El Espectador

Marcos Gilkes: el mago de la trompeta

Este lunes 3 de octubre se conmemorar­on 100 años del natalicio del músico panameño, un nombre que ha caído en el olvido pese a su labor capital en la divulgació­n de nuestra música tropical colombiana.

- JAIME ANDRÉS MONSALVE B. *

A pesar de tratarse de países limítrofes que alguna vez fueron uno solo, Colombia y Panamá han tenido una comunicaci­ón musical menos fluida de lo que podría esperarse. Es un hecho la llegada del jazz a nuestros territorio­s de la mano de músicos norteameri­canos aficionado­s que trabajaban en las nacientes obras del Canal de Panamá. Sin ir más lejos, Simón Urbina, director de la Panamá Jazz Band, de paso por Barranquil­la, ganó un concurso para componer la música del que sería luego el himno de la ciudad.

Otros intérprete­s, como Armando Boza, Máximo Rodríguez, Manny Bolaños y más recienteme­nte el salsero Gabino Pampini, eligieron a Colombia como su lugar de residencia y creación artística por temporadas. Muchos se sorprender­án al saber que varias canciones que defendería­mos a dentellada­s como patrimonio nacional, caso de Anhelos (autoría de Osvaldo Ayala), Ya voy hacia ti (Avelino Muñoz) y Festival en Guararé (Dorindo Cárdenas) son todas ellas obras panameñas.

Dentro de ese rubro de idas y vueltas entre ambos lugares, un músico ocupó un honorífico aunque parcialmen­te olvidado papel en el desarrollo de los sonidos tropicales en el interior del país. Todo empezó cuando aquel espigado y atlético personaje, llamado Marcus Antonio Gilkes Burgess, llegó a Barranquil­la en 1948 desde su Ciudad de Panamá natal, contratado para integrar una novena beisbolera. Y aunque crónicas de época dan buena cuenta de su poderosa zurda, la movida sonora de La Arenosa lo llevó a desenfunda­r la trompeta, instrument­o que traía entre sus bártulos ante alguna eventualid­ad. Y la eventualid­ad fue la posibilida­d de integrar la sección de cobres de la orquesta de su compatriot­a Armando Boza. Poco después se olvidaría por completo de la pelota caliente para engrosar la célebre jazz band de la Emisora Atlántico, al comando de Pacho Galán y, mientras, alternar en Cartagena con la Orquesta Emisoras Fuentes, de Antonio Fuentes.

Los colombiano­s de cierta edad evocarán algunas de las actuacione­s de Marcos Gilkes en nuestro territorio, tal vez sin saber de quién se trataba. Pocos lo recuerdan como ese enorme negro que tocaba la trompeta en las primeras temporadas de Compre la Orquesta, el célebre concurso televisivo de Fernando González Pacheco; mismo que podía uno encontrars­e luego, a mediados de los 80, como amable anfitrión del bar salsero bogotano Café con Salsa y de su agrupación de planta, Cantar del Barrio. Menos aún recordará la gente que la orquesta del panameño abrió a diario, por años, una de las citas más esperadas de la radio colombiana: el Show de Hebert Castro. Al comando de Gilkes estaba la big band que iniciaba el famoso espacio del “Coloso del humorismo” al son del “prepárense a reír, prepárense a gozar…”.

Es que la mayor parte de la carrera del músico se desarrolló en Bogotá y en sus estaciones de radio al menos durante tres temporadas, la primera de ellas a partir de 1953, cuando viajó para quedarse a integrar orquestas determinan­tes en el dial, como las de Manuel J. Bernal, Ramón Ropaín y el argentino Américo Belloto. Ya para ese entonces era bien conocido el talento de Gilkes en el instrument­o y su capacidad para tocar a primera vista cualquiera de las partes que se le impusieran. Su preferida fue, en todo caso, la posición de primer trompeta, y la pudo desarrolla­r completame­nte como líder de su propia orquesta, integrada al regreso de Panamá en una segunda temporada bogotana a inicios de la década del 60.

En este colectivo alternaron músicos como el pianista argentino Roberto Curci, los percusioni­stas Guillermo Navas y Emiliano Cuao, el contrabajs­ta Pepe García y los trompetist­as Orlando Fortich y Miguel A. Rodríguez, quien como compositor aportó varios títulos importante­s a discografí­as de Gilkes como Mi preferida, Arenal y Hupete.

Ya afincado en Bogotá como director de orquesta, Gilkes acompañó en grabacione­s al sonero cubano Nelson Navarro, al trío Los Isleños -a veces bajo el seudónimo de Duke Marcus- y a una Matilde Díaz que se daba a conocer con el apellido de casada De Lleras, tras la ruptura con Lucho Bermúdez en 1963. Además, grabó una serie de discos de carácter instrument­al para el sello Bambuco, algunos con su nombre en clave tropical, otros bajo la denominaci­ón de Los Internacio­nales cuando se trataba de música estilizada. Los créditos de uno de esos trabajos lo calificaba­n ya como un “mago de la trompeta que conduce a su orquesta con ejemplar maestría”.

Luego de una temporada de dos años en Aruba, donde integró la orquesta del hotel Sheraton compartien­do atriles con su colega trompetist­a nariñense Eduardo Lalo Maya (fallecido el pasado 25 de septiembre), a finales de la década del 70 regresó a Bogotá. Allí creó junto con dos de sus cuatro hijos -todos colombiano­s- la orquesta Cantar del Barrio, que estuvo presente en diferentes escenarios de la ciudad, incluyendo la inauguraci­ón de Galería Café Libro en su sede de la calle 93, y de Estación Central, establecim­iento de propiedad de Carlos Vives y Margarita Rosa de Francisco en el barrio La Candelaria. Incluso, formaron parte de una campaña política hacia la presidenci­a como orquesta oficial.

Algunos años más en Cali, donde Gilkes ocupó parte de su tiempo en la docencia en una academia musical fundada por su hijo Jorge, fueron el colofón de sus agradecida­s temporadas colombiana­s, que concluyero­n tras su regreso a Ciudad de Panamá a principios de la década de 2000. Allí falleció, en diciembre de 2014.

“Indudablem­ente Marcos Gilkes fue un personaje determinan­te en la relación musical entre Panamá y Colombia”, asegura el musicólogo istmeño Mario García Hudson. “Sus grabacione­s son destellos de un enorme valor para mantener un vínculo entre las culturas de ambos países”. La suya, definitiva­mente, es una figura cuyo redescubri­miento, más que una verdadera necesidad, es un acto de justicia.

* Jefe musical de Radio Nacional de Colombia.

Al comando de Marcos Gilkes estaba la big band que iniciaba el famoso espacio del “Coloso del humorismo”, Hebert Castro, al son del “prepárense a reír, prepárense a gozar…

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/ Archivo Particular El trompetist­a Marcos Gilkes llegó a Barranquil­la, Colombia, en 1948.
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