Mas allá de la verdad
Por muchos años, en Colombia los vientos de la violencia nos lanzaron en diferentes direcciones. Muchas veces estuvimos tan absortos en esta tragedia de masacres y sangre, que se asentaron diferencias irrenunciables entre nosotros que no nos permitieron reconciliarnos, a tal punto que para la década de los 90 lo más certero era un futuro turbulento para el país. Casi dos décadas después hemos tenido nuevamente la oportunidad de recuperar nuestra esencia, arrebatada por esa incertidumbre que pronto habría de extenderse a la espera y búsqueda de la verdad. Las recientes declaraciones sobre el asesinato de Álvaro Gómez y el relato de lo sucedido en el conflicto armado por las partes no deben ser una oportunidad que la sociedad se tome a la ligera. La tarea que la Comisión de la Verdad ha realizado por más de 1.095 días no ha sido fácil. Tampoco lo es desconocer el peso de estas afirmaciones, como la garantía de los beneficios jurídicos y políticos dados a estos actores, a cambio de la verdadera verdad y la no repetición de lo sucedido. Es desacertada la posición del Gobierno, como de otros actores, con la interpretación que se le da al Acuerdo frente a la posibilidad de remover las curules de estos actores en el Congreso.
No hay que caer en la trampa de utilizar la verdad y el perdón como un pretexto de legitimación política. La oportunidad que se nos da para conocer y entender lo sucedido en estos 50 años es muy valiosa para nosotros como sociedad, en la difícil tarea de buscar la reconciliación y el perdón. Como joven colombiano, estoy convencido de que estamos dando un paso importante para construir una mejor sociedad. Aunque nadie dijo que el camino sería fácil, hay que ir siempre más allá de las adversidades y diferencias políticas, más allá de la verdad. Carlos David Suárez Cabrera.