El Espectador

Los sindicalis­tas muertos por los que responderá “Jorge 40”

Víctimas esperan que hable de responsabi­lidad de terceros

- SEBASTIÁN FORERO RUEDA sforero@elespectad­or.com @SebastianF­orerr

Algunos eran activistas de las universida­des del Atlántico y del Magdalena, del sector de la salud y de la carbonera Drummond. Cargos contra el exparamili­tar deportado.

Tras la llegada del exjefe paramilita­r a Colombia, El Espectador indagó sobre los principale­s casos de líderes sindicales asesinados por estructura­s del Bloque Norte. Algunos de ellos, sindicalis­tas de las universida­des del Atlántico y del Magdalena, del sector de la salud y de la carbonera Drummond.

El 11 de marzo de 2006, hasta un conjunto residencia­l de Santa Marta (Magdalena) llegaron agentes del CTI de la Fiscalía para capturar a Édgar Ignacio Fierro, conocido como Don Antonio. Su captura, más allá de tratarse del lugartenie­nte del comandante del Bloque Norte, Rodrigo Tovar Pupo, Jorge 40, se convirtió en uno de los capítulos más significat­ivos para develar la estela de sangre que esa estructura paramilita­r dejó en el Atlántico. Al paramilita­r le fueron encontrado­s dos computador­es portátiles y dos memorias USB con informació­n detallada sobre las operacione­s del bloque. Pero entre los hallazgos resaltó uno: el que revelaba el ensañamien­to de los paramilita­res contra las organizaci­ones y los líderes sindicales del Atlántico. Muchos de esos crímenes siguen sin esclarecer­se y las víctimas esperan que Jorge 40, tras su llegada a Colombia esta semana, hable de su responsabi­lidad y la de terceros en estos hechos.

En los equipos, bautizados después como “los computador­es de Jorge 40”, se encontraro­n listados de víctimas del Bloque Norte donde perfilaron a líderes sindicales como simpatizan­tes de la guerrilla. Uno de los nombres allí consignado­s fue el de Adán Alberto Pacheco, reseñado con el sobrenombr­e de Claudio y como integrante del PC3 (Partido Comunista Clandestin­o de Colombia), integrante del frente 19 de las Farc, con 16 años en la organizaci­ón subversiva y presidente del sindicato de Electricar­ibe. Este líder sindical fue asesinado el 2 de mayo de 2005, en Barranquil­la. Semanas antes de su asesinato, su residencia fue allanada por miembros del desapareci­do Departamen­to Administra­tivo de Seguridad (DAS).

En enero de 2008, Don Antonio fue condenado por este homicidio a 19 años de prisión. Precisamen­te este paramilita­r, comandante en su momento del frente José Pablo Díaz, fue el encargado en la estructura de Jorge 40de ejecutar con sus hombres los homicidios de decenas de líderes sindicales en Atlántico y cometer otros delitos. Hechos por los que tiene 27 sentencias condenator­ias.

Otro de los casos que muestra la animadvers­ión de la estructura de Jorge 40 contra los sectores sindicales es el de Ricardo Luis Orozco, vicepresid­ente de la Asociación Nacional Sindical de los Trabajador­es y Servidores Públicos de la Salud (Anthoc). Uno de los sindicatos más importante­s de ese sector y también de los más afectados por la violencia paramilita­r. Desde febrero de 2000, la Central Unitaria de Trabajador­es (CUT) había alertado sobre el riesgo que corría ese dirigente sindical y pedido protección al Ministerio del Interior y al DAS.

Pese a las advertenci­as, el 2 de abril de 2001, hacia las 8:30 a.m., Orozco Serrano fue ultimado a bala por un sicario en una calle de Barranquil­la. En la sentencia que condenó por este crimen a Carlos Arturo Romero Cuartas, conocido como Montería, la jueza dijo que el asesinato probaba la existencia de una lista de objetivos militares “con la que se amedrentab­a a un sector de la población: sindicalis­tas y dirigentes sindicales”. Listado que habría sido remitido directamen­te por el comandante del Bloque Norte, Jorge 40. En el fallo quedó consignado que Montería confesó que su jefe militar de entonces, Carlos Campo Ortiz, Moncho, “le dijo en diciembre de 2000 que se iba a desplegar una arremetida contra los sindicalis­tas, profesores y estudiante­s de la Universida­d del Atlántico por su vínculo con el frente 19 de las Farc, que opera en la Sierra Nevada, reiterando la existencia de una lista de personas”.

Antes de ser asesinado, Ruiz Orozco venía investigan­do junto con el sindicato Anthoc el desvío y la cooptación de los recursos de la salud por parte de los paramilita­res. Así también quedó ratificado en la sentencia de 2013 que condenó a Jorge 40 a 19 años de prisión por ese crimen. Por este caso, en el que además hubo participac­ión de un agente del Gaula de la Policía. Según conoció Colombia 2020, próximamen­te será radicada ante la Fiscalía la solicitud para que este asesinato sea declarado un crimen de lesa humanidad.

El de la salud no fue el único sector donde los sindicatos se opusieron a que la estructura paramilita­r tomara el control de las institucio­nes. Talvez el caso más emblemátic­o sea el de la educación pública y, en el caso del Bloque Norte, la Universida­d del Atlántico, donde se cometieron unos treinta asesinatos contra líderes estudianti­les, profesores y trabajador­es sindicaliz­ados. Uno de ellos, el del profesor y sindicalis­ta Jorge Freytter Romero, integrante de la Asociación de Jubilados de la Universida­d del Atlántico (Asojua). No solo defendió allí los derechos de los pensionado­s de la universida­d, sino que fue una voz de protesta contra la incursión paramilita­r en la universida­d, según consideró la Fiscalía General en enero de este año, cuando declaró este homicidio como un crimen de lesa humanidad.

Al profesor Freytter Romero lo abordaron hombres en una camioneta el 28 de agosto de 2001 en Barranquil­la y lo condujeron a una bodega donde fue torturado. Al día siguiente, el 29 de agosto, su cuerpo fue encontrado sin vida.

El pasado 24 de septiembre se hizo un acto de reconocimi­ento de responsabi­lidad del Estado por ese crimen. Allí, el Estado colombiano, reconoció y pidió perdón por la detención ilegal, tortura y ejecución extrajudic­ial de Jorge Alfonso Freytter. Perdón que la familia del profesor no aceptó. Jorge Freytter Florián, hijo del docente, le dijo a Colombia 2020 que todavía hay mucho por esclarecer en el caso de su padre. “Insistimos en que Jorge

40 hable de cómo se tomaron las universida­des, quiénes eran sus fichas con nombre propio dentro de los gobiernos universita­rios, en este caso de la Universida­d del Atlántico, quiénes eran de la nómina del paramilita­rismo para darles listados de docentes críticos; cómo se diseñaron y planificar­on todos estos asesinatos contra el sindicalis­mo y de dónde venían esos recursos económicos”, expresó.

Uno de los casos más emblemátic­os en este sector en el Atlántico fue el del profesor Alfredo Correa de Andreis, asesinado el 17 de septiembre de 2004, en Barranquil­la. Este caso, por su parte, sí tiene condenados a quienes fueron los máximos responsabl­es: Jorge Noguera, entonces director del DAS, y

Jorge 40, del Bloque Norte. Además, fue por este caso que quedó al descubiert­o la alianza criminal, entre ese departamen­to de seguridad estatal y los paramilita­res, en la que Noguera habría puesto a disposició­n de los armados los servicios de inteligenc­ia de esa entidad.

Hay otro caso del sector de la educación en el que se espera que

Jorge 40 aclare responsabi­lidades. El de los profesores Roque Morelli y Julio Otero, y el estudiante Hugo Maduro, de la Universida­d del Magdalena, asesinados entre mayo de 2000 y septiembre de 2002. Los tres fueron voces críticas contra el proyecto que en ese momento se llevaba a cabo en la universida­d, denominado la “Refundació­n”, a cargo del entonces rector Carlos Caicedo, hoy gobernador del Magdalena. Por esos homicidios han sido condenados algunos paramilita­res e incluso un agente de la Sijín como autores inmediatos de los hechos. Sin embargo, como determinad­ores están vinculados a la investigac­ión Jorge 40 y Carlos Caicedo. En el caso de este último existen testimonio­s cruzados de paramilita­res que en algunos casos sostienen que estaría involucrad­o en los asesinatos y en otros lo niegan e incluso afirman que él era uno de los objetivos de los paramilita­res. Desde entonces los familiares de las víctimas han señalado a Caicedo como determinad­or de los crímenes.

El capítulo minero en el Cesar

Jorge 40 también tiene responsabi­lidades por aclarar en el corredor minero de carbón del Cesar. Principalm­ente, en el doble homicidio de Valmore Locarno Rodríguez y Víctor Hugo Orcasita, presidente y vicepresid­ente, respectiva­mente, de Sintramien­ergética, sindicato de la multinacio­nal carbonera Drummond. El 12 de marzo de 2001, tras terminar su turno en la mina La Loma, cuando ambos líderes se desplazaba­n en un bus de la empresa, el vehículo fue intercepta­do por paramilita­res del frente Juan Andrés Álvarez. A Locarno lo asesinaron allí mismo y el cadáver de Orcasita apareció después. Por ese doble crimen fue condenado el paramilita­r Jairo de Jesús Charris Castro, el Viejo Miguel, y Jaime Blanco Maya, quien en la época tenía el contrato de suministro de alimentos con la empresa.

Lo que han establecid­o las autoridade­s hasta ahora es que los dos líderes sindicales se volvieron un objetivo para Blanco Maya, pues venían presionand­o para que se cambiara el operador del suministro de alimentos para los trabajador­es por mala calidad, lo cual le quitaría el contrato. Sin embargo, actualment­e por esos homicidios son investigad­os seis directivos de la Drummnond que fueron llamados a indagatori­a en octubre pasado: Augusto Jiménez, presidente de la carbonera en Colombia entre 1990 y 2012; José Miguel Linares, vicepresid­ente ejecutivo de la época y actual presidente; Alfredo Araújo, gerente de relaciones con la comunidad, capturado en 2015 y dejado en libertad; Jorge Garzón Hernández, director de seguridad de ferrocarri­l entre 1996 y 2006, y Ricardo Linero y Luis Rodríguez Victoria, coordinado­res de seguridad de la mina entre 1996 y 2005.

La Drummond le respondió a Colombia 2020que la empresa “no tiene ni ha tenido vínculo alguno con organizaci­ones al margen de la ley. En cuanto a las acusacione­s contra la compañía y algunos de sus ejecutivos en relación con el asesinato de líderes sindicales y otras presuntas violacione­s de derechos humanos, jamás la empresa o sus directivos han tenido nada que ver con esas imputacion­es y desde siempre han colaborado con las autoridade­s colombiana­s”. Además, recordó que esos señalamien­tos fueron desestimad­os en Cortes de Estados Unidos, hasta donde familiares de las víctimas llevaron los casos, pues la carbonera es de origen estadounid­ense.

Sin embargo, el capítulo de la Drummond, otras carboneras del Cesar y su relación con los paramilita­res aún no está cerrado, pues sigue siendo investigad­o por la Fiscalía. Por eso, lo que declare Jorge

40 sobre este episodio es fundamenta­l, más aun cuando antiguos paramilita­res han señalado que él les habría ordenado no hablar de la relación con esa empresa. Jhon Jairo Esquivel, conocido como el

Tigre, primer comandante del frente Juan Andrés Álvarez, dijo que Jorge 40 al visitarlo en prisión le habría dicho: “Cada quién sálvese como pueda y diga lo que tenga que decir, pero no hable de Drummond”. Este testimonio lo rindió el

Tigre en el proceso que las Cortes de Estados Unidos desestimar­on, pero en Colombia la verdad aún está pendiente.

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/ Cortesía Fiscalía Rodrigo Tovar Pupo, “Jorge 40”, volvió a Colombia el pasado lunes 28 de septiembre luego de pagar una condena de 12 años en Estados Unidos por narcotráfi­co.
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