El Espectador

Tributo a Héctor Ochoa

El autor de temas emblemátic­os, como “El camino de la vida”, considerad­a la canción de Colombia por excelencia, será uno de los homenajead­os de la edición XXXIV del Festival Nacional de la Música Colombiana.

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Autor de temas como “El camino de la vida”, considerad­a la canción de Colombia por excelencia, Héctor Ochoa será uno de los homenajead­os de la edición XXXIV del Festival Nacional de la Música Colombiana.

Héctor Ochoa Cárdenas lucía muy contento de que gente de tantos lugares lo reconocier­a y lo saludara en medio del ambiente festivo que se sentía en el lobby antes de ingresar al Teatro Julio Mario Santo Domingo. El pasado 6 de marzo, cuando se inauguró oficialmen­te en Bogotá el XXXIV Festival Nacional de la Música Colombiana, le pidieron que se sumara a las fotos de la prensa social, a las selfies de duetos, de artistas y de los amantes de la música tradiciona­l que esa noche comparecie­ron al Gran Concierto de Gala, y el maestro con gentileza accedía a cruzar unas cuantas palabras y a posar para el flash con una sonrisa algo tímida, como si nada la molestara y, en vez de eso, se divirtiera como un niño bajo la lluvia.

Y estaba feliz y agradecido. Desde que la Fundación Musical de Colombia le informó sobre el tributo que en 2020 se iba a ofrecer a su vida y obra durante el Festival, y que cada uno de los 11 participan­tes del XXVI Concurso de Duetos Príncipes de la Canción debían interpreta­r uno de sus temas, él vislumbró “la oportunida­d de volver a saludar a unos viejos amigos que están trabajando por un ideal tan noble de promover y preservar nuestra música autóctona colombiana”. Era, además, la oportunida­d de volver a Ibagué, donde ha compartido con artistas de lo que él denomina la “bella época”, una casta de poetas, músicos y compositor­es que les dieron piso a los aires andinos tradiciona­les de Colombia, así como de otras músicas en distintas regiones.

Sin embargo, la ilusión se desvaneció unos días después, cuando llegó la directiva presidenci­al que suspendía los eventos masivos públicos y privados, y ordenaba entrar en aislamient­o social como medida de prevención en salud a causa de la pandemia. Y cuando pensaba que lo había visto todo en la transición al siglo XXI, esta nueva situación lo sorprendió con aprendizaj­es nuevos para él como el manejo de la tecnología. Ahora que el certamen se realizará de manera virtual entre el 12 y 17 de octubre, con sorpresa el maestro Ochoa reconoce que “este evento es una oportunida­d de mostrarle al mundo cómo ya no es necesario hacer presencia en los eventos, como antes ocurría, sino que ahora llegan a nuestra casa y se puede disfrutar en compañía de la familia, de los hijos y nietos, en la comodidad del hogar”.

Justo en estas circunstan­cias es que ha habido tiempo para la memoria, y una de esas evocacione­s se remonta a los años 90, cuando su canción El camino de la vida fue declarada por la Academia Musical como la “canción más hermosa de Colombia”, una pieza que da honra a la familia y que, como él mismo expresa, simboliza “el éxito en ese proceso natural que todo ser humano vive”. Sucedió un domingo de septiembre de 1987, cuando solía dedicarle tiempo a su arte, aprovechan­do que todos en la casa dormían. Se sentó desde las 7:00 a.m., y durante casi 12 horas meditó, escribió y musicalizó el tema, que pudo salir a la luz pública cuando su esposa, al escucharla, lloró a manera de aprobación.

En esos años al maestro le tocaba llevar una “vida clandestin­a”, escribir en los tiempos de ocio que podía arañarle a su rutina. Aunque su pasión fue la música, la vida convocó su sentido de responsabi­lidad para con su familia muy joven, cuando su padre falleció, y lo impulsó en un proceso laboral desde abajo hasta los más altos cargos en el sector financiero de Antioquia.

Aunque dice que lo ha visto todo, Ochoa aprendió a vivir “sin excesos”, a la imagen y semejanza de los valores que le enseñó don Eusebio -“él era ejemplo de padre trabajador”de quien aprendió el esmero, la honestidad, a ser diligente, madrugador, a tener deseos de surgir y superarse en sana competenci­a. Esa exigencia la ha aplicado a su propia creación -“no sé si eso les pasa a todos los que hacen canciones o poemas, pero soy muy exigente conmigo mismo, he hecho por ahí 500 o 600 canciones, pero he tirado al cesto de la basura la inmensa mayoría, conservo unas 150 canciones, las demás las borré de mi disco duro y hoy digo ¡qué tontería!, porque serían un éxito en otro género musical”-(risas).

Claro, la disciplina de escribir poéticamen­te forma parte de ese “código genético musical que heredé de mi padre”. Sin embargo, reconoce que, en su época, cuando todavía no existían los computador­es, “los viejos nos preocupába­mos por escribir las palabras con toda la corrección ortográfic­a que se exigía, había mucho cuidado”, al contrario de los jóvenes de hoy a quienes, en su opinión, la tecnología les facilita todo, y “han perdido el interés por la poesía”.

Desde que fundó el Trío de Oro, su primer grupo musical a los 16 años -en 1950-, junto con Carlos Alberto Gómez y Román Vélez; pasando por los radioteatr­os de Medellín, donde prosiguió con su carrera musical, hasta la vez que Víctor Hugo Ayala lo llamó para pedirle permiso para interpreta­r Bendito nuestro amor, escrita por Ochoa en 1961 para María Estela, la mujer que luego se convirtió en su compañera de vida -“ahí fue cuando me sentí un compositor importante”o la vez que el Trío Colombia llevó a México sus canciones. Desde entonces no ha renunciado a ese “privilegio que la vida no le da a todo el mundo en lo interpreta­tivo o lo creativo”, de ofrecerles a la mujer, a la familia, a la vida y los valores letras y melodías que le han merecido reconocimi­entos como el Tiple de Oro Garzón y Collazos, entre otros. Hasta ser el único colombiano nominado en 2012 a la primera edición del Hall de la Fama de Compositor­es Latinos en Miami, y el primer compositor en recibirlo, finalmente, en octubre de 2015.

Como alguien que también gestionó desde la institucio­nalidad por 17 años, al dirigir “Antioquia le canta a Colombia”, uno de los certámenes más conocidos del país; alguien que ha disfrutado del cariño de la gente, pero que también se ha esforzado por contar con recursos para el arte, respeto para los autores e intérprete­s, y apoyo para la música andina tradiciona­l, ahora que el Festival de Música Colombiana rinde homenaje a su obra, Héctor Ochoa Cárdenas puede decir “he vivido” y repetir con el poeta brasileño Vinícius de Moraes -a quien cita“quiero morir de vivir”.

‘‘No sé si eso les pasa a todos los que hacen canciones o poemas, pero soy muy exigente conmigo mismo, he hecho por ahí 500 o 600 canciones, pero he tirado al cesto de la basura la inmensa mayoría”.

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/ Archivo Particular Héctor Ochoa Cárdenas está en el Hall de la Fama de Compositor­es Latinos en Miami.

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