El Espectador

“Falta tiempo para cicatrizar las heridas de la guerra”

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El exministro Juan Fernando Cristo habla de la estremeced­ora confesión del Partido FARC y de uno de sus senadores, “Carlos Antonio Lozada”, sobre el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado y otros cinco asesinatos. Analiza las reacciones del Gobierno a esa declaració­n, negando, “a priori”, que sea cierta. Comenta también las consecuenc­ias judiciales para los declarante­s y afirma que “no hay duda” de la competenci­a de la JEP en estos casos. El país todavía se encuentra estupefact­o con la confesión de las Farc sobre los asesinatos de Álvaro Gómez Hurtado, el general Landazábal, Jesús Bejarano, dos disidentes de las Farc y un político con cercanías paramilita­res. ¿Cómo recibió esa confesión?

Inicialmen­te, con mucha sorpresa e incredulid­ad. Nunca había escuchado una versión en ese sentido. Después las Farc entregaron la carta a la JEP reconocien­do responsabi­lidad y, luego, el propio Carlos Antonio Lozada confesó su participac­ión directa. Hoy, tras este acelerado proceso de revelacion­es en que, además, se descubre la existencia del libro de cartas de Tirofijo, las declaracio­nes de hace unos años de un desmoviliz­ado y de un exoficial del Ejército, no se entiende cómo en estos 25 años no se investigó a fondo esta hipótesis ni las que hubo sobre los casos de las otras víctimas. Habrá que esperar la comparecen­cia de las Farc ante la JEP para que cuenten toda la verdad y esta sea confrontad­a judicialme­nte. Ahora, no se comprender­ía para qué un senador y jefe político del nuevo Partido FARC se atribuiría semejante responsabi­lidad en vano, en uno de los hechos más ignominios­os de la historia de Colombia.

Entonces, para usted, ¿es más creíble la declaració­n de las Farc después de la autoincrim­inación de “Lozada”? ¿La situación judicial de este cambia por su confesión?

Sin duda es mucho más creíble. Ya no se trata de un reconocimi­ento colectivo frente al que muchos pensaron que se iba a señalar como responsabl­es a los comandante­s de las Farc ya fallecidos: reconoce responsabi­lidad un jefe político actual de los más importante­s en su colectivid­ad. No encuentro razones sensatas para dudar de su versión. Espero que confiese todos los detalles ante su juez constituci­onal. Precisamen­te, ese es el objetivo de la JEP.

Empieza a concretars­e una de las razones de los Acuerdos: conocer la verdad de la guerra. ¿Por qué las Farc iniciarían el desarrollo de esa verdad con un hecho tan grave?

Ellos no iniciaron el reconocimi­ento de la verdad con este crimen. Recuerde que antes habían avanzado en hechos tan graves como el atentado criminal al club El Nogal o el asesinato de los diputados del Valle del Cauca, el reclutamie­nto forzado de menores y los secuestros. Francament­e, respecto de este crimen en particular, no encuentro motivo para que las Farc y, en especial, Lozada se atribuyan un magnicidio de tal dimensión si no fuera cierto. No conozco que haya ninguna motivación distinta a la de cumplir con lo pactado en los Acuerdos, aunque hay rumores sobre enfrentami­entos y divisiones entre quienes se apartaron de los Acuerdos y quienes lo están cumpliendo. Esa es una de las preguntas que el propio Lozada deberá responder ante la JEP.

En cuanto a las presuntas divisiones internas entre exmiembros de las antiguas Farc, ¿ha hablado con Piedad Córdoba? Ella parecía tener pistas certeras sobre lo que sucedería. ¿Ella estaría notificand­o al Partido Fuerza Alternativ­a?

Hace mucho tiempo no hablo con Piedad. No tengo idea. Es una buena pregunta para ella.

Se ha dicho que la cita en su casa con el expresiden­te Santos y algunos miembros del Partido FARC era para hablar de este tema. ¿Cuál era el motivo de la reunión con los firmantes del Acuerdo de Paz?

Como lo señalamos con el expresiden­te Santos, se trató de una reunión de las varias que se han hecho en los últimos años con los negociador­es del Acuerdo de Paz para discutir la imperiosa necesidad de que las Farc asumieran un claro compromiso con la verdad en sus comparecen­cias ante la JEP, ya que muchos sectores de la sociedad considerab­an, con razón, que no lo estaban haciendo. Fue una reunión con discusione­s y debates muy fuertes que esperamos haya contribuid­o a la deliberaci­ón interna entre ellos, como se vio en los días siguientes.

¿Allí se habló del caso Gómez Hurtado o de otros crímenes en particular?

Nunca se habló ni de ese crimen ni de ninguno en particular, sino de la necesidad de contar toda la verdad ante la JEP.

Con los días se ha pasado de “nunca hubo pistas que condujeran a las Farc” a “se había dicho” o “se había encontrado que...” Una de las versiones indicaría que en la mesa de La Habana se había hablado de ese magnicidio. ¿Alguna vez se trató este tema con usted o su grupo, o supo sobre ese caso?

Estuve en la recta final y en las renegociac­iones del nuevo Acuerdo y nunca escuché nada sobre este crimen.

¿Cuáles son las sanciones previstas en el Acuerdo cuando los comparecie­ntes confiesan uno o varios crímenes?

Las sanciones propias del sistema para quienes reconozcan responsabi­lidad son de 5 a 8 años de restricció­n de libertad.

¿Quiere decir que “Lozada”, cuyo nombre de pila es Julián Gallo, tendría que someterse a entre 5 y 8 años de “restricció­n de la libertad”?

Según los Acuerdos y las normas aprobadas por el Congreso, quienes reconocen tempraname­nte ante la JEP todos los crímenes que cometieron con ocasión del conflicto tienen esa sanción. Significa que el Tribunal de la JEP impondrá una efectiva restricció­n de la libertad en un lugar geográfico determinad­o, la obligación de pedir autorizaci­ón para salir de ese sitio y el cumplimien­to de medidas de reparación restaurati­va para las víctimas de sus crímenes. Ese catálogo de sanciones tendrán un monitoreo por parte de la Misión de Verificaci­ón de Naciones Unidas, cuyas caracterís­ticas deben definir la ONU y el Gobierno.

En el marco de lo que acordado, ¿tiene sentido, entonces, pedir el retiro de la curul de “Lozada” como lo está diciendo la Casa de Nariño? La confesión de crímenes por parte de guerriller­os y también de militares, ¿se

‘‘Las sanciones propias del sistema (de justicia transicion­al) para quienes reconozcan responsabi­lidad son de 5 a 8 años de restricció­n de la libertad”.

‘‘Reconoce responsabi­lidad (sobre el magnicidio) un jefe político actual de los más importante­s en su colectivid­ad (‘Lozada’). No encuentro razones sensatas para dudar de su versión”.

castiga o se reconoce como cumplimien­to de lo firmado?

La intención de quitarles sus curules a las Farc no es nueva. Es la posición del Gobierno, reiterada hace poco en un informe de balance de la implementa­ción. El reconocimi­ento de la verdad en el posconflic­to es muy doloroso para toda sociedad, pero es necesario. Nos falta mucha verdad aún, no solo de las Farc, sino también del Eln, de los “paras”, de los agentes del Estado y de los financiado­res de la guerra. Las reacciones de la ciudadanía, las víctimas y sus familias ante esa verdad son comprensib­les. En mi concepto, nos falta tiempo para cicatrizar las heridas de una larga y bárbara guerra. Pero la justicia transicion­al se creó precisamen­te para buscar esa verdad y con esas confesione­s se cumple lo pactado.

La reacción a la confesión de las Farc es rara: se exige, con razón, que los guerriller­os confiesen sus crímenes, pero en cuanto lo hacen no les creen. En su opinión, ¿esa es una posición política para no reconocerl­e un triunfo al Acuerdo o es una actitud defensiva con el fin de no aceptar que las hipótesis, durante 25 años, sobre los presuntos responsabl­es del magnicidio eran erróneas?

En el caso del Gobierno, más que rara es esquizofré­nica. Duque sale, un día, a dar instruccio­nes a la JEP de excluir a los integrante­s de las Farc de esa Jurisdicci­ón por no decir la verdad. Y al día siguiente su comisionad­o de Paz plantea que, ante esa confesión, la JEP debe sacar de inmediato a Lozada del Congreso. En ambos casos es una interferen­cia inaceptabl­e en asuntos de la justicia. Y al fin, ¿las Farc dicen verdades o mentiras? Por eso lo razonable y sensato es permitir que la JEP avance en el caso sin presiones indebidas. No sabe uno si esas posiciones son fruto de la ignorancia de los Acuerdos o de una mala fe deliberada con la intención de continuar sus ataques al Acuerdo. Ahora pretenden que la JEP resuelva en 8 días lo que la justicia ordinaria no ha resuelto en 25 años. Increíble.

Los seis asesinatos declarados por las Farc constituye­n una seria prueba para el sistema de justicia transicion­al, pero el presidente y el fiscal han dicho que la competenci­a es de la justicia ordinaria. ¿Cabe el conflicto entre la JEP y la Fiscalía o el texto del Acuerdo de Paz resuelve la duda?

No solo en el texto del Acuerdo, sino en las normas constituci­onales y legales que crearon la JEP: no hay duda de la competenci­a de la JEP frente a los integrante­s de las Farc que pudieron participar en el magnicidio. Caso distinto es sobre quienes no tienen esa condición y están en indagación en la Fiscalía. Sobre estos últimos, la justicia ordinaria mantiene competenci­a y la propia Comisión de Acusación. Y usted tiene razón: esta es una seria prueba para la JEP.

La campaña presidenci­al de 2022 arrancó muy temprano. Hasta del ministro de Defensa se dice que está en la competenci­a. Usted se retiró del Partido Liberal. ¿Qué va a hacer?

Es prematuro hablar de campañas mientras la gente lucha por evitar el contagio de coronaviru­s y para no morir de hambre ante la crisis social profunda que vivimos. El año entrante tomaré decisiones, pero, sin duda, participar­é en la construcci­ón del gran acuerdo de fuerzas de oposición de centro izquierda. La candidatur­a presidenci­al es una opción, no una obsesión. En estos dos años el país retrocedió en términos de pobreza y en garantías a las libertades y los derechos. Por eso debemos hacer un acuerdo de mínimos que comience con la defensa de la Constituci­ón del 91, del Estado social de derecho, la vida, la democracia y la paz que estarán en juego en 2022, amenazados por un proyecto autoritari­o de extrema derecha. Solo con la conducta de desacatar decisiones de las cortes Duque ha ido, incluso, más lejos que Uribe en cuanto a interferen­cias y ataques a la justicia. Por eso no puede volver a suceder lo de 2018. Estaré en la posición que sea más útil para construir consensos vitales para el futuro de la democracia de este país.

La tensión social y el rumbo que parece estar tomando el gobierno Duque, por su desacato a los fallos judiciales o por sus declaracio­nes contra algunas decisiones de la justicia, no auguran unos años fáciles. ¿Cree que habrá

elecciones presidenci­ales libres y sin presiones en 2022?

Quedan menos de dos años a este Gobierno y presiento que cada día adoptará posiciones más autoritari­as de irrespeto a la institucio­nalidad y a la movilizaci­ón ciudadana pacífica. Pero creo que las institucio­nes sobrevivir­án y tendremos una transición democrátic­a como está contemplad­o en la Constituci­ón. Ni siquiera quiero pensar en algo distinto que sería horrible para el país. Pero hay que estar alerta, porque no son positivas las señales. Asistimos a una “madurizaci­ón” del Gobierno. Y a Colombia no le conviene ni Maduro ni Duque. Hay que cambiar esta administra­ción con participac­ión democrátic­a y con votos. Pero no hay que olvidar que aunque el uribismo es muy malo para gobernar, es bueno para hacer campaña.

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