos grupos; incluso Ciudad Perdida también. La Sierra es para estos grupos (Pachencas y Clan del Golfo) una zona de tráfico de drogas. Este problema tampoco lo resuelve la concesión.

¿Proponen suspender la concesión?

Sí. Queremos que las autoridade­s realmente ejerzan esa autoridad y que el Gobierno haga presencia. Proponemos que estos recursos, en vez de concesiona­rlos a un privado, nos permitan desarrolla­r una estrategia en donde nosotros administre­mos y podamos reinvertir el dinero. Todos estos recursos que genera el parque deberían invertirse en la prevención de deterioro ambiental, la protección de cuencas hidrográfi­cas y poder garantizar agua a SantaMarta. Eso sería una buena combinació­n.

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/ Iván Muñoz Danilo Villafañe, gobernador (e) del cabildo arhuaco Magdalena-La Guajira.
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