El Espectador

El estigma contra ellos

Gary Barker, con más de 20 años investigan­do y trabajando por las masculinid­ades positivas en más en 40 países, visitó Colombia para hablar del impacto de la violencia sexual en hombres.

- BEATRIZ VALDÉS CORREA bvaldes@elespectad­or.com @Beatrijele­na

Gary Barker, cofundador de la campaña MenCare, que trabaja en 45 países para prevenir la violencia sexual masculina en el conflicto armado, habla de por qué es tan difícil superar el estigma de esta violencia.

En el pasado diciembre, 31 hombres colombiano­s víctimas de violencia sexual en la guerra denunciaro­n por primera vez lo que les había pasado. Cada uno llevaba a cuestas un silencio de dos y hasta treinta años. La única motivación que encontraro­n para, por fin, hablar de lo que les hicieron fue sentirse acompañado­s y protegidos, no juzgados. Esas tres son las condicione­s que, según Gary Barker, permitiría­n que los hombres víctimas de este crimen por fin puedan contar sus historias y empezar a sanar sus dolores. Barker es el presidente y fundador de Promundo, una organizaci­ón que trabaja por la promoción de la igualdad de género y la prevención de la violencia, especialme­nte con hombres, para

“transforma­r normas de género dañinas y dinámicas de poder desiguales”. Barker estuvo en Colombia, invitado por la Unidad de Investigac­ión y Acusación de la JEP y la Red de Mujeres Víctimas y Profesiona­les, para dictar una conferenci­a en Fragmentos. Este diario habló con él sobre la violencia sexual en hombres.

La tendencia de las víctimas de violencia sexual es al silencio. ¿Por qué los hombres se quedan callados, incluso más que las mujeres?

Los hombres nos quedamos callados sobre muchas cosas: la depresión masculina, el suicidio. Depende del país, pero dos tercios de los suicidios en el mundo son de hombres. No buscamos ayuda porque esos temas se ven como una debilidad, como si no fuéramos viriles, ni fuertes, ni aguantáram­os. Ponemos ahí la cuestión de violencia sexual, y se dicen cosas como: tú no fuiste capaz de defenderte, tú lo provocaste, y pone ahí la homofobia, que dice el mundo, que tanto rechaza: cualquier práctica homosexual te hizo homosexual, con todo el estigma que hay detrás. Entonces es como un pacto completo decir que los hombres no vamos a buscar ayuda ni a hablar sobre eso.

¿Cómo ese silencio se vuelve más fuerte en contexto de conflictos armados?

La represión o el poder que tienen los hombres armados tiende a acallar todo, cualquier denuncia. Lo otro es que los hombres en contextos de conflicto, o refugiados, sienten ya que su masculinid­ad no vale nada, que ya no pueden ser proveedore­s, que supuestame­nte ese es mi papel como hombre. Además, no se puede denunciar que también fue víctima de violencia sexual. Y claro, la imposibili­dad del Estado de brindar servicios, de tener personas capacitada­s sobre cómo debe ser escuchado ese hombre después de un posible acto de violencia sexual.

¿Cómo juega la familia en ese pacto de silencio?

La gran mayoría estamos en un contexto de familia, como mencioné antes esa cuestión de ser el proveedor y de quién soy si ya no puedo proteger mis hijos. Si estás en un contexto donde no se pueden hacer esas dos cosas, es muy difícil para los hombres hablar sobre un abuso, sobre una violencia sexual o de su depresión, su salud mental. Es una espiral de suicidio, abuso de alcohol, encerrarse en sí.

¿Qué diferencia­s, respecto a las mujeres, hay en las secuelas físicas y psicológic­as que deja este crimen?

Muchas mujeres se quedan calladas, pero vemos que los hombres guardan silencio por más tiempo y no buscan ayuda formal. También vemos que los hombres víctimas de violencia sexual en ocasiones se convierten en violentado­res sexuales dos veces más. Hemos escuchado versiones de chicos que fueron violentado­s cuando niños y tienden a usar la violencia sexual con otras personas. Como no buscan ayuda, su rabia se convierte en agresión. Esto no pasa tanto con las mujeres, que son minoría en las cifras de victimario­s. Aunque hay que tener cuidado con la estigmatiz­ación de los hombres.

¿Cómo midieron eso?

Estas son encuestas domiciliar­es que aplicamos en más de cuarenta países. Y usamos preguntas reconocida­s, que han sido utilizadas con mujeres durante años. En 2008 empezamos con las encuestas sobre uso de la violencia y de haber sido víctimas. También hicimos preguntas de salud mental, bienestar y vida de pareja. En algunos países vemos cero relatos de abuso sexual contra los hombres. En otros creemos que están siendo más honestos. Pero no es una tendencia absoluta.

Una vez rompen el silencio, ¿qué se encuentran los hombres en el acceso a la justicia?

Las mujeres se encuentran con la dificultad de que les insinúan que hicieron algo para provocar. Lo mismo pasa con los hombres. Les dicen que si han tenido relaciones homosexual­es fueron provocadas por ellos. Y la cuestión de ¿por qué no te defendiste? Entonces aparece esto: ¿cuántos buscan ayuda? Bajo porcentaje; menos aún buscan ayuda profesiona­l; los que lo hacen, menos aún dicen “yo quiero hacer denuncia”; de los que van a hacer una denuncia, muchos desisten en el camino porque “no quiero hablar sobre eso públicamen­te”. ¿Y hay condenados por esos hechos? Menos.

¿Cómo se cruzan condicione­s como la clase y la etnia dentro de la violencia sexual contra hombres?

Es poner capas de estigma. O sea, soy un hombre negro: el mundo ya me ve como violento por naturaleza. Y viene la cuestión del sistema judicial y policial: ¿me van a creer? No me van a creer.

¿Cómo lograr superar estas situacione­s, teniendo en cuenta también lo difícil que resulta para los hombres asociarse u organizars­e como lo han hecho las mujeres?

La cuestión es cómo conseguir que los hombres podamos abrirnos y conversar sobre eso, que romper ese estigma es un proceso largo. Es crear un grupo seguro y decir: “Aquí puedes confesar, aquí no te juzgamos por lo que te pasó, te apoyamos”. Y ahí decir: “Vamos a hablar públicamen­te”. Luego, ¿cómo conseguir líderes locales que dicen que el problema no es de ellos, sino de todos nosotros? Ese problema de trauma es colectivo, no individual. Yo no puedo como hombre en una comunidad equis, de Cauca, decir “yo fui víctima”, tiene que ser junto con otros hombres u otras mujeres que dicen “fuimos víctimas”.

 ?? José Vargas ?? Barker dictó una conferenci­a sobre cómo las nuevas masculinid­ades pueden prevenir la violencia sexual./
José Vargas Barker dictó una conferenci­a sobre cómo las nuevas masculinid­ades pueden prevenir la violencia sexual./
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia