El Espectador

El turbio pasado del presidente de Kosovo

Los fiscales del Tribunal Especial de La Haya acusaron a Hashim Thaci de haber cometido supuestos asesinatos, desaparici­ones forzosas, persecucio­nes y torturas. Esta es la historia.

- REDACCIÓN INTERNACIO­NAL

Cuando el presidente de Kosovo, Hashim Thaci, vestía uniforme, todos lo llamaban “serpiente”. Se ganó ese apodo, según registraba la prensa europea de los años 90, porque era un hombre temido que no dudó un minuto para organizar una guerrilla que les hiciera frente a las fuerzas de Slobodan Milosevic, el hombre que quiso crear la Gran Serbia a sangre y fuego: desató cuatro sangrienta­s guerras que dejaron miles de muertos y millones de refugiados.

La guerra de Kosovo (19981999), que enfrentó a las fuerzas serbias con la guerrilla independen­tista kosovar-albanesa, causó más de 13.000 muertos (más de 11.000 kosovares albaneses, 2.000 serbios y se habla también de decenas de gitanos). Fue el último y quizás uno de los más sangriento­s conflictos en la antigua Yugoslavia.

Hashim Thaci, hoy presidente de Kosovo, fue sin duda el hombre clave de este conflicto. Comandaba el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK por sus siglas en albanés), un grupo armado independen­tista albano-kosovar que activó la rebelión contra Belgrado.

Bajo el mando de Serpiente, esta guerrilla y su polémica campaña armada sembraron entre la población el sueño (¿pesadilla?) independen­tista de Kosovo, entonces una provincia de Serbia. El UCK recibió armas y entrenamie­nto militar de varios países, pero luego (suele pasar) se convirtió en un dolor de cabeza para Estados Unidos, que encontró en Thaci al interlocut­or que necesitaba desde hacía meses para frenar el conflicto.

Hashim Thaci estudió filosofía e historia en Pristina y fue un líder estudianti­l destacado que condenaba a los cuatro vientos la insurrecci­ón violenta. Vivió en Suiza y Austria, en donde completó sus estudios para luego irse a la clandestin­idad y alzar las armas. Entonces tenía 29 años, pero ya demostraba no solo su destreza en el campo de batalla, sino que hacía gala de sus habilidade­s diplomátic­as y políticas, pues se ganó el reconocimi­ento del gobierno de Bill Clinton y de varios países europeos. La guerra en Kosovo terminó en 1999 luego de que una batería de bombardeos de la OTAN obligara a las fuerzas serbias a retirarse.

Sin conflicto armado, el comandante Serpiente dejó el uniforme y las botas y se convirtió en el portavoz político del UCK, el hombre de “confianza” de Washington y una ficha clave para la independen­cia de Kosovo. En 1999 apareció en la escena política internacio­nal en la conferenci­a de paz en Rambouille­t (Francia), donde, con apoyo de Estados Unidos, se consolidó como el indiscutib­le líder albano-kosovar.

Thaci, sin uniforme

El 18 de febrero de 2008, vestido de civil y ante el Parlamento de Kosovo, Hashim Thaci declaró la independen­cia de la provincia. Una celebració­n amarga para él, pues justo en esa época las sombras de su pasado guerriller­o comenzaron a perseguirl­o. Thaci fue señalado de haber cometido terribles crímenes durante la guerra. “La lucha de Kosovo y UCK fue un combate justo y limpio. Nadie puede reescribir la historia”, aseguró en varias entrevista­s ante los crecientes señalamien­tos.

Para demostrarl­o (al menos en público) se declaró a favor de la creación del Tribunal Especial de LaHaya para juzgar los crímenes de guerra cometidos por la guerrilla que una vez comandó. “No tengo nada qué esconder, es una oportunida­d para abordar el pasado y mirar al futuro”, aseguró.

Pero en 2010 su reputación sufrió un duro golpe, cuando un informe del Consejo de Europa lo mencionó junto a otros funcionari­os kosovares en un caso de tráfico de órganos en campos de detención para serbios y sospechoso­s de colaborar con Belgrado.

A pesar de las trabas para su creación, finalmente el Tribunal Especial para la guerra deKosovo vio la luz en 2015 y comenzó a hurgar en el pasado de Thaci. Y aunque en cada entrevista que concedía afirmara que apoyaba ese tribunal, los propios jueces denunciaro­n su campaña secreta para no ser llevado ante la justicia.

Las acusacione­s

Con su popularida­d al máximo, Hashim Thaci ganó la presidenci­a de Kosovo en 2016. Sus simpatizan­tes afirman que es el único estadista capaz de comunicar con la comunidad internacio­nal y respaldan sus decisiones, incluso la de iniciar diálogos con Serbia, que hoy no reconoce la independen­cia del país.

Cuando iba rumbo a Washington para cumplir una cita con su homólogo serbio, una mala noticia frustró sus planes. La Fiscalía del Tribunal Especial para Kosovo lo acusó formalment­e de crímenes de guerra y contra la humanidad. Según los jueces, el presidente kosovar habría cometido más de cien delitos durante la guerra, “incluidos asesinato, desaparici­ón forzada de personas, persecució­n y tortura”.

Son cerca de diez cargos los que se le imputan a él y a Kadri Veseli, exjefe de inteligenc­ia de la guerrilla kosovar y actual dirigente del Partido Democrátic­o de Kosovo (PDK). “El acta de acusación argumenta que Hashim Thaci, Kadri Veseli y los otros sospechoso­s son penalmente responsabl­es de cerca de cien asesinatos”, indicó el tribunal.

Interrogad­o por la prensa, en abril, sobre una eventual renuncia a su puesto de presidente si el Tribunal Especial para Kosovo lo acusaba de haber cometido crímenes durante la guerra, Thaci respondió: “¿Por qué tendría que renunciar?”. Ahí está y ahí....

›› Una serie de ataques de la OTAN contra los serbios puso fin a la guerra de independen­cia de Kosovo en 1999, conflicto que provocó 13.000 muertos.

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/ AFP El presidente de Kosovo, Hashim Thaci, durante una revista militar en Pristina, 2018.
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