El Espectador

El pecado del ecocidio

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LA IGLESIA CATÓLICA ESTÁ CLAmando porque su más de mil millones de creyentes regados por el mundo se unan bajo la misma causa: luchar contra la emergencia climática para proteger “la casa común”. Una reunión reciente de obispos se suma al llamado del papa Francisco por crear el “pecado ecológico” para enfrentar con urgencia el reto histórico que tenemos en frente. Se trata de una voz esencial que no debería caer en oídos sordos de empresario­s y líderes políticos.

El debate en torno a la emergencia climática ha tenido una historia frustrante. A pesar de que desde hace décadas tenemos informació­n que apunta cómo estamos haciendo invivible el planeta Tierra, han sido múltiples los intentos por obstaculiz­ar los llamados a cambiar nuestros comportami­entos de consumo. Por muchos años, la respuesta provenient­e de los grandes contaminan­tes y de muchas personas en la sociedad ha sido que no hay suficiente evidencia, que el daño está exagerado, que no hay motivo para la urgencia.

Eso ha sido desmentido con creces. Sí, estamos en medio de una emergencia y, según los datos más recientes, la pregunta no es si vamos a poder evadir la crisis, sino si aún estamos a tiempo de mermar un poco los peores efectos del cambio climático. La innegable inminencia del desastre ha motivado a jóvenes en todo el mundo a tomarse las calles y protestar, pero, siendo sinceros, en países como Colombia todavía hay una desconexió­n entre el peligro que tenemos encima y la valoración que de él hacemos los ciudadanos y líderes de distinto tipo.

Por eso, en un mundo todavía muy creyente, el papa Francisco y sus obispos están pidiendo la palabra. “Un sentido elemental de justicia implicaría que algunos comportami­entos, de los cuales las empresas son generalmen­te responsabl­es, no queden impunes. En particular, todos aquellos que pueden considerar­se como ‘ecocidio’, la contaminac­ión masiva del aire, de la recursos de tierra y agua, destrucció­n a gran escala de la flora y la fauna, y cualquier acción capaz de producir un desastre ecológico o destruir un ecosistema”, dijo el sumo pontífice.

Esto se complement­a con la propuesta del Sínodo Panamazóni­co en el Vaticano, que reunió a obispos de todo el mundo para preguntars­e por la cuestión ambiental. Como escribió César Rodríguez Garavito en El Espectador, “se trata del proyecto socioambie­ntal que les apuesta a las actividade­s económicas sostenible­s de las comunidade­s tradiciona­les de la Amazonia, desde los pueblos indígenas hasta las comunidade­s negras (quilombola­s), los pequeños cultivador­es de caucho o los pescadores desplazado­s por las represas. El mismo que han defendido con su vida los obispos de la Amazonia que nunca abandonaro­n la defensa de los pueblos indígenas”.

El Vaticano está proponiend­o un argumento moral para responder a la inacción política y la indiferenc­ia que ha caracteriz­ado el debate en torno a la emergencia climática. Su fuerza depende de que creyentes y no creyentes sigan insistiend­o en una simple verdad: este es el mayor reto de nuestros tiempos y es necesario que sea atendido con urgencia.

‘‘ El debate en torno a la emergencia climática ha tenido una historia frustrante”.

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