Un negocio enterrado
Con los precios actuales, a los cultivadores de papa no les alcanza ni siquiera para cubrir los costos de producción. El Gobierno lanzó un salvavidas, pero señala que gran parte del problema se resolverá reactivando el consumo.
La agricultura es uno de los pocos sectores que no han parado en ningún momento durante la crisis por el coronavirus. Como dicen sus representantes: los productores le cumplieron al país. Sin embargo, mientras ellos atendían el llamado a no detener sus actividades para alimentar a la población, canales de consumo como colegios, universidades, hoteles, restaurantes (el llamado canal “horeca”), entre otros, se cerraban. Esa realidad tiene hoy en crisis un cultivo como la papa, pues los precios que se están pagando no alcanzan ni siquiera para cubrir los costos de producción.
Los representantes del sector son enfáticos en que no hay sobreproducción, sino una caída en el consumo —por el canal horeca, según Fedepapa, se consume cerca del 30 % de la papa en el país— que cortó casi por la mitad los precios que se les pagan a los papicultores. Los precios varían según el tipo de papa y el lugar donde se vende, pero puede decirse que normalmente un kilo del tubérculo se vende a la plaza en $900 o $1.000. Hoy la están comprando a $400 o $450, insuficientes para correr con los costos de mano de obra, empaque, acarreo, etc., y ni hablar de que quede alguna rentabilidad.
Lázaro Rojas, un productor de Jenesano, Boyacá, asegura que “muchos prefieren dejar el producto sin sacar porque ese margen no da”. Es más, asegura que ni regalado lo están aceptando por el exceso de oferta que hay localmente o el costo del transporte hasta la ciudad. Como quien dice: sale más caro el collar que el perro. Rojas fue uno de los productores que participaron en el debate de control político por la crisis del sector papero, que se llevó a cabo en la Comisión Quinta de la Cámara de Representantes el pasado 8 de octubre, convocado por el representante César Pachón (Partido MAIS).
En respuesta a la crisis, el Gobierno anunció $30.000 millones para “compensar el precio que se paga a pequeños productores de papa”, es decir, quienes tienen menos de tres hectáreas —en Colombia alrededor del 90 % de los 100 mil productores de papa son pequeños—. El auxilio —que estará vigente por tres quincenas, desde el 1.° de noviembre— rige para los departamentos de mayor producción: Antioquia, Boyacá, Caldas, Cauca, Cundinamarca, Nariño, Norte de Santander, Santander y Tolima, y les reconocerá a 23.000 productores —según las cuentas del Ministerio— la diferencia entre el precio de referencia y el costo de producción, según valores determinados en un instructivo técnico.
Tanto Rojas como Germán Palacio, gerente del gremio Fedepapa (que representa a cerca de 30.000 productores), reconocen y agradecen el esfuerzo del Gobierno de conseguir estos recursos; sin embargo, coinciden en que no es suficiente. Para ellos, sigue siendo preocupante la situación de los productores que ya perdieron su inversión entre agosto y octubre, pues el auxilio no tiene ningún efecto retroactivo. Según cifras de Fedepapa, además, las pérdidas mensuales para los productores son cercanas a los $100.000 millones (teniendo en cuenta que la producción mensual se puede estimar en 220.000 toneladas y que por tonelada se están perdiendo por lo menos $450.000).
En diálogo con este diario, el viceministro de Desarrollo Rural, Juan Camilo Restrepo, reconoció que el auxilio anunciado no será la solución definitiva a la coyuntura, pues la causa del problema actual es principalmente la baja demanda. Según él, se dará un alivio y un incentivo a la comercialización, “mas no un programa para mejorar el precio de la papa, que solo se mejorará si hay un equilibrio entre oferta y demanda”, explicó. Las cuentas del Gobierno, por otro lado, son un poco menores, pues el déficit que calculan es con respecto a los costos de producción y ronda los $125.000 por tonelada, por lo que consideran que podrán impactar más de 200.000 toneladas entre noviembre y diciembre.
En lo que sí coinciden todos es en que también es necesario plantear soluciones para los problemas estructurales. Como dice Rojas, los problemas de hoy son los
››Lázaro Rojas, un productor de Jenesano, Boyacá, asegura que “muchos prefieren dejar el producto sin sacar porque el margen no da”.