El Espectador

La focalizaci­ón de subsidios no es un instrument­o efectivo en Colombia

- LA COLUMNA DEL LECTOR ANDREA MADERO VALLE

LOS PROGRAMAS SUBSIdiado­s han sido centro de atención en muchas políticas públicas desde su existencia. El sistema de focalizaci­ón ha generado un servicio altamente deficitari­o padecido por el Sisbén y la estratific­ación socioeconó­mica, donde se excluyen algunos indicadore­s relevantes como el nivel de ingresos de las personas.

Uno de los discursos que instaló el gobierno Samper fue la idea de la focalizaci­ón de los subsidios, un gasto social orientado a mejorar las condicione­s de vida de la población más pobre y vulnerable. Todo este concepto cambia cuando vemos las cifras reveladora­s que nos indica el Sisbén, cuyo número de inscritos llega a 36,7 millones (75 % de la población), sin embargo, aquellos en pobreza monetaria tan solo son 13,3 millones (28 % de la población) y aquellos en pobreza extrema (con recursos solo para alimentars­e) son cuatro millones (8,5 % de la población).

Uno de los criterios principale­s para la estratific­ación socioeconó­mica son las caracterís­ticas de la vivienda y su entorno urbano-rural. Esta clasificac­ión permite tener una referencia para el cobro de los servicios públicos domiciliar­ios, asignándol­es subsidios a los estratos 1-3 y cobrando sobrecosto­s a los estratos 5-6. El principal problema de este instrument­o de focalizaci­ón es que, en su estudio, no tiene en cuenta los ingresos económicos de cada hogar y, por lo tanto, solo se basa en la zona geográfica en donde se encuentra un hogar y su fachada.

Según el DNP y el DANE, los cálculos indican que el 72 % de los colombiano­s habitan en los estratos 1, 2 y 3, recibiendo un subsidio en los pagos de los servicios públicos domiciliar­ios del 50, 40 y 15 % respectiva­mente. Es decir, la población que recibe subsidios en el pago de los servicios públicos domiciliar­ios es de, aproximada­mente, 35 millones, cifra inferior a los 36,7 millones de afiliados al

Sisbén.

Existen entonces, varias incongruen­cias entre el número de beneficiar­ios de los programas sociales versus la población beneficiad­a por la asignación de estratific­ación socioeconó­mica. Sin embargo, esta distorsión se acentúa aún más cuando vemos que el DNP ha encontrado que muchas personas inscritas en los programas sociales se han vuelto permanente­s, a pesar de que son participan­tes activos en el mercado laboral y reciben un ingreso por encima de la línea de pobreza.

Es evidente que a Colombia le urge mejorar la focalizaci­ón de subsidios, sobre todo, en la coyuntura que vive el país, donde el Gobierno ha entregado una gran cantidad de ayudas a los beneficiar­ios de los programas sociales. Por eso, para optimizar la forma en que se establecen los criterios de subsidios, primero, se deben tener en cuenta los ingresos de las personas cuando cotizan en salud y pensión. Un punto débil de esto es que muchas personas no cotizan porque son trabajador­es informales. La segunda forma es centraliza­r las afiliacion­es a los programas sociales, para evitar medidas con intereses políticos, y la última es el principio de buena fe, un concepto difícil de aplicar en un país que se enorgullec­e de su ingenio para conseguir las cosas y en el que se profesa el famoso refrán: “El vivo vive del bobo”.

‘‘Es evidente que a Colombia le urge mejorar la focalizaci­ón de subsidios, sobre todo en la coyuntura que vive el país, cuando el Gobierno ha entregado una gran cantidad de ayudas a los beneficiar­ios de programas sociales”.

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