El general de los narcos
Desde hace una década, agentes antinarcóticos de Estados Unidos intentaban descifrar el misterio del “Padrino”, un poderoso actor en el mundo del narcotráfico en México. Una sorpresa.
Durante años, agentes de Estados Unidos intentaron descifrar el misterio del “Padrino”, un poderoso actor del narcotráfico. Es Salvador Cienfuegos, exjefe de Defensa de México.
Los agentes de seguridad estadounidenses escuchaban en un teléfono intervenido las conversaciones de los miembros de un cartel que hablaban de una figura poderosa y sospechosa conocida como el Padrino. Los agentes llevaban meses tras sus pasos y sospechaban que este personaje central del narcotráfico era, en realidad, un alto funcionario del ejército mexicano.
De pronto, una de las personas bajo escucha les dijo a sus compañeros del cartel que el Padrino justo estaba en la televisión en ese momento. Los agentes rápidamente consultaron de quién se trataba y se dieron cuenta de que era el secretario de Defensa, el general Salvador Cienfuegos, según cuatro funcionarios estadounidenses involucrados en la investigación. En ese momento, dicen las autoridades, finalmente confirmaron que el misterioso patrón de uno de los carteles más violentos del narcotráfico en realidad era el líder encargado de la guerra contra el crimen organizado de México.
Fue una sorprendente muestra de la profundidad con que se extienden los tentáculos del crimen organizado en México, y el jueves por la noche el general Cienfuegos fue detenido por autoridades de Estados Unidos en el aeropuerto de Los Ángeles mientras viajaba con su familia.
Cienfuegos, secretario de Defensa de México de 2012 a 2018, está acusado de lavado de dinero, tráfico de heroína, cocaína, metanfetamina y marihuana desde finales de 2015 hasta principios de 2017, según la denuncia presentada y ahora divulgada en el Distrito Este de Nueva York.
Los cargos son el resultado de la “Operación Padrino” que se llevó a cabo durante varios años. Los funcionarios dicen que el general Cienfuegos ayudó al cartel H-2, un grupo criminal que cometió terribles actos de violencia como parte de su negocio de narcotráfico, con sus envíos marítimos. A cambio de lucrativos sobornos, dicen los funcionarios, Cienfuegos también desvió operativos del ejército dirigidos al cartel hacia sus rivales.
La noticia no solo empaña la lucha de México contra el crimen organizado, sino que también subraya el alcance de la corrupción de los más altos niveles del gobierno. El general Cienfuegos fue ministro de
Defensa del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018). Es difícil exagerar el daño causado a México. El arresto del general Cienfuegos se produce solo 10 meses después de que otro alto funcionario mexicano -que dirigió el equivalente mexicano del FBI- fuera acusado en Nueva York de aceptar sobornos mientras estaba en el cargo para proteger al cartel de drogas de Sinaloa, una de las mafias criminales más poderosas de México.
El funcionario Genaro García Luna se desempeñó como jefe de la Agencia Federal de Investigación de México de 2001 a 2005 y durante los seis años siguientes fue secretario de Seguridad Pública de México, un cargo a nivel de gabinete. En esa posición tuvo la tarea de ayudar al presidente de entonces, Felipe Calderón, a crear su estrategia para combatir los carteles de la droga de su país.
Si ambos hombres son sentenciados, significaría que dos de las figuras de más alto rango y con más respeto entre los comandantes que supervisaron la guerra de México contra el narcotráfico trabajaban en conjunto con el crimen organizado y ayudaron a que los carteles continuaran asesinando a una cantidad récord de mexicanos.
Ambos casos ponen también en entredicho el papel de Estados Unidos en la guerra contra el narcotráfico. Durante años, los oficiales estadounidenses han influido en la formulación y el financiamiento de las estrategias de México y han dependido de sus contrapartes mexicanas para ejecutar operaciones, recabar inteligencia y, en general, cooperar en materia de seguridad. Si las acusaciones se sostienen, algunos de esos mismos líderes mexicanos estaban jugando para dos bandos. “La dificultad de trabajar en México, donde hay este nivel de corrupción, es que nunca sabes realmente con quién trabajas”, dijo Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la Agencia de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA.
De presencia volátil, el general Cienfuegos era símbolo del papel del ejército en México. Los comandantes suelen gozar de una gran autonomía, rara vez ceden a las presiones políticas y disfrutan de la protección presidencial. “Nunca ha habido un secretario de Defensa arrestado en México”, dijo Jorge Castañeda, exsecretario de Relaciones Exteriores. “El secretario de Defensa en México es un tipo que no solo dirige el ejército y es un militar, sino que informa directamente al presidente. No hay nadie por encima de él excepto el presidente”. Debido a ese poder y autonomía, los analistas y otros observadores hace tiempo que sospechaban sobre la posibilidad de que los altos líderes participaran de la corrupción. Pero, debido a su estatus tan alto, nadie se atrevía a investigarlos, al menos no en México.
El arresto de Cienfuegos data de una investigación de 2013 liderada por Estados Unidos sobre un cartel de drogas encabezado por Fausto Isidro Meza Flores, sucesor de la otrora poderosa organización Beltrán-Leyva, según funcionarios de seguridad estadounidenses.
Según los registros, en un momento, Cienfuegos alertó al cartel de que existía una investigación estadounidense sobre sus actividades, lo que los llevó a matar a un compañero que creían, de manera equivocada, compartía información con las autoridades.
››Cienfuegos participó en la corrupción de otros funcionarios mexicanos al presentarles a integrantes de alto nivel del cartel que hicieran favores a cambio de sobornos.