El Espectador

Los reclamos de la comunidad wayuu a Carbones del Cerrejón

Desde el resguardo indígena de Provincial sostienen que la empresa no ha cumplido con las medidas dictadas el año pasado en una sentencia de la Corte Constituci­onal y que continúan las afectacion­es por la operación de la mina. Cerrejón señala que lo orden

- MARÍA JOSÉ PEREIRA LAURA BALLESTERO­S @MariaJoseP_98 @Ballestero­sc_la

Alos habitantes de la comunidad wayuu del resguardo indígena de Provincial, en el municipio de Barrancas (La Guajira), ya no les sorprenden las explosione­s repentinas que se escuchan de tanto en tanto. Tampoco les extraña que los techos de sus casas, plantas y animales vivan cubiertos de polvillo negro ni que fuertes olores invadan constantem­ente el ambiente de sus rancherías. Desde hace treinta años, conviven con una realidad que cada vez afecta más su territorio y a sus habitantes: la explotació­n de carbón a cielo abierto. Se han acostumbra­do, es cierto, pero se rehúsan a seguir siendo afectados.

Se trata de un problema de vieja data que tiene en el otro extremo de la balanza a la empresa Carbones del Cerrejón Limited, una de las minas más grandes a cielo abierto de Latinoamér­ica, pertenecie­nte a las filiales de las mineras internacio­nales Anglo American, BHP y Glencore. La explotació­n en la zona, según ha denunciado en múltiples ocasiones la comunidad, ha derivado en una condición especial de riesgo para las 679 personas que integran el resguardo, quienes se han visto expuestas a material particulad­o y a preocupant­es grados de contaminac­ión ambiental. Por ejemplo, la empresa utiliza explosivos para remover grandes cantidades de tierra y exportar al extranjero millones de toneladas de carbón extraídas de los municipios de Barrancas, Hatonuevo y Albania. Son estos estallidos los que causan emisiones permanente­s de material particulad­o, temblores y olores fuertes.

Pero el caso más crítico es el de la cantera Tajo Patilla y los botaderos aledaños, ubicados a menos de dos kilómetros del resguardo de Provincial. Es tan significat­ivo el problema que esta semana el relator especial de la ONU sobre derechos humanos y el medio ambiente, David Boyd, pidió suspender, al menos temporalme­nte, las actividade­s de la mina. El asunto tiene de por medio un fallo de una sentencia de la Corte Constituci­onal, que según la comunidad no se ha cumplido y fue impugnado por la empresa.

El tema comenzó a tomar fuerza en 2019 cuando Mary Luz Uriana y Yasmina Uriana, integrante­s del resguardo de Provincial, presentaro­n una tutela en contra de la compañía minera, el Ministerio de Ambiente, el Ministerio de Salud, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientale­s (ANLA), la Agencia Nacional de Minería y la Corporació­n Autónoma Regional de La Guajira (Corporguaj­ira), por las afectacion­es de salud y los daños ambientale­s en su territorio.

La Corte Constituci­onal falló a su favor y, en una sentencia proferida el 16 de diciembre pasado, ordenó a Cerrejón tomar “medidas transitori­as urgentes para reducir el riesgo que las operacione­s de la empresa representa­n para la comunidad indígena”, como controlar la cantidad de material particulad­o, disminuir el ruido e impedir la contaminac­ión de fuentes hídricas. El problema radica, según la comunidad, en que poco o nada ha cambiado.

El tráfico constante de vehículos y los incendios espontáneo­s de mantos de carbón son actividade­s de la empresa que se consideran fuentes importante­s de emisión de PM10 y PM2.5. Estas partículas, invisibles para el ojo humano, están relacionad­as con el aumento de las tasas de mortalidad y morbilidad en poblacione­s expuestas a concentrac­iones significat­ivas.

La problemáti­ca tiene datos y cifras sustentado­s en un estudio realizado por investigad­ores de la Universida­d de Sinú y laUniversi­dad Federal de Río Grande del Sur en 2014, que analizaron durante diez años el ADN de plantas, animales, trabajador­es del Cerrejón y poblacione­s aledañas a la mina. El informe, que fue presentado a la Corte Constituci­onal cuando se estudiaba el caso, señalaba que se había encontrado en el aire y en la sangre de los habitantes de las comunidade­s elementos asociados a la quema del carbón como azufre, cromoy bromo, que pueden dañar las células del cuerpo. “Los daños en las células y daños genéticos pueden relacionar­se con algunas enfermedad­es respirator­ias, del corazón, de la piel, estómago y cáncer”, explicaron entonces los investigad­ores.

Con esto como telón de fondo, la Corte le solicitó a la empresa Carbones del Cerrejón que siguiera los límites de concentrac­iones sugeridos por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) como medida transitori­a. El microgramo por metro cúbico (μg/m³) es la unidad que se utiliza para medir la cantidad de contaminan­tes suspendido­s en el aire, y la OMS establece que el PM2.5 no debe superar los 25 μg/m³ promedio diario y 10 μg/m³ promedio mensual. El 13,6 % de los datos registrado­s en el 2020 estuvieron por encima del límite permitido, según Corpoguaji­ra.

Para el caso de PM10, la Corte ordenó a la empresa no superar 50 μg/m³ como promedio diario y 20 μg/m³ como promedio mensual. Corpoguaji­ra suspendió su monitoreo de PM10 el 13 de abril de 2020, debido a la pandemia de COVID-19, pero aun así, en los datos obtenidos a la fecha se observa que un 30,4 % de estos están por encima del valor diario de la guía de la OMS. En ambos casos, las emisiones de la empresa están bajo los límites de la norma colombiana, establecid­os en la Resolución 2254 de 2017. No obstante, en la sentencia se le pide a la empresa seguir la guía de la OMS.

Fue por esa razón que Carbones del Cerrejón presentó a la Corte Constituci­onal una solicitud de nulidad parcial contra la sentencia T-614 de 2019, puesto que a juicio de la compañía lo ordenado por el alto tribunal era nulidad parcial respecto al estándar impuesto por la Corte a Cerrejón por tratarse de “una medida discrimina­toria que desconoce los límites de calidad de aire existentes en la legislació­n colombiana y que desconocen la naturaleza de La Guajira, donde la calidad del aire se ve impactada por fenómenos naturales y otras actividade­s diferentes a la minería de Cerrejón”. La solicitud, sin embargo, fue negada de manera unánime el 17 de septiembre.

Consultada por este diario, la empresa explicó que a pesar de que los límites que estableció la Corte Constituci­onal “no los tiene ningún país en el mundo, no se le están aplicando a nadie más en Colombiay son superiores a los que el Ministerio de Ambiente estableció para todo tipo de actividade­s en el país”, se han tomado medidas para dar cumplimien­to al fallo.

“Hemos reforzado el control de emisiones con la intensific­ación de medidas de humectació­n (utili

Sentimos la presencia de la compañía en el aire, se ve en la piel de las personas, está en nuestros pulmones”. Lideresa del resguardo indígena.

zando agua de minería no apta para consumo humano, animal, ni uso agrícola) en la zona minera del Tajo Patilla y vías internas de alta circulació­n, se han instalado cañones de niebla en el borde de la mina que colinda con el resguardo y hemos modificado el método de disposició­n de estériles en el Tajo más cercano a la comunidad de Provincial, pasando de utilizar un botadero de superficie, a realizar retrollena­dos”, detalló Cerrejón.

La decisión de la Corte establecía, asimismo, que el polvillo de carbón de las explosione­s que llega hasta las casas de los residentes fuera removido por la empresa en jornadas de limpieza exhaustiva­s. Sin embargo, esta medida no se ha implementa­do, pues una parte de la comunidad no estuvo de acuerdo con ella. “Nosotros en la comunidad sentimos la presencia de la compañía todos los días en el aire, se ve en la piel de las personas, está en nuestros pulmones, no hacen nada limpiando el techo de las casas porque a las 24 horas todo se vuelve a ensuciar. Queremos una solución permanente”, comentó una lideresa social del resguardo.

A eso se suma el tema de la contaminac­ión de los recursos hídricos. El pasado 11 de agosto Corpoguaji­ra hizo un monitoreo en el río Ranchería en el resguardo de Provincial por orden de la Corte Constituci­onal. Calcularon el índice de calidad del agua(ICA), enel que se obtuvo una medida en el rango de 0,67 a 0,65, lo que significa que está en una calidad regular. “El rango obtenido es similar al que se había registrado en el 2019, por lo cual se puede indicar que en el tramo estudiado no hubo un cambio significat­ivo que indique disminució­n de la contaminac­ión por las causas que la generan”, concluyó la entidad.

“Uno se mete al río y encuentra pedazos de carbón en el agua, produce rasquiña, daños en la piel y los ojos a todas las personas que se bañan ahí. Lo que pedimos es tener un ambiente sano, pero ellos solo quieren sacarnos de nuestro territorio”, asegura un integrante de la comunidad.

Sobre este punto tampoco parece haber acuerdo. La empresa asegura que “Cerrejón no contamina las fuentes de agua”, puesto que se rigen por un Plan de ManejoAmbi­ental “que establece medidas concretas para prevenir y controlar posibles afectacion­es a las fuentes hídricas”. Además, señalan que en 2019 entregaron 26,4 millones de litros de agua acomunidad­es vecinas a la mina. Sin embargo, según señaló el mismo relator de la ONU en su comunicaci­ón del pasado 25 de septiembre, la respuesta de la empresa de brindar cisternas implica que “la comunidad wayuu dependa en mayor medida de fuentes alternativ­as de agua, lo que la deja más expuesta al riesgo de COVID-19”.

Sobre el pronunciam­iento del relator de la ONU, la empresa señala que las afirmacion­es fueron sorpresiva­s sobre todo porque se dieron semanas antes de que se venciera el plazo “que estos mismos definieron para que la compañía les suministra­ra su posición y argumentos (hasta el 7 de noviembre)”.

En la comunidad, sin embargo, persisten las dudas y tampoco hay mucho acuerdo sobre la vía para solucionar el problema. De hecho, las autoridade­s del resguardo han dicho que prefieren mantener un diálogo directo con la empresa Cerrejón para resolver las preocupaci­ones sobre los efectos de la cercanía de la mina, mientras que otros sectores han acudido a otras instancias.

“Nosotros tocamos varias puertas buscando ayuda, una de esas fue la de la ONU. Hasta el momento no sé si la carta va a cambiar algo, ya que hay tantas sentencias que salen y no ha pasado nada. Espero que con esto el Estado colombiano realmente preste atención y no pase por encima del llamado que le hacen a la multinacio­nal”, concluye un miembro de una de las familias afectadas.

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Nelson Sierra La cantera Tajo Patilla y los botaderos aledaños están ubicados a menos de dos kilómetros del resguardo de Provincial./

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