Réplica a una diatriba
EN COLUMNAS RECIENTES EN ESTE medio y en redes sociales, el exsuperintendente de Industria y Comercio Pablo Felipe Robledo ha utilizado aseveraciones temerarias e inexactas para tratar de legitimar ante la opinión pública las irregularidades cometidas por la SIC durante su administración.
Ante las manifestaciones anteriores me permito precisar:
Para nadie es un secreto que, en su paso por la Superintendencia, el señor Robledo, amparado en la supuesta aplicación de la Ley de Competencia, de manera mediática desató intensivas e insólitas persecuciones contra importantes empresas a las que impuso multimillonarias multas, con base en investigaciones endebles.
Sus actuaciones ocasionaron graves perjuicios a personas, empresas, organizaciones y, en algunas ocasiones, también a todos los colombianos. Una de ellas fue haber expedido una medida cautelar por medio de la cual ordenó a la ANI terminar de inmediato el contrato de concesión del Tramo II del proyecto Ruta del Sol, sin tener ninguna facultad para hacerlo, que frenó esa obra vital para el país. Con su acostumbrado afán de protagonismo, el abogado Robledo profirió una medida supuestamente provisional, que en realidad tuvo efectos permanentes, de carácter irreversible y definitivo, y la ejecutó sin que existiera siquiera una investigación en curso.
Transcurrieron 20 meses después de esa arbitrariedad cuando se dio la apertura de una investigación sobre el caso, con motivo de la cual montó una rueda de prensa en la que habló extensamente sobre asuntos que no eran de su competencia.
En todos los escenarios judiciales y administrativos en los que se ha discutido el caso, ha quedado demostrado que el pago del soborno de Odebrecht por US$6,5 millones se realizó directamente por el área de Operaciones Estructuradas de esa firma, desde Brasil, a una cuenta en Andorra, sin participación alguna de los socios colombianos.
Muy en su estilo, Robledo menciona en sus recientes columnas, fuera de contexto, unos correos internos de funcionarios de Corficolombiana, que recogen opiniones de un directivo de Odebrecht, para aseverar temerariamente que “varias de esas encopetadas empresas se reparten las licitaciones, sobornan a funcionarios, desangran al Estado con sus ofertas y son, reitero, unas sanguijuelas”. Sin embargo, de forma truculenta calla que la misma SIC, entonces bajo su dirección,