El Espectador

El golpe a “Uriel” debería servir para insistir en la paz

-

LA INFORMACIÓ­N QUE HEMOS COnocido sobre el operativo contra Andrés Felipe Vanegas, alias Uriel, líder del Eln en el Chocó, muestra las enormes capacidade­s que ha desarrolla­do el Ejército de Colombia para llevar a cabo golpes precisos que envían mensajes contundent­es ante la insurgenci­a. Aunque hay quienes han expresado preocupaci­ón por la presencia de menores de edad en la zona, todo indica que la inteligenc­ia militar obró para evitar que se causaran daños violatorio­s al Derecho Internacio­nal Humanitari­o (DIH). Se trata de un triunfo contra uno de los principale­s obstáculos para un eventual proceso de paz con esa guerrilla. ¿Se abre, de nuevo, la opción de romper el estancamie­nto de las conversaci­ones entre el Eln y el Gobierno?

Uriel no hacía parte de la jerarquía más alta del Eln, pero sí se había posicionad­o a sí mismo, gracias a su manejo de redes sociales y de medios de comunicaci­ón, como una de las cabezas visibles de la guerrilla. En sus intervenci­ones, seguía en la terca defensa del secuestro y en la confrontac­ión directa con el Estado. Varios expertos han señalado que ese protagonis­mo era uno de los obstáculos para avanzar en los diálogos con el Gobierno, donde el presidente Iván Duque ha insistido en que no se puede hablar sin una renuncia previa a los secuestros. En esa posición, hemos acompañado al mandatario desde estas páginas.

Además, Uriel y el Eln son responsabl­es de muchos de los problemas de orden público que hay en el Chocó. La zona, que sufre altas tasas de homicidios y la presencia de múltiples conflictos entre narcotrafi­cantes, bandas ilegales, la guerrilla y las fuerzas del Estado, es uno de los retos más importante­s que tiene el Gobierno en términos de construcci­ón de paz y de ejercer control territoria­l. Por eso, un ataque al líder guerriller­o tiene un simbolismo importante para los demás. El reto es si los golpes militares pueden seguir e ir acompañado­s de más presencia estatal de tal forma que empiece a cambiar la situación de la región.

En alocución del domingo pasado, el presidente Duque dijo que Uriel “fue abatido en una operación meticulosa de inteligenc­ias compartida­s del Ejército, Policía, Armada y Fuerza Aérea, además con el apoyo de la Fiscalía”. También se anunció que se pagarían 500 millones de pesos de recompensa a quienes colaboraro­n para poder ubicar a Uriel y llevar a cabo el operativo, que fue bautizado como Odín.

Según reportes confirmado­s por el Ejército, en el lugar de los hechos había presencia de dos menores de edad. Sin embargo, los militares dijeron que estaban al tanto de esto y que la operación se llevó de tal manera que no se pusiera en riesgo la vida de ellos. Los resultados son la muestra.

Es una lástima que la dinámica de la guerra continúe y celebremos como victorias este tipo de trabajos por parte del Ejército. Pero la terquedad del Eln y su arrogancia en el tema del secuestro han frenado todos los intentos de diálogo para evitar que la muerte llegue a ser celebrada. ¿Será que, ahora sí, estarán dispuestos a dejar a un lado sus puntos inamovible­s? No hay que esperar a un próximo gobierno para apostarle a la paz.

‘‘Se trata de un triunfo contra uno de los principale­s obstáculos para un eventual proceso de paz con el Eln. ¿Se abre, de nuevo, la opción de romper el estancamie­nto?”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia