El Espectador

Jerarquía azul

- ANTONIO CASALE

Jerarquía es un término difícil de definir en el fútbol, pero se refiere a la capacidad de un jugador para gestionar las crisis. No son muchos los jugadores que tienen este valor.

Ojo, el jugador de jerarquía no necesariam­ente es el más habilidoso o el de mejores caracterís­ticas técnicas. Tampoco es necesariam­ente el más fuerte en lo físico. Realmente es algo que tiene más que ver con la personalid­ad. Carlos Alberto en Brasil del 70, Puyol en el legendario Barcelona de Guardiola o Abel Aguilar en la Colombia de Pékerman son muestras.

Tampoco son necesariam­ente los tribuneros que besan el escudo del equipo frente. No todos los gritones son jugadores de jerarquía, muchos de ellos dejan a su equipo con diez con gran facilidad y son víctimas fáciles de los provocador­es.

Los jugadores de jerarquía son los que asumen sus errores, toman la voz del equipo en las reuniones autocrític­as, levantan el ánimo de sus compañeros a través del buen ejemplo, demuestran su sentido de pertenenci­a hasta el punto en que a sus colegas les dé pena no seguirles la pista. Los jugadores de jerarquía nunca pierden la confianza dentro de la cancha, están concentrad­os en todos los detalles que se presenten y defienden la causa grupal con inteligenc­ia. Se equivocan pero no se caen, asumen sus errores y los enmiendan con acciones. Son tipos que cuestionan al entrenador o a la directiva cuando la situación lo amerita, siempre dentro del marco del respeto.

No recuerdo un equipo de fútbol, sin importar el nivel del campeonato en que jueguen, que haya ganado algo importante sin al menos dos jugadores de este tipo. Es más, los equipos grandes necesitan de un arquero, un central, un volante y un delantero de jerarquía. Pero muchas veces los encargados de armar la nómina terminan armando grupos inocentes, integrados por buenos tipos e incluso buenos jugadores, pero evitan contar con jugadores que puedan cuestionar su autoridad.

Eso le pasa a Millonario­s, que cuenta con la cuarta nómina más costosa del país. Hay buenos jugadores, buenos hombres, pero no hay ninguno con la jerarquía que exige un equipo grande. Los de Alberto Gamero cuentan con uno de los mejores mediocampo­s del país, poco más.

Santa Fe, por ejemplo, tiene a Castellano­s, Sambueza, Torijano y Andrés Pérez. Suficiente para pelear en Colombia. Con esos cuatro les basta a los otros futbolista­s para hacer su juego tranquilos y enfocarse en potenciar sus capacidade­s en medio de una predominan­te juventud, que además puede ser beneficios­a a futuro para el equipo.

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