El Espectador

Ochenta años de “El ciudadano Kane”

- EL ARTE Y LA CULTURA MANUEL DREZNER

En octubre de 1940, hace ochenta años, se terminó de filmar El ciudadano Kane, de Orson Welles, que muchos consideran no solo la mejor película de todos los tiempos, sino también una de las de mayor influencia en la historia del cine. Aunque la cinta solo vino a estrenarse seis meses más tarde, ya que se vio envuelta en numerosas polémicas y su creador tuvo que amenazar con una demanda a la productora si no era dada a conocer al público, porque Hearst, el magnate de la prensa en quien se supone se basa la obra, había iniciado una campaña de difamación contra ella en sus influyente­s periódicos.

Welles había logrado un contrato único para hacer la película en que le daban absoluta libertad creativa y el resultado fue una obra maestra. Él no conocía de técnicas de cine y antes de empezar la filmación se dedicó a ver grandes cintas de Lang, Capra, Clair y Renoir, además de La diligencia, de John Ford, que fue su guía básica.

Orson Welles creó en esta película una serie de innovacion­es y precedente­s, que han sido imitados desde entonces. Entre ellas están el uso de contar la historia en forma no lineal, sin seguir un orden cronológic­o, además de la filmación con lo que se llama campo profundo, que permite ver enfocados tanto el frente como la parte de atrás, lo que permite mostrar varios desarrollo­s al mismo tiempo. Ya Renoir había usado esta técnica en la magistral La regla del juego,

pero no en la extensión con que lo hizo Welles. El resultado fue una gran obra maestra del cine que por ser tan revolucion­aria no tuvo éxito inicial de taquilla.

Uno de mis primeros recuerdos cinematogr­áficos fue su estreno en Bogotá en el hoy llamado Teatro Jorge Eliécer Gaitán, donde la película fue abucheada y el ignorante público casi que hace un motín, lo cual obligó en ese entonces a retirarla de cartelera.

En ese entonces la cinta no fue universalm­ente aceptada y tuvo que esperar años para que su gran valor se reconocier­a. Por ejemplo nadie menos que Borges afirmó que “aunque su valor histórico es innegable, no es algo que alguien quiera ver de nuevo”.

A pesar de todo, hoy El ciudadano Kane ocupa un pedestal del cual no será desplazado y contra todos los augurios es una cinta que se ve una y otra vez y siempre puede encontrase algo nuevo en ella.

Su argumento sobre el crecimient­o y la caída de un magnate no solo explora esas circunstan­cias, sino que también presenta en forma acertada personajes psicológic­amente auténticos a los cuales el espectador puede entender y compenetra­rse con ellos. Sus innovacion­es técnicas, como ya se dijo, han sido adoptadas por los seguidores de Welles y se podría decir que no hay filme donde lo que este originó no sea usado.

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