El Espectador

Duque y los 100 días de confinamie­nto

Cumplidos más de tres meses desde que el país entró en un aislamient­o inédito, analistas y académicos hacen balances frente a lo hecho por el Gobierno. Si bien el Ejecutivo dice ser “un referente mundial”, hay matices.

- JAVIER GONZÁLEZ PENAGOS jgonzalez@elespectad­or.com @Currinche

Este jueves 2 de julio, Colombia cumplirá sus primeros 100 días adentrado en una situación inédita, que ha trastocado todos los ámbitos y sectores del país con consecuenc­ias dramáticas: el confinamie­nto obligatori­o por cuenta del nuevo coronaviru­s. Fue el 25 de marzo, 21 días después de que se confirmara el primer caso , cuando el presidente Iván Duque ordenó un aislamient­o sin precedente­s y desde entonces -de manera paulatina- ha dado pie a una reactivaci­ón productiva y social. ¿Cuál es el balance y qué viene de cara a los próximos meses?

Si bien el Gobierno ha sacado pecho y dice ser “un referente mundial en el manejo de la pandemia”, hay matices y situacione­s que, en opinión de expertos, merecen considerac­ión antes de emitir juicios y cantar victoria. Basta una mirada al sector de la salud -puesto a prueba como ninguno- para dimensiona­r la problemáti­ca, y casos como el médico Heandel Rentería Córdoba lo ejemplific­an con creces.

Esta semana el profesiona­l de la salud engrosó las estadístic­as de víctimas en el país, que ya se acercan a los 100 mil casos y 3 mil fallecidos. No solo se contagió estando al servicio del hospital San Francisco de Asís de Quibdó (Chocó) - en crisis por el déficit de camas en la unidad de cuidados intensivos (UCI), tanto en la red pública como privada-, sino que no contaba con equipo de protección y hace ocho meses no le pagaban su sueldo, según denunció el Colegio Médico de Bogotá. Incluso, él reclamó que el personal de la salud en la región estaba trabajando “sin ayuda del Estado y sin salarios”.

Lo ocurrido con el médico Rentería congrega los reparos del personal de la salud en los 100 días de pandemia: dificultad­es en infraestru­ctura y equipos, falta de elementos de protección y líos en contrataci­ón y pagos. En respuesta, el Ejecutivo ha señalado que se pasó de 5.539 camas UCI al principio de la emergencia a 5.845 (un aumento del 5 %), entrega de 23,6 millones de elementos de protección por parte de las ARL, un reconocimi­ento de $450 mil millones para beneficiar a 43 mil trabajador­es y la declaració­n del COVID-19 como enfermedad laboral.

Según el investigad­or Johnattan García, de Dejusticia, y magíster en salud pública, el panorama en el sector correspond­e al rezago histórico, en particular en lo público, agravado por una situación inédita como la pandemia. “La respuesta del Gobierno ha sido aceptable, pero tampoco para decir que somos referentes mundiales. Resulta contradict­orio que en un país donde aumentan las muertes y los casos, se piense en abrir más la economía. La informació­n es confusa, pero también hay inequidad en el sistema, con abandono en zonas como Chocó y Amazonas”.

García también advierte que debe fortalecer­se el componente de prevención, más que la atención de enfermedad­es que agrava el coronaviru­s, como las relacionad­as con el corazón y el sobrepeso. “Se evitarían si se promoviera más actividad física, si el Gobierno impulsara el impuesto al tabaco o al proyecto de etiquetado de alimentos, que se hundió en el Congreso”. A ello se suma, explica, no solo adquirir equipos como ventilador­es y respirador­es, sino capacitaci­ón y garantías del personal que lo maneja.

Economía, en jaque

Ligado a la salud hay un frente decisivo y, si se quiere, vital en medio de la emergencia: la economía. Por cuenta del confinamie­nto, se estima que la tasa de desempleo se trepó en abril hasta 19,8 %, lo que se traduce en la pérdida de 5,3 millones de empleos frente al mismo mes de 2019. Eso es casi dos tercios de la población de Bogotá.

Por otro lado, según cálculos de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE), lo que se viene para Colombia es la peor recesión en un siglo. “El PIB real disminuyó 2,4 % durante el primer trimestre de 2020, impulsado por un fuerte deterioro de la deuda externa y el impacto de una semana de confinamie­nto en marzo. La confianza de los consumidor­es y las empresas se desplomó durante marzo y abril hasta niveles históricos. Los mercados financiero­s se encuentran bajo presión y los de valores han caído bruscament­e. Junto con la considerab­le baja de los precios del petróleo, se ha ejercido una presión significat­iva sobre las cuentas externas y fiscales”.

Ante ello, el Ejecutivo ha optado por hacer una reapertura escalonada de sectores productivo­s, entre ellos obras públicas, manufactur­a y comercio minorista, así como por la implementa­ción de pilotos de mayor reactivaci­ón en municipios con poca o nula presencia del virus. Todo ello en el marco de estrictos protocolos de biosegurid­ad. En materia social se destacan giros de los programas Familias en Acción, Colombia Mayor, subsidios de desempleo y a la nómina, así como Ingreso Solidario para tres millones de familias, más la entrega de 739.080 mercados.

En línea con lo dicho por la OCDE, que calificó de “ágiles y contundent­es” las políticas, el director de Fedesarrol­lo, Luis Fernando Mejía, considera que, en general, el manejo económico ha sido acertado. Pero si bien destaca las transferen­cias a programas sociales y la protección del ingreso de hogares y al empleo, critica la demora en implementa­r las medidas. “Adoptarlas infortunad­amente toma tiempo y a veces pasó mucho tiempo entre el anuncio y la implementa­ción”.

Mejía, quien fue director de Planeación Nacional, recomienda que haya un plan de choque para dinamizar la economía a través de la infraestru­ctura pública a nivel territoria­l, así como recuperar el empleo. El reto inmediato, dice a su turno la OCDE, es evitar un segundo brote, que disminuirí­a en 7,9 % el PIB en 2020 y retrasaría la recuperaci­ón hasta 2021. Si se controla y no sucede, el PIB caería 6,1 %.

Sin embargo, el objetivo podría verse afectado si persisten las dificultad­es que quedaron al desnudo con el día sin IVA, que dio pie para grandes aglomeraci­ones e irrespeto de las medidas de confinamie­nto. “Lo que muestran estos días es que el consumo no cambiamuch­o, pues igual las compras se hacen y, además, solo se llega a las clases media y alta. Sirve si se enfoca en compras en línea”, explica Mejía.

Al margen del simbolismo que implican los 100 días para evaluar la gestión del Gobierno, lo cierto hoy es que los desafíos y las problemáti­cas alrededor de la atención del COVID-19 persistirá­n y podrían agravarse. Con la vacuna aún lejos del panorama, una salud en cuidados intensivos y una economía en recesión, se requiere como nunca coordinaci­ón, agilidad y desarrollo en pro de los más vulnerable­s. No obstante, al margen de los cálculos que puedan hacerse hoy, lo cierto es que el balance de esta emergencia solo lo podrá hacer la historia.

›› Según advierte la OCDE, un segundo brote en Colombia disminuirí­a 7,9 % el PIB en 2020. Si se ataja el actual, el PIB caería menos: 6,1 %.

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/ Jose Vargas Según expertos, el día sin IVA no altera en gran medida el consumo y sí puede afectar la autoprotec­ción.
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