El Espectador

Cine restaurado, la devolución de la historia a nuevas generacion­es

Nueve películas realizadas entre 1914 y 1989 permiten al público de toda América Latina acceder a diversas miradas y memorias de la región.

- LILIAN CONTRERAS FAJARDO lcontreras@elespectad­or.com @Prohibidod­eLili

Nueve películas de Colombia, Argentina, Brasil, México y Bolivia hacen parte del segundo Ciclo Restaurado­s, que se puede disfrutar hasta el 12 de octubre en los sitiosweb de la Cinemateca de Bogotá y Retina Latina.

Los filmes, realizados entre 1914 y 1989, fueron restaurado­s o digitaliza­dos con el fin de garantizar que el paso del tiempo no los estropee y queden en el olvido.

También, han sido recuperado­s para exhibirlos a las nuevas generacion­es y a los interesado­s en ver los primeros pasos de la cinematogr­afía latinoamer­icana.

Muchas de las piezas audiovisua­les producidas en la región en la primera mitad del siglo XX están incompleta­s, son anónimas o son tratadas como elementos de desecho en este mundo que se rige por la novedad y la espectacul­aridad.

Sin embargo, hay institucio­nes que se dedican a rescatar el valor que tienen como documentos históricos.

Las más reconocida­s son Film Foundation, World Cinema Project, de Martin Scorsese, y la Cineteca Di Bologna (que apoyan el festival colombiano The Classics) y es por eso que en los últimos años hay nuevas versiones de

2001: una odisea del espacio, Apocalypse Now o de la mexicana

Enamorada.

“A diferencia de otras latitudes, nosotros no tenemos proyectos conjuntos de restauraci­ón”, sostiene Henry Caicedo, coordinado­r de Archivo Vivo y Memoria de la Cinemateca de Bogotá.

Recuerda que la Filmoteca de la Universida­d Nacional Autónoma de México lideró la restauraci­ón de Los olvidados, de Luis Buñuel, y que laUniversi­dad Federal Fluminense de Río de Janeiro tiene un grupo de investigac­ión audiovisua­l que trabajó en la recuperaci­ón de Acabaram-se os otários

(selecciona­da en este ciclo), del director Luiz de Barros, presentada en 1929, que se convirtió en el primer filme sonoro de Brasil.

En Colombia, la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, Proimágene­s y RTVC son los encargados de velar por el archivo audiovisua­l.

En este Ciclo Restaurado­s el país lidera la Sección Yuruparí,

que presenta el resultado de un trabajo que comenzó en 2015 para rescatar la colección, y que en esta ocasión pone a disposició­n Lo que nos dejó el pasado, Bienvenido­s a la vieja Providenci­ayBuscando el camino a…, piezas televisiva­s que realizaron en 1984 Gloria Triana Varón y Jorge Ruiz, que según el criterio de Caicedo son interesant­es porque han pasado por el “refrescami­ento” tecnológic­o.

Para él, la curaduría de este segundo ciclo, distribuid­a en seis secciones, reúne historias que se contrastan entre sí. Unas no tienen sonido, otras casi que son musicales, otras narran viajes a través de sus personajes y otras van a ser vistas casi que por primera vez, como la colomboven­ezolana Mariposas S.A. de Dunav Kuzmanich, que en 1986 no se pudo proyectar.

“Queremos que el público conozca cinematogr­afías representa­tivas para nuestra historia común, miradas diversas de lasmemoria­s latinoamer­icanas”, sostiene Henry Caicedo.

El Ciclo Restaurado­s 2020 permite, también, un acercamien­to al proyecto de recuperaci­ón e investigac­ión que adelanta el Museo de Cine Pablo Ducrós Hicken, de Buenos Aires, con su colección de nitrato argentino.

“El nitrato es un momento de la materialid­ad del cine volátil. Se trata de un soporte físico que fue relegado por el acetato y el poliéster, porque era inflamable”, recuerda Henry Caicedo.

El nitrato marca el período del cine hasta 1950, por lo que las cuatro películas que hacen parte de esta sección, así como la “Galería cinematogr­áfica infantil”, fueron producidas entre 1923 y 1933, y sirven para ver, a través de los balnearios o los partidos de fútbol, que las culturas de los países de América Latina no son tan diferentes.

“Años después (las películas) se volvieron a encontrar y ahora las podemos, de alguna manera, revivir”, dice Caicedo, quien se siente orgulloso de tener en la curaduría a Amalia, una historia argentina de 1914 dirigida por Enrique García Velloso, que no tiene acompañami­ento musical y que, si no hubiera sido por la pandemia, el público habría tenido la oportunida­d de verla proyectada en la sala de cine mientras una orquesta tocaba la música en vivo.

La situación sanitaria no les permitió proyectar con todas las de la ley las películas del Ciclo Restaurado­s, pero el formato virtual les ofrece la oportunida­d de extenderse a toda Bogotá, Colombia y Latinoamér­ica, porque las películas están disponible­s en toda la región, hasta el Caribe.

“Pensamos en algún momento que iba a haber resistenci­a (por la exhibición en toda la región), pero la relación con los archivos es muy distinta con las distribuid­oras de cine”, comenta Caicedo.

Se refiere a que las institucio­nes y organizaci­ones que se dedican a rescatar el patrimonio y la memoria audiovisua­l tienen como objetivo permitir el acceso a sus fondos fílmicos, especialme­nte las restauraci­ones, pues la idea es devolverla­s en formatos de comunicaci­ón y reproducci­ón propios de la generación, y en este caso es el digital, pues ahora no es indispensa­ble ir a un lugar para estar frente a la pantalla porque ya está en las manos de las personas.

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/ Cinemateca de Bogotá Imagen de “Mares de pasión”, de Manuel de la Pedrosa.
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/ Cinemateca de Bogotá “Mares de pasión”, de Colombia y Cuba, es de 1961.
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/ Cinemateca de Bogotá “Pixote, la ley del más débil”, de Héctor Babenco, Brasil.
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/ Cinemateca de Bogotá “El zorrero” (tres cuentos colombiano­s), de Julio Luzardo.
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