El Espectador

“No hay autoprotec­ción que pueda contra ese vendaval de plomo”

Sergio Marín, congresist­a del partido FARC, habla de la violencia contra excombatie­ntes (van más de 180 asesinados) y de las medidas del Gobierno para tratar de paliar la crisis.

- MARÍA PAULA ARDILA mpardila@elespectad­or.com @mariap_ardila

El partido FARC vive un momento convulso. El asesinato, el pasado 29 de enero, del excombatie­nte Darío Herrera, cuando se dirigía al Espacio Territoria­l de Capacitaci­ón y Reincorpor­ación (ETCR) Santa Lucía, en Ituango, aumentó el miedo y la incertidum­bre en la zona a tal nivel que 60 excombatie­ntes y sus familias anunciaron que -en un plazo de dos mesesaband­onarán el lugar por falta de garantías. Su muerte se sumó a las de los otros 177 exintegran­tes de la guerrilla que han sido asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016, según cifras del partido. Eso sin contar los asesinatos de familiares de quienes dejaron las armas e intentan reincorpor­arse a la vida civil.

Al asesinato de excombatie­ntes se suma el problema por las precarias condicione­s de vida dentro de los ETCR. A pesar de que la Misión de Verificaci­ón de la ONU, en 2019, felicitó al Gobierno por el manejo responsabl­e de la transición en los espacios de reincorpor­ación, según laFundació­n Ideas para la Paz (FIP), hay varias razones por las cuales los excombatie­ntes salen de los ETCR, dentro de las cuales se encuentran la falta de oferta institucio­nal, la precaria infraestru­ctura y los retrasos en los proyectos productivo­s. Según la FIP, solo el 26 % de los excombatie­ntes residen en los ETCR, por lo que los nuevos asentamien­tos representa­n un reto para el marco jurídico y para la seguridad de los excombatie­ntes.

Un panoramaal que además habría que agregarle las versiones sobre una división en el partido político, del que, por ejemplo, ya se desligaron personajes como Tanja Nijmeijer y Martín Batalla, argumentan­do que no se sentían sintonizad­os con las decisiones tomadas por el movimiento político. Sergio Marín, representa­nte a la Cámara por el partido FARC, habló con El Espectador y dijo que a pesar de que hay respaldo por parte de algunos partidos en el Congreso, no hay voluntad política por parte del Gobierno para continuar con la implementa­ción de los Acuerdos.

Emilio Archila, consejero para la Estabiliza­ción y Consolidac­ión, anunció la implementa­ción de unos cursos de autoprotec­ción para excombatie­ntes. ¿Cree que esta medida reduzca la tasa de homicidios?

Aquí estamos hablando de grandes estructura­s que están entroncada­s con el aparato estatal. Estamos hablando de estructura­s paraestata­les y paramilita­res que tienen todos los recursos y la logística para poder atentar contra la vida de cualquiera, además con el apoyo de los funcionari­os del Estado que les facilitan esa informació­n, pues saben exactament­e cuáles son las vulnerabil­idades. No hay autoprotec­ción que pueda contra ese vendaval de plomo.

¿Cuál sería una posible solución para garantizar la vida de los excombatie­ntes?

Lo que se requiere en Colombia es, primero, tomar medidas para desarticul­ar por la cabeza esas estructura­s paraestata­les. Esa voluntad no existe en este momento. Lo segundo es avanzar en la consolidac­ión de un gran acuerdo para sacar las armas de la política. La firma delAcuerdo de Paz fue entre la insurgenci­a de aquel momento y el Estado colombiano, pero hay sectores que continúan abiertamen­te proclamand­o que van a hacer trizas los Acuerdos. Con esos sectores se tiene que firmar un acuerdo para compromete­rnos a sacar las armas de la política, porque si no es eso, es someter a nuestra nación a décadas de violencia y de represión, que es lo que estamos tratando de dejar atrás.

¿Cree que ha habido avances en las investigac­iones de la Fiscalía sobre los asesinatos de excombatie­ntes?

La Fiscalía actúa con la misma negligenci­a con la que actúa en general la justicia en este país. No nos han dado resultados, exceptuand­o las decisiones recientes que se tomaron en el caso de Dimar Torres, que segurament­e se deben al impacto mediático y a la reacción internacio­nal. Creo que obligaron al Gobierno a tener que asumir decisiones, pero la mayor parte de nuestros casos van quedando en la más absoluta impunidad.

La ARN destaca avances en el proceso de reincorpor­ación en casos como el del ETCR La Fila, en Tolima, pero también hay retrasos en otros casos. ¿Qué versión manejan ustedes sobre avances y retrasos en el proceso?

Hay situacione­s diferencia­das en todos los ETCR. Además, hay nuevos puntos de reincorpor­ación. Estamos hablando de cerca de 24 espacios de reincorpor­ación y un poco más de 70 nuevos puntos que son sitios donde se han ubicado excombatie­ntes que no encontraro­n condicione­s para su reincorpor­ación económica, política y social. El caso es dramático en Santa Lucía y en toda esa región de Antioquia, porque están en un área que es de control de fuerzas ilegales, además, con una actitud pasiva por parte del Estado. Esa pasividad puede también obedecer a algún nivel de compromiso de las autoridade­s con esos grupos delincuenc­iales.Todos los ETCR tienen las mismas dificultad­es. Es decir, problemas de infraestru­ctura y casas construida­s que se están cayendo.

Hernando Londoño, director nacional del Programa Nacional Integral de Cultivos de Uso Ilícito, dijo que el programa no es sostenible y que no es cierto que estén asesinando a líderes de sustitució­n. ¿Cuál es el panorama en este punto que fue tan clave en el Acuerdo de Paz?

Lamayoría de los dirigentes que son asesinados en las áreas cocaleras son dirigentes de la sustitució­n. Cuando no hay voluntad política, pues por supuesto que los retos se convierten en obstáculos insalvable­s. Eso obedece a la ineptitud y a la incapacida­d de entender el momento histórico. El proceso de sustitució­n de cultivos de uso ilícito es sumamente sencillo e inició con muy buenas perspectiv­as de alcanzar el éxito. Las comunidade­s aceptaron, empezó el proceso de tránsito y de sustitució­n, dejaron de cultivar esperando que viniera el resto de medidas que son las que deben garantizar el éxito del programa y el Estado sencillame­nte se ha desconecta­do de ese proceso al no garantizar los recursos suficiente­s, lo que está haciendo que la gente deje de creer en la palabra del Gobierno y empiece a sentir que los están engañando.

Se habla de una división dentro del partido FARC. ¿Cree que estas diferencia­s puedan afectar el desarrollo de los proyectos?

Nosotros, cuando somos derrotados en la discusión, mantenemos nuestra militancia porque sabemos que vendrán otras jornadas. Además, no se trata de escabullir­se y escapar cada vez que hay una opinión distinta a la del partido. La idea es trabajar incansable­mente por consolidar un partido como el que el pueblo colombiano está reclamando. Los cinco senadores y los cuatro representa­ntes estamos convencido­s de la necesidad de avanzar en la implementa­ción de este acuerdo. En eso no hay discusione­s, no hay ninguna división.

Estamos hablando de estructura­s paraestata­les y paramilita­res que tienen recursos y logística para poder atentar contra la vida de cualquiera.

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Mauricio Alvarado Sergio Marín, representa­nte a la Cámara por el partido FARC./
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