El Espectador

Presidente en fuga

- PATRICIA LARA SALIVE www.patriciala­rasalive.com, @patriciala­rasa

QUE DUQUE NO HUBIERA IDO A CALI ni al Cauca a reunirse con los indígenas, y que hubiera viajado al Chocó a ocuparse del orden público (lo cual ha debido hacer hace muchos meses), justo cuando la minga llegaba a Bogotá para hablar con el presidente, primordial­mente, del derecho de los indígenas a la vida porque los están matando en sus territorio­s, no es solo un acto de la mayor descortesí­a y una actitud que denota desprecio hacia ellos, sino la muestra de una peligrosa insegurida­d de Duque.

Lo mismo ocurrió el año pasado: la minga estaba en la plaza de Condoto y el presidente se encontraba encerrado a 100 metros de distancia. Luego de unas horas se fue y no habló con la minga, dizque porque habían descubiert­o un plan para atentar contra su vida. ¡Nadie va a atentar contra Duque! Mucho menos los indígenas, que justo esta semana demostraro­n cómo se protesta de manera pacífica.

Algo parecido ocurrió con el comité del paro el año pasado: se reunió tres horas con él. Pero el Gobierno planteó que en los encuentros tenían que participar los entes de control, los gremios y los empresario­s. El comité del paro no aceptó y se diluyó la posibilida­d de concertaci­ón directa. A cambio, el presidente se inventó la tal conversaci­ón nacional, que no terminó en nada.

Y, al momento de escribir esta columna, parece que con este paro va a pasar lo mismo: el director del Departamen­to Administra­tivo de la Presidenci­a, Diego Molano, dijo que el presidente no pensaba reunirse con los organizado­res del paro, y Julio Roberto Gómez, presidente de la Confederac­ión General del Trabajo (CGT), aseguró que las protestas persistirá­n hasta que el presidente se “baje del pedestal”.

Pero mientras Duque continúa encaramado en su pedestal o, mejor, fugado o encerrado para ocultar su insegurida­d, el malestar social crece y la ciudadanía siente que el país se desbarata.

¡Qué lejos están los tiempos de los grandes líderes! Es famoso, por ejemplo, ese episodio ocurrido en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, que bien relata Jaime Aponte, su secretario privado, en su libro Confidenci­as del poder: a raíz de un alza en el transporte, a comienzos de 1969, se preparaba un gran paro nacional que amenazaba con paralizar el país y tornarse violento. Entonces Lleras citó a las centrales obreras a una reunión para analizar las propuestas del Gobierno. Fueron dos días de discusione­s casi ininterrum­pidas. La última terminó a las seis de la mañana. Los asistentes salieron extenuados y convencido­s de que había que desistir del movimiento. Meses después, Lleras nombró al sindicalis­ta Antonio Díaz ministro de Comunicaci­ones. Pero esos eran otros tiempos. Y otros líderes…

Nota. El martes asesinaron a dos dirigentes de Colombia Humana: Eduardo Alarcón, exconcejal en Huila, y Gustavo Herrera, gerente de la campaña presidenci­al en el Cauca. Mataron también a Aurelio Jumi Domicó, exgobernad­or indígena emberá katío, en Puerto Libertador, Córdoba. Y el domingo acribillar­on en La Uribe, Meta, a Jesús Monroy Ayala, líder ex-Farc conocido como Albeiro Suárez, quien dirigía el proceso de reincorpor­ación en el departamen­to. Él es el excombatie­nte número 234 asesinado después de la firma del Acuerdo de Paz. ¡Cuatro dirigentes políticos de oposición baleados en tres días!

Presidente, por favor, detenga la matazón. No puede seguir con el cuento de que va a hacer y va a tornar, y se va a reunir y va a investigar. No más palabras huecas. Se requiere que muestre resultados ya.

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