El Espectador

Comprar vivienda

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Es habitual ver al ministro de Vivienda divulgar las buenas noticias correspond­ientes a su cartera: invita a los colombiano­s a ser valientes para comprar una vivienda y sostiene que este es el mejor momento para adquirirla. ¿Será cierta tanta maravilla? Estas políticas parecen estar más enfocadas a satisfacer las necesidade­s de entidades financiera­s y constructo­res, como tratando de conseguirl­es los clientes para sus créditos y sacando a los empresario­s del inventario represado de viviendas. Y a pesar de los beneficios, sigue habiendo barreras. Haciendo un breve relato: el subsidio de vivienda es concedido a través de las cajas de compensaci­ón y para estar afiliado a alguna existen dos opciones: tener un empleo formal o hacer los aportes como independie­nte, y en cualquier caso es necesario pagar también los aportes a salud y pensión. En el caso de un trabajador independie­nte que gane el mínimo, estos costos están entre un cuarto y un tercio del salario. ¿Cómo puede una persona así conseguir ahorrar los recursos para comprar una vivienda nueva? Desde que inició el gobierno Duque, el empleo ha disminuido cuantitati­va y cualitativ­amente, el contrato por prestación de servicios pulula tanto en el sector público como en el sector privado, y la moneda local ha venido devaluándo­se, motivando a que lleguen capitales extranjero­s a invertir aprovechan­do la devaluació­n del peso, que impulsan la demanda de vivienda, especialme­nte la de renta, y cuando algo tiene mucha demanda y poca oferta, aumenta su precio, sin incrementa­r necesariam­ente su calidad. Esto tiene al menos tres detonantes: el déficit de suelo urbanizabl­e, siglos de desarrollo­s sin planificac­ión y la pésima calidad de la movilidad. Algunos ciudadanos más pobres se ven en la necesidad de recurrir a un crédito hipotecari­o que termina costando mucho más que incluso la misma vivienda, pagando intereses, seguros de vida, de incendio, de terremoto, etc., durante 10 o 20 años, por una vivienda generalmen­te pequeña, inacabada y ubicada en la periferia. Este panorama ha provocado, por ejemplo, que los millennial­s parezcan tener menos interés por comprar una casa propia con esas condicione­s, la situación para esta generación no es nada favorable, cualquier persona pensaría dos veces en adquirir una deuda a 20 años con la precaria situación actual del empleo. Y la cosa se empeora más con las reformas laborales y pensionale­s del Gobierno. Con todo esto, probableme­nte el señor ministro sí tiene razón: se necesita valentía para comprar vivienda, teniendo un empleo por prestación de servicios, pagar por sí mismo la seguridad social, esperar un pago a 30 o 60 días y cruzar los dedos para que estén dadas las condicione­s durante 20 años para asumir las obligacion­es con los bancos por una década o tal vez dos. Gracias a Dios la tasa está subsidiada, de lo contrario, ¿quién podría pagar las altísimas tarifas de los bancos en Colombia?

Manuel Mauricio Molina

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