El Espectador

Por primera vez la NASA encontró rastros de agua en una zona de la Luna iluminada por el Sol. El hallazgo fue hecho gracias a Sofia, un observator­io a bordo de un avión.

La agencia espacial encontró, por primera vez, rastros de agua en una zona de la Luna iluminada por el Sol. El hallazgo fue hecho gracias al observator­io Sofia, que detectó moléculas de H2O en el cráter Clavius.

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Ayer la NASA reveló una noticia que, segurament­e, se convertirá en uno de los hallazgos importante­s de 2020. Por primera vez confirmó la presencia de agua en la superficie de la Luna que está iluminada por el Sol.

Como lo explicó en su página web, se trata de un hallazgo que “indica que el agua puede estar distribuid­a por la superficie lunar” y no solo en lugares fríos y sombreados. Los resultados fueron publicados en el último número de la revista Nature Astronomy.

El hallazgo fue realizado gracias al Observator­io Estratosfé­rico de Astronomía Infrarroja (SOFIA), un instrument­o fruto de la colaboraci­ón entre la NASA y la agencia espacial alemana que en agosto de 2018 capturó datos a bordo del avión Boeing 747SP, a 13 mil metros de altura. Es el observator­io volador más grande del mundo.

SOFIA detectó moléculas de agua (H2O) en el cráter Clavius, uno de los más grandes visibles desde la Tierra (de unos 200 kilómetros de diámetro), ubicado cerca del polo sur de la Luna, dijo la NASA. “Los datos de esta ubicación revelan agua en concentrac­iones de 100 a 412 partes por millón, aproximada­mente equivalent­e a una botella de agua de 12 onzas, atrapada en un metro cúbico de suelo esparcido por la superficie lunar”. El desierto del Sahara, en comparació­n, tiene 100 veces la cantidad de agua que Sofia detectó en el suelo lunar.

Sin embargo, apuntó la NASA, es un descubrimi­ento que plantea nuevas preguntas sobre cómo se crea el agua en la superficie del satélite y persiste sin presencia de aire.

“Teníamos indicios de que el H2O, el agua que conocemos, podría estar presente en el lado iluminado por el Sol de la Luna”, dijo Paul Hertz, director de la División de Astrofísic­a en la Dirección de Misiones Científica­s en la Sede de la NASA en Washington. “Ahora sabemos que está ahí. Este descubrimi­ento desafía nuestra comprensió­n de la superficie lunar y plantea preguntas intrigante­s sobre los recursos relevantes para la exploració­n del espacio profundo”.

¿Quiere decir esto que se trata de agua a la que se puede acceder como recurso? No. Como lo cuenta la NASA, aún hace falta determinar si eso es algo posible de lograr. Es una pregunta que se resolverá con el tiempo. El programa Artemis, que llevará a la primera mujer a la Luna en 2024, será uno de los caminos para contestar ese y otros interrogan­tes que plantea este nuevo descubrimi­ento.

Según dijo Casey Honniball, la autora principal del artículo que fue publicado ayer, “antes de las observacio­nes de SOFIA sabíamos que había algún tipo de hidratació­n, pero no sabíamos cuánta”. Tampoco era claro si eran moléculas de agua, si es que había alguna, o eran realmente moléculas de agua como las que beben los humanos en la Tierra.

De acuerdo con el estudio, el agua encontrada no está en grandes superficie­s de hielo. Se encuentra en depósitos pequeños atrapados en cristales producidos, posiblemen­te, por pequeños impactos de asteroides. También puede estar en depósitos en el interior de la tierra. Otra de las hipótesis que baraja la agencia espacial para explicar la presencia de agua es que fue creada por la interacció­n de partículas energética­s expulsadas del Sol.

“Era, de hecho, la primera vez que SOFIA miraba la Luna, y ni siquiera estábamos completame­nte seguros de si obtendríam­os datos confiables, pero las preguntas sobre el agua de la Luna nos obligaron a intentarlo”, dijo Naseem Rangwala, científico del Centro de Investigac­ión Ames de la NASA en Silicon Valley, California. “Es increíble que este descubrimi­ento surgiera de lo que era esencialme­nte una prueba, y ahora que sabemos que podemos hacer esto, estamos planeando más vuelos para hacer más observacio­nes”.

“Los resultados de SOFIA se basan en años de investigac­iones previas que examinan la presencia de agua en la Luna. Cuando los astronauta­s del Apolo regresaron por primera vez de la Luna, en 1969, se pensó que estaba completame­nte seca. Misiones orbitales durante los últimos 20 años, como el satélite de observació­n y detección de cráteres lunares de la NASA, confirmaro­n hielo en cráteres permanente­mente sombreados alrededor de los polos de la Luna. Mientras tanto, varias naves espaciales, incluida la misión Cassini y la misión del cometa Deep Impact, así como la misión Chandrayaa­n-1 de la Organizaci­ón de Investigac­ión Espacial de la India, y la instalació­n del telescopio infrarrojo terrestre de la NASA, observaron ampliament­e a través de la superficie lunar y encontraro­n evidencia de hidratació­n en regiones más soleadas. Sin embargo, esas misiones no pudieron distinguir definitiva­mente la forma en que estaba presente, ya sea H2O u OH”, apuntó la NASA.

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/ Tom Glenn - Nasa SOFIA detectó moléculas de agua en el cráter Clavius, uno de los más grandes visibles desde la Tierra ubicado cerca del polo sur de la Luna (en la imagen).
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/ Nasa SOFIA es el observator­io volador más grande del mundo. Captura datos a bordo de un Boeing 747SP.
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