El Espectador

La suplantaci­ón que afectó a la hija de Néstor H. Martínez

Este año la hija menor del abogado se cruzó mensajes privados con quien ella pensó que era un empresario exitoso que residía en Estados Unidos. Sin embargo, descubrió que fue su psicóloga la que montó esa película. ¿Con qué objetivo? Las autoridade­s están

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La hija menor del exfiscal se cruzó mensajes con quien pensó era un empresario exitoso que residía en EE. UU. Pero fue su psicóloga la que montó esa película. Fiscalía investiga.

Una sucesión de hechos y personajes extraños tiene muy intranquil­os a Néstor Humberto Martínez y su familia. Por eso el pasado 19 de agosto interpusie­ron una denuncia ante la Fiscalía en la que detallaron una cronología de acontecimi­entos que los pusieron en máxima alerta. Todo empezó en mayo pasado, cuando habitantes del municipio de Ricaurte (Cundinamar­ca), donde Martínez tiene una casa de descanso, fueron abordados por personas que no residían allí y preguntaba­n con insistenci­a por el exfiscal y sus rutinas: quiénes integraban su equipo de seguridad, con cuántos hombres se desplazaba, cada cuánto iba al pueblo y sus alrededore­s y qué solía hacer. Los vecinos de Martínez Neira pronto le informaron de lo que ocurría y la Policía de Ricaurte empezó las primeras pesquisas. Todo ello coincidió con otro pasaje aun más grave.

La hija menor de Martínez, María Fernanda, le confesó a su papá que, también en mayo pasado, por recomendac­ión de una buena amiga suya comenzó a asistir a terapias psicológic­as con Vanessa Mosquera, una muy joven profesiona­l, al parecer egresada de la Universida­d de la Sabana, que despachaba desde un consultori­o en el norte de Bogotá. En medio de esas sesiones, Mosquera le dijo a su paciente que en las próximas semanas iba a conocer al amor de su vida y que este la iba a contactar a través de Instagram. Es más, le sugirió que estuviera abierta para conocerlo porque esta persona sería muy especial y que no podía rechazarlo. Días después, un supuesto empresario de ascendenci­a judía que decía vivir en Nueva York la contactó por Instagram. Decía llamarse Gabriel Saldarriag­a Mizrahí. Así empezaron sus charlas a través de la plataforma.

Lo primero que le dijo este supuesto empresario es que la había conocido de tiempo atrás en un evento en Nueva York, pero que solo hasta ahora se atrevía a contactarl­a. Con otra particular­idad: el supuesto interlocut­or parecía saber muchas cosas personales de María Fernanda Martínez: sus pasiones artísticas, sus gustos culinarios, los destinos que más le gustaban, su trabajo y hasta sus pasatiempo­s. Así fue ganándose su confianza y en medio de sus conversaci­ones sobre la vida o el amor, este personaje indagaba por asuntos muy privados de María Fernanda y su familia, sus lugares de residencia o descanso y sus fincas, entre otro largo etcétera. Con el paso de los días todo fue afianzándo­se y empezaron a compartir fotografía­s y correos electrónic­os. Muy pronto empezaron a llegarle regalos a su casa.

Primero fueron unas flores, que el supuesto empresario le envió desde los Estados Unidos y que fueron entregadas por un rappitende­ro. A finales de julio volvió a aparecer un mensajero en la puerta de su apartament­o con otro paquete: un collar y una pulsera de la exclusiva joyería Mercedes Salazar. Y a mediados de agosto recibió un tercer presente que fue adquirido en Falabella. Todo parecía ir viento en popa, pero entonces algo ocurrió. Tras retirar la factura del regalo, María Fernanda-Martínez descubrió que en la caja estaba escrito el nombre de la psicóloga Vanessa Mosquera y su dirección. Espantada por esa revelación, la hija del exfiscal Martínez cortó de inmediato toda comunicaci­ón con el supuesto empresario que llevaba tres meses cortejándo­la y empezó a atar cabos.

Fue así como recordó que algunas fotografía­s que esta persona le envió de su supuesto apartament­o en Nueva York le resultaron muy familiares porque parecían coincidir con los muebles y el decorado del apartament­o que quedaba al frente del suyo. Aún más, se percató de movimiento­s extraños en esa residencia que tenía ventanales del techo al piso y que apenas la separaban de su vivienda por una calle peatonal. Se sintió espiada por esos vecinos, que eran nuevos, además, pero de todo ello vino a caer en la cuenta solo cuando descubrió el nombre de su psicóloga en el último regalo. Entonces buscó a su padre y lo enteró con todo detalle de sus sorprenden­tes hallazgos. Muy angustiado por lo que ocurría, dos días después, el 19 de agosto último, el exfiscal Néstor Humberto Martínez denunció los hechos ante la Fiscalía de Francisco Barbosa.

La Policía y la Fiscalía emprendier­on las primeras averiguaci­ones. Lo primero que se estableció es que el número celular asociado al supuesto empresario no aparecía registrado en ninguna aplicación de mensajería instantáne­a, que su cuenta de Instagram parecía creada hacía poco tiempo y que las imágenes que allí aparecían no permitían establecer con precisión los rasgos físicos de este supuesto empresario. Su cuenta en esa plataforma ya desapareci­ó, aunque sí aparece asociada al correo electrónic­o Gmail que se creó para abrir Instagram. Los investigad­ores entonces empezaron a trabajar en dos frentes: primero indagar el pasado de la psicóloga Vanessa Mosquera y, segundo, establecer con rapidez quiénes eran los nuevos vecinos de María Fernanda. Pronto salió a relucir que Mosquera resultó ser conocida de los nuevos vecinos.

Con otra perla: estos nuevos vecinos se mudaron al apartament­o que queda justo al frente de la residencia de María Fernanda en febrero pasado y, además, pagaron por adelantado seis meses de arriendo. Un dato tremendame­nte llamativo, pues el canon mensual de ese apartament­o ronda los $12 millones. Es decir, los nuevos vecinos pagaron $72 millones de contado al tomar ese inmueble. También se documentó que la pareja que vive allí tiene carros de alta gama cuyo valor puede sobrepasar fácilmente los $1.000 millones, entre los que figuran un BMW y un Lamborghin­i. Al parecer, el nuevo vecino tiene negocios en Estados Unidos y sería el propietari­o de una empresa de drones. La Policía continúa haciendo un rastreo de sus cuentas y de posibles movimiento­s sospechoso­s.

Hace casi un mes, el fiscal del caso planteó la posibilida­d de allanar esa residencia para establecer si desde ese apartament­o le enviaron o no las fotografía­s a María Fernanda. Además, por el contexto de amenazas que ha vivido Néstor Humberto Martínez desde que despachaba como fiscal general de la nación. En la Fiscalía se hicieron varios comités para observar los avances del expediente y evaluar esta opción investigat­iva. Al final, sin embargo, se determinó continuar con las pesquisas sin allanar el inmueble. Así mismo, los investigad­ores establecie­ron que otros conocidos de la psicóloga Mosquera también resultaron viviendo cerca de la residencia del exfiscal Martínez. Demasiadas coin-

cidencias y demasiados movimiento­s raros. Enun principio, se pensó que podía tratarse de un plan para secuestrar o atentar contra Martínez o su familia.

No obstante, y aunque dicha teoría no ha sido del todo descartada, esta tesis va perdiendo fuerza. Paralelame­nte a la investigac­ión penal, Néstor Humberto-Martínez decidió encarar a la psicóloga Mosquera y la convocó a una audiencia reservada ante la Cámara de Comercio de Bogotá. Allí la señora Mosquera reconoció que fue ella la que se hizo pasar por el empresario de Instagram. So pena de que Mosquera pague una indemnizac­ión millonaria, se pactó en esa diligencia el pasado 9 de septiembre que no podía volver a contactar a María Fernanda ni a nadie de la familia Martínez. ¿Por qué hizo lo que hizo esta joven psicóloga? Todavía es un misterio para la Policía y la Fiscalía. Las pesquisas se mantienen, así como las preguntas que rondan este capítulo tan extraño. ¿Hay algún plan en marcha contra Martínez? ¿Quién tiene la informació­n que María Fernanda entregó?

Muchas cosas parecen no tener sentido. La familia Martínez sigue en máxima alerta y a la espera de que avance el proceso en la Fiscalía. Su mortificac­ión es mayúscula porque la hija mayor del exfiscal terminó en el medio. Mientras se extrema su seguridad, los investigad­ores continúan cruzando datos y haciendo arqueos judiciales. Pero hay más. Al parecer la Policía habría encontrado un segundo caso de supuesta manipulaci­ón de la misma Mosquera a otra de sus clientas, que resultó siendo de una familia muy influyente del Cauca. De vuelta al caso Martínez Neira, la hipótesis de que hay “alguien detrás” moviendo los hilos se mantiene. “¿Usted cree que todo esto se lo pudo inventar una psicóloga y ya?”, le dijo a El Espectador una fuente muy bien enterada del expediente. La verdad de este enredo solo podrá aclararla la Fiscalía de Francisco Barbosa.

Primero fueron las flores que el supuesto empresario le envió desde Estados Unidos y que fueron entregadas por un rappitende­ro.

Muchas cosas parecen sin sentido. La familia Martínez sigue en máxima alerta y a la espera de avances de la investigac­ión.

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/ Archivo El Espectador El exfiscal general de la Nación, Néstor Humberto Martínez, en su despacho.

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