Tres tipos de relaciones de EE.UU. con Asia
¿Donald Trump o Joe Biden? Varios frentes abiertos en territorio asiático hacen ver varios escenarios tras la cita en las urnas de Estados Unidos. ¿Cuáles son y por qué son importantes?
De los tres tipos de relaciones de Estados Unidos con Asia, las estructurales están dictadas por la lógica geopolítica y operan la competencia con China de manera primordial. Estas no sufrirán cambios sea quien sea quien esté al frente de la Casa Blanca. Forma parte de la tensión heredada de la Guerra Fría, mediante la cual perviven tanto la presencia militar estadounidense en toda Asia como los acuerdos militares con ciertos países.
La Flota del Pacífico comprende 200 barcos, 2 mil aviones de combate, 250 mil miembros de la Marina y cubre las aguas de ese océano y el Índico. La Quinta Flota, de menores dimensiones, se proyecta sobre el golfo Pérsico, el mar Rojo y las costas africanas. Junto a este personal y equipos están las fuerzas terrestres, acantonadas en 16 países asiáticos, desde Corea y Japón hasta Bahréin, pasando por Filipinas, Tailandia y Singapur. Esta tropa supera los 150 mil soldados y su presencia obedece a acuerdos militares que fueron firmados a lo largo de la Guerra Fría.
Al anterior personal es preciso sumarle las fuerzas de ocupación en Afganistán e Irak una nueva presencia militar estadounidense en Asia en el siglo XXI. Con el ingreso a Afganistán, el Pentágono terminó de cercar a China, y el cerco continuará. El componente estratégico adicional e inamovible lo constituye Israel. Sin importar quién esté en la oficina presidencial, la protección estadounidense a ese país está garantizada, por efecto de la inmensa influencia del lobby israelí en la alta administración y en el Congreso. Es probable que una administración demócrata revise algunas de estas medidas, pero sin poner en riesgo el cordón umbilical con el gobierno israelí.
Un segundo tipo comprende las relaciones funcionales, orientadas por intereses partidistas. Estas son removibles. La percepción de la administración Obama sobre Asia contrastó con los objetivos de la administración Trump. En este caso, su política comercial ha estado signada por el distanciamiento de los acuerdos colectivos o regionales, sin tener una dimensión clara de sus alcances. Como el republicano, Obama también se empeñó en quitarle ventajas económicas a China, pero de una forma indirecta. Más afín a las reglas de la interdependencia económica y el multilateralismo, el demócrata no solo rescataría el Tratado Trans-Pacífico, sino que renovaría los compromisos con la OMC. De igual modo, retomaría la colaboración con la Agencia de Energía Atómica, por lo cual resultaría renovado el acuerdo con Irán y las negociaciones con Corea del Norte.
El tercer tipo reúne las relaciones circunstanciales, referidas a la coincidencia de pareceres de ciertos líderes con el presidente estadounidense. El caso emblemático es la afinidad ideológica con Rodrigo Duterte, el mandatario filipino, gracias a la cual Estados Unidos no se ha pronunciado contra el constante ultraje a los derechos humanos en el archipiélago. El chovinismo y el racismo son preferencias compartidas también con los jefes de gobierno de India y Australia. Biden estimularía foros y programas de protección a migrantes, las condiciones laborales y el ejercicio de libertades políticas en Asia.