El enemigo interno
LOS EXCESOS DE LA FUERZA PÚBLICA —Ejército y Policía— son sistemáticos, pues no hay marcha o retén donde los civiles no terminen heridos o muertos. Por televisión vemos a los patrulleros golpeando y disparando contra la población civil, o a un hombre desesperado porque un soldado acribilló a su mujer.
Según Carlos Holmes Trujillo, no hay excesos sistemáticos sino manifestaciones aisladas de unos pocos descarriados identificados y sancionados. Miente. Si en cada protesta pasa lo mismo, eso no puede ser aislado. Hay una conducta de la fuerza pública de censurar y aniquilar la protesta y a la población civil, aupada desde El Ubérrimo, la nueva casa presidencial, la que hace unos días pidió reprimir a los manifestantes con el ejército.
Este Gobierno títere del subpresidente Duque cree que quien disienta es enemigo del Estado, de la seguridad y del bienestar. Es el fantasma del “enemigo interno” que ha justificado las peores atrocidades en América Latina, incluida Colombia. Nadie lo pudo haber dicho mejor que mi inolvidable profesor Alfonso Reyes Echandía, quien sentenció fulminantemente: “Aunque en Latinoamérica constitucional y políticamente el ejército tiene como misión defender la independencia y soberanía nacionales, a partir del triunfo de la Revolución cubana comenzó a abrirse paso la tesis de que el enemigo de la soberanía ya no provenía del exterior, sino que estaba arraigado en el interior del Estado”. Meses después fue asesinado y hay quienes sospechan que quienes lo ejecutaron le cobraron esta dolorosa advertencia que hoy cae como anillo al dedo a Ejército y Policía.
Nuestra democracia tiene que estar agradecida con organizaciones como Human RightsWatch, Media Legal Defence Initiative y otras que, ante el abuso de la fuerza para reprimir la protesta social legítima y pacífica, hicieron posible la histórica sentencia de la Corte Suprema del 22 de septiembre. Lo que sigue es la prueba de que aquí no hay Estado de derecho sino un dictadorzuelo como Iván Duque y su desprestigiado mi