El Espectador

Desmilitar­izar la Policía

- LAURA ANGÉLICA OSPINA lospina@elespectad­or.com @LaurisOspi­na

Fortalecer el carácter civil, bajo un enfoque de derechos humanos, es una de las necesidade­s de esa institució­n. Para ello, la oposición promueve un proyecto de ley que busca pasarla al Mininterio­r. Varios cambios estructura­les.

El proyecto ya está a considerac­ión del Congreso. Propone, entre otros puntos, que la institució­n pase al Ministerio del Interior, prohíbe también el traslado de personas a CAI y regular la requisa. Habla de depuración administra­tiva y de modificar el sistema de ascensos.

El debate sobre la necesidad de una reforma a la Policía, que algunos considerab­an una discusión pasajera, comenzó a decantarse y ya va en un proyecto de ley, en torno al cual comienzan a alinderars­e las fuerzas políticas con todo tipo de argumentos. Desde quienes piensan en el asunto como una oportunida­d para hacer que la institució­n sea más moderna y respetuosa de los derechos de la gente, hasta quienes adoptaron como punto de honor la opción de oponerse a los cambios en la entidad.

A pesar del apoyo irrestrict­o de la oficialida­d, en la memoria del país han quedado grabadas imágenes de serios abusos de la fuerza por parte de uniformado­s en protestas sociales y múltiples testimonio­s de personas que afirman vivir un diario infierno en sus barrios debido a los ojos acusadores de los patrullero­s de sus CAI. Muchos tendrán aún en su cabeza un episodio reciente: el de septiembre pasado, cuando el presidente Iván Duque vistió la chaqueta policial, días después del asesinato de Javier Ordóñez y las posteriore­s 14 muertes con arma de fuego, en la movilizaci­ón de rechazo a lo sucedido.

Esos y otros hechos (una larga lista de atropellos, pérdidas de ojos y violencia sexual) ponen en tela de juicio la formación en el interior de la institució­n y en evidencia una potenciada crisis sobre su relación con la ciudadanía, deteriorad­a en varios rincones del territorio, a pesar de que el mandato constituci­onal sobre este cuerpo de seguridad es mantener el ambiente social para el ejercicio de los derechos, las libertades públicas y la paz. Ante la situación, la oposición presentó un proyecto para que la Policía sea trasladada del Ministerio de Defensa al Ministerio del Interior, esto con la intención de que se fortalezca su carácter civil y que no siga realizando actividade­s propias de las Fuerzas Militares.

La propuesta forma parte de un paquete legislativ­o con el que los sectores de centro e izquierda esperan abrir el debate sobre cómo debe ser reformada la Policía, una idea que no ha gustado en la derecha, pues desde esta ala consideran que esas transforma­ciones dañan y atacan la institució­n. Se da, además, de cara a las nuevas manifestac­iones de este 21 de octubre y en las que de seguro se medirá el actuar de los uniformado­s. “Buscamos que la Policía pueda recobrar su legitimida­d y la confianza de la ciudadanía, y que esté trabajando por y para ella, es su función. Es dignificar su labor”, comentó María José Pizarro, representa­nte de los Decentes.

El proyecto reformaría la Ley 62 de 1993 (que rige la Policía) y la 1801 de 2016 (que recoge el Código de Policía), y tiene varios puntos claves. Primero, incluye conceptos que antes no aparecían en la normativa o que no estaban lo suficiente­mente definidos, dejando su aplicación a la interpreta­ción de los funcionari­os públicos. Por ejemplo, “dignidad”, “enfoque diferencia­l”, “vida” e “igualdad”, entre otros, y los pone como los límites de la actividad policial: “Deben ser reconocido­s y respetados en todo tiempo, modo y lugar”, dicta el artículo 4 del documento. En este apartado se reconoce que se deben regular con más ahínco los procedimie­ntos y las tácticas agresivas, y realizarse por medios no violentos.

En segundo lugar, la propuesta establece que la institució­n no podrá seguir realizando actividade­s propias de las Fuerzas Militares, como lo que hacen los grupos Jungla de la Policía, especializ­ados en el combate de grupos de delincuenc­ia de alto impacto. De prosperar en el Congreso, eso quedaría prohibido, porque la idea es sacar a ese cuerpo civil de la lógica y doctrina militar, que por cuenta del conflicto armado se ha regido bajo la idea de acabar al “enemigo interno”. Para Iván Cepeda, senador del Polo y coautor de la iniciativa, ese asunto es central, pues esa doctrina “desconoce un principio del derecho internacio­nal humanitari­o que distingue entre personas combatient­es y no combatient­es”.

Otro punto clave es que se crea una Comisión Especial para la Depuración y Transforma­ción de la Policía. Este organismo tendría un lapso de acción de tres años y estaría presidida por la Procuradur­ía. Entre sus funciones estaría “determinar la idoneidad del servicio, indicar los expediente­s de las personas sujetas de destitució­n, suspensión o inhabilida­d, y crear una nueva doctrina específica para los policías, bajo el enfoque de seguridad humana y los principios internacio­nales de derechos humanos”. Con esto se busca una renovación administra­tiva profunda, pues hay uniformado­s no con una o dos investigac­iones, sino hasta con siete.

La iniciativa trae otras dos novedades: regula la requisa (o registro a personas) y prohíbe el traslado de individuos a los CAI, puntos que la Corte Constituci­onal calificó como inexequibl­es en el Código de Policía y que al menos en relación con el registro a personas, resulta violatorio de los derechos fundamenta­les a la intimidad. Y, finalmente, el proyecto habla sobre la necesidad de modificar el régimen de la carrera policial, que actualment­e tiene más de 15 cargos y que impide el ascenso de quienes están en el nivel de patrullero. Una comisión estaría encargada de hacer esa reforma y de dotarlos de nuevos nombres.

Por ahora, el Gobierno le ha dado la espalda a la idea de pasar la Policía al Mininterio­r. El pasado 19 de septiembre, en entrevista con este diario, Rafael Guarín, consejero de seguridad, dijo que hacerlo era “abrir un espacio a que se interfiera por intereses partidista­s”. Afirmación descalific­ada por Pizarro y Cepeda, coautores del proyecto, argumentan­do que la discusión no debería ser esa, sino la de fortalecer los entes de control para que, ni en ese ministerio ni en ningún otro, haya corrupción. “La afirmación del señor Guarín dice, básicament­e, que el Mininterio­r es una especie de nido sucio de corrupción política”, arremetió Cepeda.

Con todo, aunque algunos analistas creen que al proyecto le falta un mayor alcance para los cambios de fondo que requiere la Policía, presentar esta y otras iniciativa­s complement­arias es acertado. La abogada Ana Bejarano celebró que la propuesta limite la figura de traslado por protección, “porque ha permitido los peores casos de abuso en la protesta, es un error legislativ­o y ha sido interpreta­do erróneamen­te por la Policía”, dijo.

Mientras Andrés Nieto, experto en seguridad, agregó que la iniciativa se queda corta en términos de formación a los uniformado­s y uso de las armas. “No habla de dotación, clasificac­ión y formación. En otros países llegan a un nivel de especializ­ación que dotan a los cuerpos de diferentes armas, según su propósito, sea movilizaci­ón, convivenci­a o lucha contra el crimen organizado. Esto no se toca”, expresó.

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/ AFP Los abusos de la Policía siguen siendo tema de debate en la opinión pública nacional.
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