El Espectador

“Photo opportunit­y”

- LARIZA PIZANO

CIRCULÓ ESTOS DÍAS POR Twitter una foto de Iván Duque en 2018 cargando un niño indígena en sus brazos. El sombrero de plumas y el atuendo tradiciona­l del crío contrastab­an con la pulserita azul que algún adulto de la comitiva del Centro Democrátic­o le había puesto y que decía: “Iván Duque, el futuro es de todos”. Detrás, una nube de escoltas impedía que cualquier otro de los presentes en el parque Santander de Leticia se acercara al candidato.

Lo que no sabían los padres del niño es que lo estaban utilizando para generar una foto compasiva y nada más. Photo op le llaman los gringos a la oportunida­d de tomarle una foto a un político para conmover a la opinión.

La cara del candidato en esa foto era compasiva, generosa, dulce. Después de proponer que convertirí­a a Leticia en una “diverciuda­d” y que mejoraría el hospital San Rafael, viajó a Puerto Asís, donde aseguró que sacaría adelante la navegabili­dad del río Putumayo y estimularí­a el crédito de vivienda sin cuota inicial. De su recorrido por el Amazonas se destaca que a los candidatos no les gusta visitar esa zona.

Nada queda de esa calma y dulzura que Duque prometió y que le devolviero­n con cantos los ticuna. Hace dos semanas que esa mirada compasiva se convirtió en indolencia cuando dio la orden de no abrirles las puertas de Palacio a los indígenas, con el absurdo argumento de que la minga era política.

Esta no es la primera vez que Iván Duque decide encerrarse. Tal vez así evade la tensión entre quedar bien con el Centro Democrátic­o y con parte del electorado que votó creyendo que en el fondo era un tipo moderado. Su imagen negándose a hablar con los indígenas evocó la misma indolencia con que despreció el pedido de perdón a las víctimas del 9 y 10 de septiembre en Bogotá.

En 2019 trató hasta el final de no reunirse con los estudiante­s y, después, con tal de no ver al comité del paro, armó una conversaci­ón paralela que quedó en nada. De ahí los cacerolazo­s de hace un año, que en su encierro tampoco oyó.

También se escondió de los periodista­s cuando aún era senador y el Congreso decidía si votaba o hundía el referendo para prohibir la adopción por parte de parejas del mismo sexo. “Estoy de acuerdo con el matrimonio igualitari­o, pero no con la adopción”, dijo en un debate. Pero en 2012 su ánimo había sido otro y había tratado de encontrar empatía en la oportunida­d: “Felicitaci­ones al presidente Obama por impulsar el matrimonio igualitari­o”, puso en un trino que quedó en una foto y que borró después, cuando su partido hizo campaña contra el Acuerdo de Paz argumentan­do que su firma volvería gay a todo el mundo.

Iván Duque ha sido difícil de descifrar: dos años después no es claro si buscó elegibilid­ad siendo converso o si su apariencia liberal nunca tuvo fondo. Sin embargo, comienzan a aparecer pistas porque sin gente, más allá de los ministros, es difícil hacer photo op.

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