El Espectador

Aspiramos a la verdad del magnicidio de Álvaro Gómez

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2020, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXII. www.elespectad­or.com

YA ERA HORA DE QUE LOS EXMIEMbros de las Farc dejaran su apatía y arrogancia para empezar a contar, sin tener que ser presionado­s, todo el arsenal de crímenes que tienen por reconocer. Aunque todavía quedan muchísimas preguntas sobre el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado, la aceptación de responsabi­lidad de manera anticipada sobre este y otros casos de gran importanci­a, que además parecían condenados a la impunidad, es un cambio de actitud que debe continuar. Así es como se blinda el Acuerdo de Paz y se demuestra que la justicia transicion­al puede ayudar en la reconstruc­ción del país: cuando hay voluntad de aportar verdad, las viejas heridas se resignific­an y se pueden empezar a sanar.

Nadie lo esperaba. La justicia nunca lo investigó. Desde el Estado, además, está comprobado que se desvió la investigac­ión. El magnicidio de Gómez Hurtado, una de las grandes tragedias nacionales, un hecho que ayudó aún más a la radicaliza­ción del país y a la desestabil­ización institucio­nal, tenía varias hipótesis, pero ninguna pasaba por las Farc. Por eso, cuando la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP) dio a conocer que recibió una confesión, saltaron las preguntas y las dudas. El propio presidente de la República, Iván Duque, dijo que “adjudicars­e esos crímenes, cuando ya hay garantías de que nadie va a pagar cárcel, no deja de generar dudas”.

Sin embargo, pese al sano escepticis­mo, vemos aquí una victoria de la justicia transicion­al. Este es el principio de una conversaci­ón que debimos tener hace mucho. En un comunicado, el partido FARC escribió que quieren “que la familia de Gómez Hurtado y el país conozcan toda la verdad (...) Ante la JEP y la Comisión de la Verdad explicarem­os por qué Álvaro Gómez Hurtado era considerad­o por nuestra organizaci­ón un objetivo militar”. Pero no bastará con eso. El hecho de que el Estado no haya tenido bases para desarrolla­r esa línea de investigac­ión -o a propósito la haya eludidodur­ante todos estos años, de ser verdad esta versión escondería mucha verdad adicional que sería necesario conocer y a la que tendría que contribuir la FARC.

Según la JEP, Pastor Alape, Pablo Catatumbo y Julián Gallo enviaron una carta donde reconocían la responsabi­lidad no solo del magnicidio de Gómez Hurtado, sino de los asesinatos de Hernando Pizarro León-Gómez, José Fedor Rey, Jesús Antonio Bejarano, el general Fernando Landazábal Reyes y Pablo Emilio Guarín. Como contó Colombia 2020 de El Espectador, la decisión de contar esta verdad viene de un debate interno en las Farc desde 2016. En síntesis, no estaban seguros de qué tantas verdades contar. Por fortuna, triunfó la presión y están empezando a hablar. Así debería ser con toda la informació­n que tienen.

Quedan, eso sí, muchas preguntas. La familia de Gómez no acepta la confesión por el momento. Tienen razones de sobra para dudar. Será la fiscalía de la JEP la que deba demostrar que tiene la capacidad técnica para contrastar versiones y para explicarle al país, por fin, qué fue lo que ocurrió. En todo caso, es revelador lo que ocurre cuando se arroja un poco de luz sobre tantos baches oscuros de la historia colombiana.

Pese al sano escepticis­mo, vemos aquí una victoria de la justicia transicion­al. Las Farc no estaban seguras de qué tanto contar, pero triunfó la presión y están empezando”.

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