El Espectador

Sin Robledo: habla el Polo

Tras la salida del senador Jorge Robledo y su grupo del Polo Democrátic­o, su presidente alega que “siguen con el fantasma de Petro” y que no respetaron acuerdos previos.

- JAVIER GONZÁLEZ PENAGOS jgonzalez@elespectad­or.com @Currinche

Una semana después de que el MOIR y Jorge Robledo se fueran, el presidente del Polo, Álvaro Argote, rompe el silencio y revela el intrínguli­s de dicha partición de cobijas. “Siguen con el fantasma de Petro metido”, dice.

¿De cuándo datan las diferencia­s con el senador Jorge Robledo?

Son históricas. No son de ahora. Tan históricas son, que datan del origen mismo de la izquierda en Colombia, que ha estado pegada a líneas internacio­nales: la soviética y la china. Sus contradicc­iones las trajeron al seno del Polo y desde allí han existido. Se ha tratado de llevarlas, pero en las coyunturas electorale­s presidenci­ales afloran con mucha fuerza. Hoy Robledo quiere ser candidato, pero hay un sector del Polo que vuelve a prever que, en 2022, Gustavo Petro va a estar ahí.

¿No era mejor llegar a acuerdos en lugar de dejar ir al que es el senador más votado?

El Polo no ha tomado la decisión de estar con Petro. Todo lo contrario, nombramos una comisión, con participac­ión de Robledo y su gente, para hacer un amplio diálogo en el país con todos, incluso gente de centro-derecha que no está de acuerdo con el establecim­iento (liberales, conservado­res, la U, Roy Barreras y hasta Rodrigo Lara). Fue una declaració­n que incluso está firmada por ellos. Pero a los 8 o 10 días plantearon que no creían que eso fuera a concluir en algo y pidieron la escisión. Para nosotros no dejó de ser una sorpresa. No lo esperábamo­s. La idea era darnos un plazo de un año.

Entonces, ¿estaban bien y de un momento a otro Robledo tomó su decisión?

Por supuesto, tanto que él era precandida­to presidenci­al del Polo, en disputa con Iván Cepeda y Alexánder López. La idea era volver a hacer una consulta, pero eso tampoco le gustó mucho. Él no tiene mucha confianza en eso y decía que si la hacíamos los de afuera metían mano. Tiene cierto prejuicio y nuestros estatutos indican que si hay más candidatos internos debe haber consulta.

¿Qué piensa de que uno de los dirigentes más importante­s crea que al partido le pueden meter mano y ser manoseado?

Esta historia, como digo, tiene sus raíces, y ojalá las nuevas generacion­es pudieran olvidar eso. Tiene incidencia también la aspiración legítima que tiene Robledo de ser candidato y que no tiene la suficiente confianza que todo el Polo lo puede apoyar.

Habla de que había un acuerdo con Robledo, pero a él al final no le gustó. ¿En qué términos era?

Eran tres puntos: uno, seguir combatiend­o el régimen y dando la pelea contra el gobierno Duque; dos, llamar a un gran acuerdo democrátic­o nacional sin exclusione­s -esa palabra está subrayada-, y tres, preparar nuestro congreso interno, que es a voto limpio. Ellos querían que hubiese una decisión muy temprano y esta pandemia no nos dejó hacer el congreso. Insistimos en esperar, ¿por qué tiene que ser ahora si las inscripcio­nes para presidente inician en febrero de 2022?

Es decir, se juntó todo: afán, desconfian­za y viejas rencillas...

Para mí, más que desconfian­za es insegurida­d del sector de Robledo de no tener la fuerza interna suficiente para ser el candidato del partido. Pero también había otro punto que no podíamos aceptar: decían que en el evento en el que Robledo fuera el candidato, sería autónomo para tomar la decisión en caso de eventuales alianzas. El Polo reivindicó que quien tomará esa decisión final es el partido y no el candidato.

¿Le gusta la escisión? Lo pregunto por esa tesis de que las curules son de los partidos y no de las personas.

Las curules son de los partidos. Las curules las ganan los partidos, con excepcione­s como lo de Álvaro Uribe o Antanas Mockus. De resto nadie. Robledo no habría salido al Senado sin el concurso de todo el partido. Hay que organizar la política, no puede ser una empresa personal o individual.

¿Cree que Robledo debió renunciar a la curul y seguir su camino?

Sí, eso debiera ser. Es algo muy personal, individual, no me atrevo a decir que haya mezquindad. A la inmensa mayoría de los congresist­as no les gusta que las curules sean de los partidos, porque hay algunos a los que les gusta que la política sea al detal e incluso, cada tanto hay una reforma a la que le meten el articulito del transfugui­smo para poderse cambiar de partido sin perder la curul.

¿Intentaron hablar con Robledo y convencerl­o de que se quedara?

Sí, hasta creamos una comisión. Dialogamos en septiembre y parte de octubre, y ellos insistiero­n en que tenían discrepanc­ias de táctica electoral y seguían con el fantasma de Petro metido.

¿A qué atribuyen que para aprobar la escisión hubo una mayoría tan aplastante (417 de 422 votos) a favor de la salida de Robledo?

Porque estábamos de acuerdo todos y esa votación no significa que haya descontent­o con Robledo. Ya es tarea de ellos pelear ante el Consejo de Estado o el Consejo Nacional Electoral (CNE) para que les den derechos políticos. Están en un sin salida jurídico muy duro. Ojalá no queden inmersos en inhabilida­des.

¿Qué implica que se vaya Robledo y con él figuras como Jorge Gómez (segundo representa­nte más votado) o Manuel Sarmiento (segundo concejal de Bogotá más votado)?

No puedo decir que no pasa nada. Eso crea una debilidad. La ida de Robledo es dura, como fue la de Clara López o Petro, pero confío en que vamos a permanecer.

¿Cómo explicar esa tendencia de que al Polo le renuncien sus grandes dirigentes? No solo Robledo, en el pasado Lucho Garzón, Antonio Navarro, Clara López, Petro...

Pasa en el Polo y en los demás partidos. No hemos logrado que la política se organice y que lo que se posicione entre la gente sean los partidos y no las personas. Ya los líderes no se quieren someter a las decisiones de los partidos y hacen rancho aparte. Ellos nacen en los partidos, se desarrolla­n, crecen, se reproducen y se van.

¿Se repite la historia con Robledo?

De alguna manera él quería ser el jefe único del Polo, y así no se puede, sobre todo en la izquierda.

¿Qué gana y qué pierde el Polo con la partida de estas personas?

El Polo gana consolidán­dose con un pensamient­o más unificado, pero pierde en el reconocimi­ento y la figura que ha ganado Robledo y su grupo. Nos toca estructura­rnos orgánicame­nte.

¿Tendrán candidato propio?

Sí, contribuir­emos a lograr ese acuerdo democrátic­o nacional.

¿Ahí tiene cabida Petro y Robledo?

Cabe Petro, Robledo, Fajardo, Roy Barreras y todos estos sectores que se manifiesta­n para rebelarse contra el establecim­iento.

¿Confían en que para las elecciones al Congreso de 2022 mantengan el umbral y las mismas curules?

Tengo la confianza de que allí vamos a estar. Hay sectores importante­s del país que ven que somos gente buena y que donde hay una lucha, ahí estamos.

Robledo lanzó Dignidad, ¿cómo ven otro grupo de izquierda en puja?

A la gente no le gusta, porque los de a pie no entienden las diferencia­s históricas y dicen que la izquierda lo que hace es dividirse, en lugar de unirse. No es un buen mensaje para ninguno. Para las próximas elecciones podrían llegar a lanzarse autónomame­nte y aspirar a un umbral. Si bien Robledo tiene un reconocimi­ento y su techo, también tiene cierto estigma en la izquierda, que es el MOIR. La izquierda no va a coger para el MOIR o para Dignidad. Ojalá les vaya bien. Ojalá no sea una separación definitiva, sino un hasta luego. Si dicen “nos equivocamo­s y queremos volver”, las puertas están abiertas.

››Argote confía en que la separación no sea definitiva, sino un hasta luego. Reivindica que los precandida­tos presidenci­ales son los senadores Iván Cepeda y Alexánder López.

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/ Mauricio Alvarado Para el concejal de Bogotá, Robledo y la gente del MOIR que se fue con él desconfiab­an de los procesos internos. Sin embargo, no cierra la puerta a una alianza presidenci­al con ellos.
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