El Espectador

“Enough is enough”

- A MANO ALZADA FERNANDO BARBOSA

ENOUGH IS ENOUGH! FUERON LAS palabras del embajador de China, Zhang Jun, en la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas del pasado 24 de septiembre. Zhang se dirigía a Estados Unidos y a la campaña de desprestig­io de ese gobierno en contra de los chinos. El presidente Trump, el secretario de Estado, Pompeo, y en general toda la administra­ción han enfilado sus baterías con tal propósito y sin reparos en el uso de verdades, medias verdades y falsedades. La reacción del diplomátic­o chino es un síntoma de que la copa está por rebosarse y que el juego sucio podría jugarle al mundo una mala pasada.

Una mirada más amplia, de otra parte, nos revela la agobiante andanada de insensatec­es que nos salpica a todos, allá, aquí y en todas partes. Son los insultos y no las ideas las que alimentan los debates y los que logran capturar votos y adeptos. Así la situación tenga una explicació­n, por supuesto, no justifica los métodos empleados para remediarla. Los vaivenes del progreso que permiten que unos suban y otros bajen cuando se avivan o desestimul­an la competenci­a y la innovación. Circunstan­cia bien ejemplific­ada por el presidente Carter al afirmar que mientras Estados Unidos se empecinó en hacer guerras por el mundo, los chinos se dedicaron a construir país. Y ahora sus actos les están pasando la cuenta.

El riesgo es que las rivalidade­s han tensado el hilo entre las realidades y los deseos a tal punto que en cualquier momento puede reventarse. Y ello nos lleva a pensar en las Catilinari­as. En el año 63, exasperado el cónsul Cicerón con las temeridade­s del senador Catilina, pronunció uno de sus más famosos discursos: “¿Hasta cuándo has de abusar de nuestra paciencia, Catilina? ¿Cuándo nos veremos libres de tus sediciosos intentos? ¿A qué extremos se arrojará tu desenfrena­da audacia? ¿No te arredran ni la nocturna guardia del Palatino, ni la vigilancia en la ciudad, ni la alarma del pueblo, ni el acuerdo de todos los hombres honrados, ni este protegidís­imo lugar donde el

Senado se reúne, ni las miradas y semblantes de todos los senadores? ¿No comprendes que tus designios están descubiert­os?”.

En un reciente reporte de la Cámara de Representa­ntes en Washington, con claridad se reconoce que “sin un realineami­ento significat­ivo de recursos (particular­mente los relacionad­os con la inteligenc­ia), el gobierno norteameri­cano no logrará alcanzar los resultados requeridos para permitirle competir con China”. Esta afirmación ilustra bien las realidades en que se encuentran y los afanes y las presiones políticas que se generan. Ahora, cuando el observador registra que a estas dificultad­es se contesta mal -con descalific­aciones, con mentiras o falsas verdades-, se hace evidente el aumento de la desconfian­za que surge de la incapacida­d de responder con propiedad a retos tan sensibles.

En tal contexto, el “suficiente” del embajador Zhang insta a una reflexión entre nosotros los colombiano­s, inmersos como estamos en escenarios de contradicc­iones muy similares. “Suficiente ya” resulta una condición indispensa­ble para recuperar la confianza en un país, el nuestro, que se deteriora a pasos agigantado­s.

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