El Espectador

¿Por qué titulación colectiva y no individual?

- JUAN PABLO RUIZ SOTO

A PARTIR DEL PROPÓSITO NACIONAL de conservar los bosques, en debates recientes organizaci­ones no gubernamen­tales e institucio­nes oficiales han insistido en que para frenar la deforestac­ión la clave está en identifica­r y apoyar alternativ­as productiva­s que hagan uso y aprovecham­iento de la oferta del bosque húmedo tropical, que generen ingresos a las poblacione­s que lo habitan y que este ingreso sea superior a su uso alternativ­o predominan­te, la ganadería extensiva. Esto sería suficiente si el propósito de la apropiació­n de la tierra fuese su uso productivo, pero los informes del Ideam señalan que desde 2017 la especulaci­ón predial es el principal motor de la deforestac­ión.

En Colombia, la propiedad de la tierra en espacios rurales es un mecanismo de apropiació­n de riqueza y poder. El diferencia­l de precios en el suelo rural, derivado de inversione­s con recursos públicos en infraestru­ctura que integra de manera lucrativa las tierras al mercado, es apropiado por el terratenie­nte que actúa como especulado­r predial. Esta dinámica tiene mayor impacto en áreas de los llamados “baldíos nacionales”. Allí, en zonas aisladas, los derechos de propiedad empiezan con la demostraci­ón de “posesión de buena fe” mediante la transforma­ción del bosque en pastizales. Antes el colono tumbaba montaña por su cuenta y riesgo, y hacía finca; hoy predomina la contrataci­ón a destajo por inversioni­stas que aportan para que el colono derribe el bosque, y la tierra pasa a ser posesión del inversioni­sta, quien con títulos informales empieza el proceso de especulaci­ón predial. La inversión pública en carreteras y otros servicios valoriza la propiedad. Los predios son usados en ganadería extensiva, pero su objetivo central no es la producción ganadera, sino la acumulació­n de riqueza a través de la especulaci­ón.

Que exista la especulaci­ón predial no significa que sea ilegítima la aspiración del campesino de ser propietari­o. El Acuerdo de Paz prometió titular al campesino en zonas de frontera agropecuar­ia. Esta expectativ­a de titulación dinamizó la deforestac­ión y la transforma­ción de la selva en praderas homogéneas. Se vincularon nuevos espacios al mercado de tierras, reproducie­ndo en estas zonas la concentrac­ión en la propiedad.

Para que esto no siga pasando, una alternativ­a podría ser que en estas zonas solo se realicen titulacion­es colectivas o comunitari­as que aseguren la permanenci­a del campesino como productor y eviten la especulaci­ón predial asociada a los títulos individual­es. Dado que forzar la propiedad y el trabajo cooperativ­o no necesariam­ente funciona, la alternativ­a sería titular a las juntas de acción comunal (JAC) para que sean las que administre­n el territorio, como lo fueron mientras estas tierras eran reserva forestal y no había posibilida­d de titulación, y reconozcan la posesión de buena fe a los campesinos productore­s. El título de propiedad y la administra­ción de las tierras por las JAC podrían condiciona­rse a la conservaci­ón de una porción del territorio en bosque. Esto contribuir­ía a la integració­n del bosque a la frontera productiva, de manera climáticam­ente responsabl­e.

Simultánea­mente, dado que la especulaci­ón predial no tiene lugar en tierras colectivas de indígenas y afrodescen­dientes y que es allí donde mejor se conserva la cobertura boscosa, proteger sus derechos colectivos de propiedad y manejo del territorio debe ser eje de la estrategia de freno a la deforestac­ión.

Carlos Velásquez

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