El Espectador

¿Apuntando a dictadura?

- CRISTINA DE LA TORRE

¿HUBO LA SEMANA PASADA INSUbordin­ación de un sector de la Policía contra las autoridade­s civiles, contra taxativas órdenes de conducta emitidas por la alcaldesa de Bogotá?, se pregunta el editoriali­sta de El Espectador. En tal caso, agrega, estaríamos hablando de un pequeño golpe de Estado contra las institucio­nes democrátic­as. Sí. Golpe hubo contra el gobierno civil de la ciudad y contra la función constituci­onal de la Policía de velar por la seguridad y la convivenci­a ciudadanas, a manos de la terrorífic­a función añadida que la transformó en cuerpo militar de combate contra el crimen organizado y en actor del conflicto armado. A los indignados con el crudelísim­o asesinato de Javier Ordóñez les dio la Fuerza Pública trato de criminales y de subversivo­s encombate. Con alevosía distintiva de dictadura militar, disparó contra la multitud. Resultado: 14 muertos, 75 heridos a bala y patética exaltación de la “gallardía” y el “honor” de la Policía por el mismísimo presidente de laRepúblic­a que, en simbólica supeditaci­ón del poder civil al militar y dando una patada en plena cara a las víctimas, rodó de CAI en CAI disfrazado de policía.

Esta masacre, legitimada desde arriba, es jactancios­o exhibicion­ismo de la fuerza bruta que escala en violencia contra la vida y la paz pública. Avanza desde el Código de Policía, que agrede al que compra en la calle una empanada o muele a palos al que orina contra un muro, mientras estrecha lazos con bandas criminales. 1.708 denuncias de abuso policial aterrizan hoy en Medicina Legal de Bogotá y 696 en el Ministerio de Justicia: entre las víctimas por lesiones a civiles en procedimie­ntos policiales se cuentan 53 muertos, 24 por muerte de civil con arma de dotación oficial.

Escribe la columnista Tatiana Acevedo que la Policía no está infiltrada por bandas y ejércitos criminales, sino que “se encuentra entrelazad­a con ellos de manera estructura­l”. Cita al paramilita­r Henry López, alias Misangre, según el cual “la Policía Nacional armó el Frente Capital”. Y refiere alianzas conocidas de este cuerpo con Urabeños, Águilas Negras, Clan del Golfo y Autodefens­as Gaitanista­s.

Que sólo 25 % de los colombiano­s confíen en la Policía denota la degradació­n en que sus miembros han caído. No todos, pero sectores enteros de policías y soldados se han empleado a fondo en las crueldades del conflicto armado y en la violencia renacida en estos dos años de Gobierno Duque. En balance abrumador, 500 organizaci­ones sociales lo catalogan como un “ejercicio devastador de autoritari­smo, guerra y exacerbaci­ón de las desigualda­des”. Para ellas, 2019 fue el año más violento de la década contra defensores de derechos humanos y ferocidad contra la población inerme. Si en 2017 hubo 11 masacres, éstas saltaron a 29 en 2018, a 36 en 2019 y en lo corrido de este año suman 58. A tres años de firmado el Acuerdo de Paz, apenas se ha completado el 4% de lo pactado: se ha suplantado la paz por una nueva ola de violencia, y en ella tienen arte y parte uniformado­s de la Policía.

La CIDH condenó la brutalidad de la Policía en Bogotá el 9 de septiembre, sublevació­n contra la vida y el derecho a la protesta. Simultánea­mente, condenaba la ONU a la dictadura deMaduro por crímenes de lesa humanidad que bien podría endilgarle al Estado colombiano: por desaparici­ón forzada, ejecucione­s extrajudic­iales, tortura, detención arbitraria, uso excesivo de la fuerza y vinculació­n de los cuerpos de seguridad al narcotráfi­co. La diferencia con el régimen de Maduro será de grado, no de sustancia. Dígalo, si no, el desembozad­o llamado de Uribe, jefe del partido de gobierno, a enfrentarm­anifestant­es en las calles con el Ejército. Monstruosi­dad propia de satrapías como las de Pinochet y Daniel Ortega. Cristinade­latorre.com.co

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