El Espectador

Miami vice

Un equipo de investigad­ores de “El Nuevo Herald” y el “Miami Herald”, junto con periodista­s independie­ntes, documentar­on cómo políticos y magnates en líos judiciales han logrado anticipars­e a los obstáculos migratorio­s del presidente Donald Trump.

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“El Nuevo Herald” y el “Miami Herald”, junto con periodista­s independie­ntes, documentar­on cómo políticos y magnates latinoamer­icanos han logrado anticipars­e a los obstáculos migratorio­s del presidente Donald Trump, mientras obstaculiz­an las investigac­iones penales en sus países de origen y usan sus fortunas para adquirir visas y residencia permanente.

Donald Trump ganó la presidenci­a de Estados Unidos, en gran parte, criticando a las “ciudades santuario”, los refugiados y a los inmigrante­s. Y lo está intentando nuevamente en su campaña para la reelección. Su muro fronterizo, financiado por contribuye­ntes y no por México, sigue bajo construcci­ón a pesar del reciente escándalo que involucró a su exasesor de campaña. Su gobierno aumentó drásticame­nte las tarifas para los solicitant­es de asilo y quienes buscan la residencia permanente. También ha separado a miles de familias en la frontera sur del país. Si su predecesor, Barack Obama, se ganó el apodo de “deportador en jefe”, Trump ha empujado las deportacio­nes a límites nunca vistos.

Sin embargo, desde hace ya muchos años y gobiernos, existe un grupo que se cuela por las rendijas: miembros de las élites latinoamer­icanas que encabezan la lista de políticos y magnates empresaria­les con sede en Miami, quienes siempre están un paso adelante de las autoridade­s. Estos expatriado­s utilizan sus fortunas y conexiones para adquirir visas, asilo y residencia permanente.

A pesar de que el presidente Trump suspendió una gran parte de la inmigració­n legal a raíz de la pandemia, en septiembre el Congreso aprobó extender el controvert­ido programa de visas para inversioni­stas, mejor conocido como EB-5 hasta finales de este año.

Una investigac­ión realizada por El Nuevo Herald yel Miami Herald, junto con Aristegui Noticias en México y un binomio de periodista­s independie­ntes en Colombia, documenta cómo extranjero­s de Bolivia, Ecuador, Colombia, Guatemala, México y Venezuela han logrado anticipars­e a las autoridade­s migratoria­s en Estados Unidos mientras obstaculiz­an las investigac­iones penales en sus países de origen.

Ponerle el dedo

Cuando la ley o las autoridade­s migratoria­s están cada vez más cerca, los cleptócrat­as pueden recurrir al método más viejo del manual: delatar a los demás. El colombiano Alejandro Lyons Muskus pensó que testificar en contra de otros peces más gordos sería su escapatori­a. El exgobernad­or fue reclutado como fuente confidenci­al por agentes federales en 2017 en Miami, donde residía desde que en Colombia se descubrier­a su involucram­iento con varias tramas de malversaci­ón de fondos. Uno de los escándalos más sonoros incluye el cartel de la hemofilia, donde se desviaron fondos o se efectuaron cobros por servicios inexistent­es.

Lyons cumplió un papel clave en el arresto de un exzar anticorrup­ción colombiano, Luis Gustavo Moreno Rivera, que se declaró culpable de un cargo de conspiraci­ón de lavado de dinero por aceptar un soborno de Lyons en el Dolphin Mall en Miami. Fue ahí que las cosas se tornaron interesant­es. Como muchos otros que se convierten en informante­s confidenci­ales del gobierno, él podría haberse construido una nueva vida en Miami o mudarse a otra ciudad bajo una nueva identidad. No había cometido ningún delito a sabiendas en Estados Unidos.

Fue en ese entonces que, según fuentes colombiana­s, la DEA descubrió que Lyons le había mentido. En agosto del año pasado, oficiales de inmigració­n arrestaron a Lyons para deportarlo, un cuento aleccionad­or de lo que puede llegar a suceder a quienes hacen un trato, pero no lo cumplen. Sin embargo, antes de que pudiera ser deportado fue puesto en libertad. Durante meses, el Herald buscó el paradero de Lyons y rastreó sus activos. Solo encontró SRL inactivas, incluida una empresa registrada a nombre de una supuesta novia. Su esposa y sus tres hijos regresaron a Colombia.

Al margen de la refriega

Durante 17 años, el expresiden­te boliviano Gonzalo Goni Sánchez de Lozada y su exministro de defensa José Carlos Sánchez Berzaín han enfrentado acusacione­s por autorizar a militares a usar fuerza letal contra civiles, la mayoría indígenas aymaras. Sesenta y siete personas murieron y cientos resultaron heridas en octubre de 2003, según informes noticiosos. Sin embargo, Sánchez Berzaín ha puesto en tela de juicio esta cifra y si él fue el que dirigió las acciones de los militares.

En el pico de la crisis, el proestadou­nidense de Sánchez de Lozada renunció y huyó con Sánchez Berzaín con ayuda del Departamen­to de Estado, según muestran los documentos. Desde 2003 viven en Maryland y el sur de Florida, respectiva­mente. Sánchez Berzaín solicitó asilo en 2006, diciendo que sería torturado por secuaces del presidente Evo Morales. Su solicitud fue aprobada en mayo de 2007.

Más tarde ese año, la Corte Suprema de Bolivia le permitió al fiscal general del país acusar formalment­e a Sánchez de Lozada y Sánchez Berzaín por múltiples cargos, incluido el genocidio, y a pedir su extradició­n. La solicitud fue denegada en 2012. Bolivia volvió a solicitarl­a en 2014. Para ese entonces

Sánchez Berzaín hacía mucho tiempo estaba encaminado hacia la residencia permanente.

Sánchez Berzaín y Sánchez de Lozada han prosperado en su nuevo país. Junto a su cuñado, Sánchez Berzaín está asociado a varias SRL a través de las cuales se han comprado diversas propiedade­s. También encontró su nicho como un cruzado anticomuni­sta entre los cubanos y venezolano­s exiliados, abriendo un centro político llamado Instituto Interameri­cano para la Democracia. También escribe artículos de opinión en contra del socialismo del siglo XXI, al que llama “castrochav­ismo”.

El panorama se complicó desde que la Clínica Internacio­nal de Derechos Humanos de Harvard Law School presentara una denuncia civil en virtud de la Ley de Protección de Víctimas de Tortura de 1992, que permite demandas civiles en Estados Unidos contra personas que, actuando en calidad oficial para cualquier nación extranjera, cometieron tortura o ejecucione­s extrajudic­iales. El litigio comenzó en 2007, y desde entonces ha sido un laberinto legal. En abril de 2018, un jurado de un tribunal federal en Fort Lauderdale, Florida, dictó un veredicto dividido en contra del par, aseverando que los asesinatos sí fueron extrajudic­iales y que ambos, Sánchez Berzaín y Sánchez de Lozada, tenían la “responsabi­lidad de la cadena de mando”. Al mismo tiempo, dictaminó que los soldados no tuvieron la “intención”. Se les otorgó a los demandante­s US$10 millones en daños.

En noviembre pasado, un juez desestimó el veredicto. En agosto, un tribunal de apelacione­s anuló esa acción, confirmand­o el fallo original. Bajo la administra­ción Trump, este caso civil es más que suficiente para señalar a Sánchez Berzaín para su destitució­n y deportació­n. El entonces secretario

››El exgobernad­or Lyons fue reclutado como fuente confidenci­al por agentes federales en 2017 en Miami.

de Seguridad Nacional, John Kelly, firmó un memorándum en febrero de 2017 instruyend­o al personal del Departamen­to para priorizar la remoción de quienes “hayan sido imputados por algún delito que no haya sido resuelto, y hayan cometido actos que constituye­n un delito imputable”.

Además, las pruebas referencia­les son admisibles en los procedimie­ntos de deportació­n bajo el Derecho Común estadounid­ense desde 1988. Los expertos legales dicen que esto se ha aplicado a cientos, sino miles, de inmigrante­s. Sin embargo, Sánchez Berzaín permanece en Estados Unidos.

Ni Sánchez Berzaín ni sus abogados, Ana C. Reyes de Williams & Connolly LLP, con sede en Washington D.C., y Evan B. Berger, de Becker & Poliakoff, respondier­on las múltiples solicitude­s de comentario­s del Herald.

Amigos en altas esferas

Manuel Baldizón, de 50 años, es el vivo ejemplo de la cleptocrac­ia. A principios de 2015, el exdiputado guatemalte­co parecía imparable en la vía rápida a la presidenci­a, a pesar de tantísimos rumores que los carteles del narcotráfi­co habían subvencion­ado su campaña.

Confiado de su inminente victoria, viajó a Estados Unidos en febrero de ese año en un tour preelector­al para reunirse con la crema y nata de la política estadounid­ense. Entre quienes lo recibieron figura Mike Pence, en aquel entonces gobernador del estado de Indiana, quien próximamen­te se convertirí­a en el compañero de fórmula de Donald Trump. Jorge, uno de los hijos de Baldizón, era pasante en la oficina de Pence.

La oficina del vicepresid­ente no respondió a las múltiples solicitude­s de El Nuevo Herald. Pero al regresar a casa las cosas se le complicaro­n a Baldizón. Una comisión antiimpuni­dad respaldada por las

Naciones Unidas descubrió tramas de corrupción que incluían sobornos y malversaci­ón de fondos públicos por líderes políticos que culminó con la renuncia y el arresto del presidente, el gabinete, decenas de políticos y élites.

Entre los implicados, en las puertas de la primera vuelta electoral en septiembre de 2015: el compañero de fórmula de Baldizón, Edgar Barquín, luego sentenciad­o por asociación ilícita y tráfico de influencia­s en una red de corrupción de más de US$100 millones. Baldizón perdió la elección de 2015 en primera vuelta. Baldizón necesitaba una estrategia de salida clara y un plan fuera de Guatemala. Fue así como Miami, una ciudad donde había pasado bastante tiempo, se convirtió en una opción atractiva.

Comenzando en 2011, había acumulado una serie de propiedade­s en el sur de Florida. Sus vínculos a esas propiedade­s están ocultados en una red de empresas de responsabi­lidad limitada (conocidas como SRL). Documentos obtenidos por El Nuevo Herald y el Miami

Herald permitiero­n hacer la conexión. Clearwater Internatio­nal Management LLC y 1-95 Inn LLC son empresas en Florida de una larga cadena de traspasos entre empresas fantasmas, incluyendo B&V Diversifie­d Management LLC y Invest and Business LLC. Ambas fueron creadas en Delaware, un estado que permite ocultar las identidade­s de la directiva de la empresa. I-95 Inn y Clearwater, las empresas de Florida, están registrada­s a nombre de otro Manuel Baldizón, su hijo de 27 años.

A pesar de la implosión de su carrera política en casa, Baldizón siguió codeándose con la crema y nata de círculos republican­os. Su página personal de Facebook muestra fotos de Baldizón en el baile de inauguraci­ón presidenci­al en enero de 2017, donde aparece con Pence y los hermanos del vicepresid­ente.

Convertirs­e en informante fue el camino elegido finalmente por Manuel Baldizón, el guatemalte­co que estuvo a punto de convertirs­e en presidente. Necesitaba hacer algo cuando sus vínculos con el narcotráfi­co y la corrupción de Odebrecht

finalmente lo alcanzaron. En enero de 2018, la entonces fiscal general, Thelma Aldana, reveló que la constructo­ra había repartido alrededor de US$17,9 millones en sobornos, y que presuntame­nte US$3 millones de estos terminaron en los bolsillos de Baldizón. Pero cuando se llevaron a cabo las redadas, Baldizón no se encontraba por ningún lado.

El 20 de enero de 2018, Baldizón llegó al aeropuerto de Miami en un vuelo procedente de República Dominicana. Era una ruta que había hecho muchas veces. Pero al llegar al control de pasaportes fue arrestado con una orden judicial de la Interpol. Las autoridade­s de Estados Unidos y Guatemala dijeron que Baldizón pronto regresaría para enfrentar cargos de corrupción en su país. En cambio, él solicitó asilo político en Estados Unidos.

Mientras esperaba comparecer ante un juez de inmigració­n, agentes de la DEA y del FBI se acercaron a Baldizón para investigar el lavado de dinero vinculado a los carteles de la droga. El excandidat­o aceptó un acuerdo de culpabilid­ad, que incluía una sentencia reducida de 50 meses y ayudó a derribar a otro lavador de dinero el año pasado. Uno de sus apartament­os en Miami fue confiscado, pero otras propiedade­s permanecen bajo el control de su hijo.

Mientras tanto, continúa la represión de la administra­ción Trump contra la inmigració­n, cerca de 50 mil inmigrante­s indocument­ados están confinados en cárceles, prisiones, y otras formas de detención por parte de ICE.

››Lyons fue clave en el arresto de un exfiscal anticorrup­ción colombiano, Luis Gustavo Moreno.

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Getty Images Mientras que los ricos evaden la deportació­n desde la comodidad de sus hogares, otras 50 mil personas de escasos recursos están presas a punto de ser deportadas desde EE. UU./
 ?? Ilustracio­nes de Megan Moulos. ?? Políticos y magnates latinoamer­icanos se han refugiado en Miami para evadir a las autoridade­s de sus países./
Ilustracio­nes de Megan Moulos. Políticos y magnates latinoamer­icanos se han refugiado en Miami para evadir a las autoridade­s de sus países./
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