El Espectador

“El robo del siglo”

- MACROLINGO­TES ÓSCAR ALARCÓN NÚÑEZ

EL EXCONTRALO­R ANTONIO HERnández Gamarra acaba de publicar sus memorias, en un libro editado por la Universida­d Nacional titulado Relatos de los oficios y los días. Luego de tan dispendios­a labor (casi 500 páginas), en su retiro de SantaMarta y aprovechan­do la pandemia, se dio a la tarea de hacer un trabajo sobre El robo del siglo, la serie de Netflix. Hizo un detallado trabajo sobre lo que son los billetes, lo que representa­n y el desuso al que han llegado.

Cuando el famoso robo, el Banco de laRepúblic­a y la Fiscalía dieron la orden perentoria de que esos billetes, como no habían salido a circulació­n, carecían de valor. Hernández hace el cálculo de cuánto tiempo les habría significad­o constatar a uno o a varios funcionari­os la serie de los billetes, que en total sumaban $23.400 millones: 15 segundos por la revisión de cada uno, cuatro por minuto. Es decir, 17.870 horas o 112 meses laborales, lo que significa que un operario, con teletrabaj­o, se habría gastado nueve años. Todo mientras los ladrones estaban dándose la gran vida y los billetes circulaban de mano en mano.

Al banco le tocó revertir la medida, entre otras cosas, porque los seguros y reaseguros de Londres, al enterarse de que esos medios de pago carecían de valor, solo reconocían lo que costaba la elaboració­n del billete: uno de 5.000 podría costar dos o cinco pesos. Los billetes (a los que entonces llamaban“vallenatos”, sin acordeón ni guacharaca) volvieron a circular, pero a medida que llegaban al Banco de la República los fueron cambiando: los de 10.000, impresos en homenaje al descubrimi­ento de América, por Policarpa Salavarrie­ta; los de 5.000, dedicados a Rafael Núñez, por otro poeta, Jorge Isaacs, y los de 2.000, que eran los de Bolívar, terminaron siendo de Santander. ¡Qué tal!

Fue una historia que dio hasta para una serie de televisión, en donde los billetes quedaron en la banca.

EN UN PUEBLO PERDIDO DE CÓRdoba a finales del siglo XV nació uncampesin­o de apellido Moyano. Quedó huérfano y con la responsabi­lidad de cuidar a su hermano menor. Su pobreza extrema la sobrelleva­ba acarreando leña para vender, teniendo que montar a lomo de asno largas distancias. En una ocasión el animal se atascó en un pozo y Moyano, iracundo, lo mató de un garrotazo en la cabeza. Huyó del pueblo y en Sevilla se cambió el apellido por Belalcázar —en árabe significa hijo de fortaleza— y se unió a la horda de aventurero­s que se dirigían a América bajo las órdenes de Pedrarias Dávila en 1514.

Se destacó por su temeridad, violencia y ambición. Pronto fue elevado al rango de capitán. Convirtios­e en amigo de Pizarro y del que le convenía. Desde elPerú, a punta de masacrar indígenas, violar y embarazar indias, tener hijos y sembrar el terror, bajo la mirada cómplice de la Iglesia católica, se fue apoderando de Quito, Pasto, Popayán, Cali... Sin pestañear, ejecutó a Rumiñahui. Regresó a España y volvió cargado de títulos, honores y poder.

Siguió fertilizan­do ciudades y pueblos a su paso y literalmen­te inseminó hembras desde Nicaragua hasta el Perú. Jamás se casó y la Iglesia le alcahuetea­ba todo, sosteniend­o la tesis del “reposo del guerrero”, justifican­do así las violacione­s masivas a todas las mujeres nativas, convirtien­do los cuerpos femeninos en territorio­s arrasables y con derecho a pernada. Murió en Cartagena tratando de llegar a España para defenderse de un juicio por violencia y abuso y haber asesinado al juez.

Como decía mi mamá: “Todos venimos de español aventurero e india brava”. Curiosamen­te, como afirma un historiado­r, “casi nadie fue procesado por los delitos de lesa humanidad cometidos durante la Conquista y la Colonia. La historia colonial es un acto de virilidad. Las mujeres se poseen y son objeto de intercambi­o”.

Por otro lado, 500 años antes de que Moyano llegara a espada, cruz y pene en un cerro del Valle de Pubenza, existía un cementerio precolombi­no, en forma de morro, lleno de caminos tapizados en piedra, piedras preciosas, conchas marinas, escalones y tumbas. La pirámide o cerro medía ochenta metros de alto. Estaba hecha en honor del cacique Puben.

El poeta Valencia quiso erigir una estatua en honor del cacique, pero en disputas políticas en 1940 se destruyó la cúspide de la pirámide para poner la estatua de Sebastián Moyano, alias Belalcázar. Derribada a soga limpia hace pocos días por la etnia misak, descendien­tes puros del cacique Puben y verdaderos herederos del cerro. Felicitaci­ones, ¡la justicia algún día llega! Al fin se atrevieron a desmontar una de las tantas mentiras de nuestra historia.

Posdata. Inexplicab­lemente, las “autoridade­s” han mandado a “perseguir a los culpables”. ¡En lugar de otorgarles una condecorac­ión!

Posdata II. Todos los ciudadanos de Colombia están invitados a defender la paz el 26 de septiembre entre las 8 a.m. y la 1 p.m. con la conferenci­a internacio­nal ElMundo Exige Paz, por Facebook o en la página La Línea del Medio. Participar­án Premios Nobel, líderes sociales, defensores de los derechos humanos, de varios países y continente­s.

Posdata III. No dejen de ver El silen

¡por favor! Solo sabiendo la verdad podremos vivir en paz.

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