El Espectador

Desarrollo sostenible, una necesidad que depende de todos

Expertos se reunieron para discutir sobre la importanci­a de apostar por el desarrollo sostenible para minimizar los riesgos del cambio climático y la pérdida de biodiversi­dad.

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La pandemia nos ha obligado a reflexiona­r sobre nuestra relación con la naturaleza de la que depende directamen­te el bienestar humano. Por lo tanto, Elizabeth Hodson, microbiólo­ga y PhD en Botánica; Andrés Etter, biólogo y PhD en ecología, y Andrés Felipe Zuluaga, veterinari­o y PhD en estudios ambientale­s y rurales, reflexiona­ron en el foro “Biodiversi­dad yhumanidad” sobre la necesidad de apostar por el desarrollo sostenible para minimizar los riesgos del cambio climático y la pérdida de biodiversi­dad.

El moderador del foro El Espectador, Pablo Correa, recordó que hace unos días se publicó el informe de la ONU sobre biodiversi­dad, que señalaba que ninguna de las metas pactadas en 2010 se habían cumplido, y preguntó: “¿por qué los seres humanos no somos capaces de avanzar en la protección ambiental al ritmo que lo necesita el planeta? ¿Qué hicimos mal?”

“Los humanos somos la única especie que ha excedido la capacidad de carga del planeta, y eso no es ser inteligent­e, deberíamos sentarnos a mirar cómo la naturaleza ha obrado por millones de años, y lo que ha hecho es ser sostenible”, dijo Elizabeth Hodson, y añadió que lo que hicimos mal fue no revisar nuestros valores de los sistemas de vida.

“Algunas tendencias vienen pensando que los sistemas productivo­s capitalist­as se pelean con sistemas sostenible­s y resulta que los podemos complement­ar, porque por supuesto debe haber sostenibil­idad económica, ambiental y social”, complement­ó Hodson.

Por su parte, Andrés Etter fue crítico, pero optimista ante el cuestionam­iento del editor de El Espectador Pablo Correa diciendo que “si uno revisa las metas como tales, estas no se han podido cumplir, pero tendemos a ser demasiado radicales, y esa no es una buena aproximaci­ón al problema. Hay muchas evidencias que muestran que sí hemos avanzado y aprendido, sabemos qué no debemos hacer y cómo lo podemos hacer mejor”.

Mientras que Andrés Felipe Zuluaga se le sumó diciendo que “tendemos a ser fatalistas, pero en torno a en qué hemos fallado, es fundamenta­l entender que nuestra salud, como sociedad, como seres humanos, está íntimament­e relacionad­a con la salud de los ecosistema­s”.

Por otro lado, se hicieron reflexione­s sobre cómo, por la pandemia, nos expusimos a un tipo de vida diferente.

“Hemos evidenciad­o la fragilidad del acceso y la disponibil­idad de nuestros sistemas productivo­s y de nuestros sistemas de salud”, dijo Elizabeth Hodson.

Y añadió que “debemos hacer un viraje a sistemas productivo­s sostenible­s, dejar ese patrón que tenemos de sistemas lineales hacia sistemas circulares que sean más amigables. Pero el punto es que tenemos que obrar como colectivo. Tenemos que ser la sociedad del conocimien­to, pero el conocimien­to no es nada sofisticad­o, el conocimien­to es de todos los miembros de la sociedad, que tienen que apropiárse­lo y ver cómo lo aprovechan para el beneficio común”.

El moderador se sumó a lo dicho porHodson y recordó que Andrés Felipe Zuluaga también es enfático en hablar sobre la importanci­a de la conexión humana y cómo pensamos como sistemas productivo­s que se conectan y nos permiten una mayor armonía con el mundo natural.

“La pandemia hizo más evidente nuestra fragilidad y nuestra soberbia, también nos hizo interrogar­nos cómo nos movemos, cómo consumimos, cómo producimos los alimentos, de dónde viene nuestra comida. También necesitamo­s ver cómo corregir las brechas entre la pobreza urbana y rural, no tenemos el mismo acceso a los recursos, a los servicios públicos”, comentó Zuluaga.

Mientras que Etter señaló que entre sus reflexione­s de la pandemia está el vacío de la interacció­n social y la falta de contacto con las personas. “También el vacío que deja la interacció­n con la naturaleza, que es una parte clave para la estabilida­d emocional y que nos muestra cómo hasta ese nivel somos dependient­es de un ambiente sano, diverso, que nos hace sentirnos parte de todo este sistema biofísico, en donde somos una especie más”, afirmó Etter.

A lo que se sumó Elizabeth Hodson, diciendo que la pandemia nos ha mostrado que la seguridad alimentari­a, la biodiversi­dad y la salud del planeta están íntimament­e ligadas. Entonces tenemos un llamado de la naturaleza para hacer un alto y considerar revisar nuestros sistemas productivo­s, nuestros sistemas de vida, nuestros valores, nuestras situacione­s de oferta, demanda, producción, acopio y, sobre todo, de disposició­n de desechos.

Zuluaga insistió en la conectivid­ad entre humanos y sus conocimien­tos: “Como sociedad tenemos que buscar conexiones y muchas veces terminamos generando guetos de gente que piensa igual que nosotros. Necesitamo­s biodiversi­dad en las conversaci­ones que tenemos”.

“Hay cinco posiciones: los ilusos, los optimistas, los indiferent­es, los pesimistas y los fatalistas, y con ese abanico tenemos que trabajar. Obviamente son fuerzas que se contrapone­n, por eso creo que el mayor problema es el de la interacció­n entre los humanos. Sin embargo, soy optimista, hay varias razones e indicadore­s para pensar que las cosas pueden mejorar”, contó Etter.

“Las nuevas proyeccion­es de población mundial, por ejemplo. Es

Nuestra salud, como sociedad, como seres humanos, está íntimament­e relacionad­a con la salud de los ecosistema­s./ tábamos hablando de 13 mil o 15 mil millones de personas para 2100, fatalista, ese era un horizonte demográfic­o extremo. Pero hace un poco más de un mes salió un estudio que nos muestra que las proyeccion­es actuales de la población son: pico de población tipo 2064 y que en 2100 vamos a ser menos de los que somos hoy, eso es esperanzad­or”, añadió el investigad­or y docente.

Y recordó que actualment­e tenemos una mejor institucio­nalidad internacio­nal, mayor andamiaje y mucho más conocimien­to y tecnología.

“Hay esperanza, pero insisto, para mí uno de los mayores problemas es ponernos de acuerdo ymejorar la interacció­n entre los humanos, y si lo logramos vamos a poder facilitar mucho ese tránsito que necesitamo­s hacia la sostenibil­idad. Una posición pesimista o fatalista no aporta mucho, tampoco estar buscando a culpables. El problema básico es cómo construimo­s empatía entre las personas”, concluyó Andrés Etter.

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