TikTok y WeChat
En estos días, cuando se libran intensas batallas en la guerra comercial entre China y Estados Unidos, el todopoderoso líder chino Xi Jinping goza de excelente salud. Mal momento para que el presidente Trump esté convaleciente.
El pasado 6 de agosto Trump había expedido dos órdenes ejecutivas en contra de las aplicaciones chinas TikTok y WeChat, acusándolas de ser una amenaza para la seguridad nacional, la política exterior y la economía de Estados Unidos. En el término de 45 días estas aplicaciones serían bloqueadas y no podrían procesar transacciones de ciudadanos de ese país ni ser descargadas de las tiendas virtuales.
Pocas horas antes de que se hiciera efectiva la orden en contra de WeChat, una jueza de California la suspendió provisionalmente en protección de la libertad de expresión y con el fin de no afectar a la comunidad china que utiliza esa aplicación para comunicarse. Es una paradoja porque en China los ciudadanos no pueden hacer nada contra la censura que ejercen las autoridades en internet.
En el caso de TikTok también una decisión judicial logró detener la orden del gobierno y se está consolidando un acuerdo para que Oracle y Walmart adquieran el control de esta aplicación en Estados Unidos.
La guerra entre Washington y Beijing —por lo pronto en el campo tecnológico— es bien seria y de insospechadas consecuencias para el mundo entero. Recordemos que hace casi dos años la vicepresidenta de Huawei —hija de su fundador— se encuentra detenida en Canadá y a punto de ser extraditada a los Estados Unidos, en donde se le acusa de permitir que esta empresa violara la prohibición de suministrar tecnología estratégica a enemigos como Irán y Corea del Norte.
El gobierno de Trump ha persuadido a Gran Bretaña y a otros aliados en Europa de no contratar con Huawei las redes y equipos para el despliegue de 5G. A pesar de todo, esta empresa china tiene el 40 % del mercado mundial de telecomunicaciones. Ya es una realidad, el futuro de internet se decidirá entre dos bandos y hay uno que tiene la ventaja de no realizar elecciones cada cuatro años ni televisar debates presidenciales.