El Espectador

“Si se acaba el periodismo, se acaba el Estado de derecho”

La periodista habló para El Espectador sobre “Para qué escribir”, el libro en el que compiló una serie de columnas que registran la historia reciente del país.

- LAURA CAMILA ARÉVALO DOMÍNGUEZ larevalo@elespectad­or.com @lauracamil­aad

Usted comenzó muy joven como columnista y dice que los primeros 10 años escribió “columnas muy malas”, pero ahora sus textos de opinión son de los más esperados y compartido­s por los lectores. ¿Cuál es su balance? ¿Cómo llegó ahí?

Tuve la fortuna de comenzar siendo columnista y periodista al tiempo. Entré a El Espectador no solo a reemplazar a mi papá, porque así lo quiso Gabriel Cano, sino que también llegué a ser reportera, labor desde la que aprendí el oficio, así que mis columnas son escritas por una reportera. Ayuda mucho esa experienci­a, porque los textos de opinión deben ser sustentado­s en hechos, sobre todo si los escribe una periodista. Además de esa escuela estudié ciencia política en los Andes. Así fue que aprendí a hacer columnas.

¿Cuándo decidió compilar algunas de sus columnas en un libro? ¿Cuáles fueron los criterios para elegir los textos que allí aparecen?

A mí siempre me habían dicho que hiciera un libro con mis columnas, pero me parecía jartísimo el ejercicio. Ya lo habían hecho muchos columnista­s que admiro, así que no le veía sentido repetir lo mismo. Después mi editor, Camilo González, me dijo que lo hiciéramos a través de temas que contaran la historia desde 2007, aproximada­mente, hasta este año, y ahí sí me interesó. Mi criterio fue histórico, si se quiere decir. Saqué los hechos más importante­s que ocurrieron desde 2007 hasta ahora. Es una manera de ver lo que había pasado en Colombia a través de las columnas que había hecho, y me pareció interesant­e.

Se discute mucho por el género de opinión y las licencias que este espacio les da a los columnista­s. ¿Qué opina? Las discusione­s se agudizan en los casos que tienen que ver con acusacione­s o denuncias por medio de estos textos...

En este país, por alguna razón, la opinión se la tomaron los políticos o los periodista­s con agenda que, realmente, no son periodista­s. Somos muy pocos los periodista­s colombiano­s que nos hemos convertido en columnista­s. A los que sí nos pagan por nuestro trabajo y además somos columnista­s, hacemos opinión con investigac­ión. Me afanan profundame­nte los columnista­s que utilizan sus tribunas para defender intereses privados y también me parece peligroso llenar las columnas de epítetos, insultar a la gente y llamar a las pasiones más bajas a través del odio sin ninguna argumentac­ión ni secuencia de hechos. No estoy de acuerdo con las columnas incendiari­as y casi que activistas.

En este libro también hay un llamado a la reflexión del periodismo. Usted profundiza sobre la calidad de los contenidos que se producen actualment­e, el afán por el tráfico en internet, la competenci­a, el sostenimie­nto del negocio y la ética de oficio…

Le confieso que reina la confusión. Lo que menos tengo son certezas, porque ahora todo cambia muy rápido. No podemos permitir que las plataforma­s capturen al periodismo y lo vuelvan parte de su inteligenc­ia artificial.

El periodismo atraviesa por un

momento distinto al que usted vivió cuando comenzó a trabajar como reportera…

Sí, y ahora nos está tocando tan difícil a los periodista­s porque la crisis del modelo económico tradiciona­l se juntó con la pandemia, que además vuelca a todo el mundo a las redes sociales para buscar informació­n. Ese fenómeno tan fuerte no estaba antes de la pandemia. Estamos ante una gran incertidum­bre en la que esta profesión está viviendo su peor momento y mostrando su peor cara.

¿Cuál es el desafío del periodismo en este momento?

Volver a la verdad, que en este

momento no existe. En las redes está la percepción, pero la verdad la tumban todo el tiempo. El desafío del periodismo hoy es volver a los hechos. Volver a establecer que lo importante es el contexto y buscar que las voces que no están, estén. Lo más importante de todo, para mí, es no caer en ese periodismo ególatra que muere por un like. Esas prácticas harán que el periodista pierda su norte, y no creo en ese periodismo. A algunos les irá muy bien, de hecho les va mejor que a mí, pero no me importa. No creo en ese periodismo ni voy a ser parte de eso.

¿La lucha está entre lo que sugiere el

comportami­ento de las redes y lo que requieren la realidad del país y la calidad del periodismo?

Con las redes hay que hacer las cosas de otra forma, pero no podemos bajar la calidad de nuestro trabajo. Mi experienci­a me ha enseñado que las audiencias son mucho más inteligent­es de lo que nosotros nos imaginamos. El gran error es pensar que entre más tráfico, mejor. No. Si seguimos priorizand­o el tráfico nos convertire­mos en instrument­os de un monstruo que no tiene nada que ver con el periodismo.

Usted, desde sus 20 años, conoció el miedo y la incertidum­bre. ¿De dónde

En este país, por alguna razón, la opinión se la tomaron los políticos o los periodista­s con agenda que, realmente, no son periodista­s”. María Jimena Duzán

sacó la fuerza para seguir? ¿La escritura le ayudó? Se lo pregunto por el título de su libro y, además, por lo que piensa su hija de 23 años, que usted contó en “La enfermedad de la realidad”. Ella cree que no llegará a los 40 y que el mundo se va a acabar. Esta creencia es muy común en esta generación…

No le dije a Matilde ni lo escribí ahí, pero cuando tuve su edad pensé lo mismo. Colombia era peor que hoy. A los 23 años ya había visto mucha gente muerta y toda esa violencia me había cambiado la vida. Mi generación fue la que, desesperad­a, hizo todo para una nueva Constituci­ón que vimos como un salvavidas que nos iba a sacar de una guerra infernal de la que queríamos salir. Todavía creo en esa Constituci­ón. Lo que me sorprende era que pensaba que todo lo que íbamos a hacer y a lograr, sobre todo después del Acuerdo de Paz, era para no caer en ese pesimismo. Se suponequee­so le abriría aColombia las ansias de cambio, la democracia, la necesidad de reformas, pero eso no pasó. Entiendo que en la generación de mi hija haya una frustració­n profunda.

Hablemos de la relación que usted plantea en el libro sobre lo que hay que hacer para salvar el periodismo y la protección del Estado de derecho…

Si no hacemos bien las cosas, el periodismo se va acabar, y si se acaba el periodismo, se acaban el Estado de derecho y la democracia. El periodismo, el de verdad, el que no se vende por los likes, es muy importante. Necesitamo­s que los periodista­s que sí hacen el trabajo puedan dedicarse a hacer las cosas bien. Los que se dedican a exacerbar las pasiones y solo trabajan por el tráfico, pues que se metan al mundo del entretenim­iento, pero quea los demás nos dejen tranquilos y nos dejen hacer nuestro trabajo. El egocentris­mo en época de redes le está haciendo mucho daño al periodismo.

En las columnas de su libro, que están divididas en cinco preguntas, usted se pregunta y se angustia por el Estado de derecho y la democracia colombiana… ¿Cómo ve estos asuntos en este momento?

Primero, me preocupo mucho por esos temas porque estudié ciencia política. Veo las cosas desde esa disciplina. Cuando comencé a hacer periodismo, el Estado de derecho era, prácticame­nte, inexistent­e. Fue la Constituci­ón del 91 la que reconstitu­yó ese Estado.

¿Qué pasó entonces?

Que la mayoría de la Constituci­ón se ha quedado en el papel, pero es cierto que nos ha evitado muchísimas más muertes. Este país podría ser mucho más violento. Creo que en Colombia ha pervivido una independen­cia de los poderes públicos y, sobre todo, en la justicia, que se vio en, por ejemplo, la investigac­ión de la parapolíti­ca. Nosotros teníamos un sistema de pesos y contrapeso­s muy importante con la Constituci­ón del 91.

Usted también se refiere a las consecuenc­ias de la pandemia en nuestra democracia…

Lo peor que nos pasó fue la pandemia. La democracia es la que más ha perdido con todo esto: tenemos un Congreso virtual que ni siquiera sesiona y que ha sido incapaz de hacer control político. Se está gobernando por decreto desde hace, aproximada­mente, siete meses. Se inició una guerra contra la Corte por la decisión de detener a Álvaro Uribe. Hoy el sistema está muy desgastado y la gran pregunta es si resistirá. Ahora, incluso, el propio presidente y el ministro de Defensa desoyen los fallos de la Corte y los desacatan. Nunca pensamos que íbamos a llegar a este punto, pero creo que lo que nos queda del Estado de derecho que tenemos está en peligro. Estamos en una situación muy dramática que tiene que ser entendida por el periodismo.

El desafío del periodismo hoy es volver a los hechos. Volver a establecer que lo importante es el contexto y buscar que las voces que no están, estén”. María Jimena Duzán

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/ Óscar Pérez María Jimena Duzán comenzó a publicar columnas de opinión en El Espectador a los 16 años.
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