Las elecciones de EE. UU. en el juego político colombiano
Más allá de la discusión sobre la injerencia en los comicios, analistas y congresistas reconocen expectativas sobre la implementación del Acuerdo de Paz y la cooperación internacional.
“Mirar hacia el norte”. Esa fue la invitación que hizo Marco Fidel Suárez como presidente (19181921), refiriéndose al comienzo de una política exterior colombiana que ha visto en Estados Unidos a su principal aliado. Hoy, 100 años después, como país seguimos mirando hacia allá, sobre todo en esta época en la que la reñida carrera presidencial en Estados Unidos va definiendo un nuevo mandato. Y si allá, a 4.211 kilómetros de distancia, los ánimos están cada vez más crispados entre republicanos y demócratas, acá el círculo político vive su propia tensión derivada de las propias expectativas y preocupaciones que le esperan a Colombia, una vez los electores norteamericanos se decidan por Donald Trump o Joe Biden.
De hecho, los comicios estadounidenses adquieren más relevancia desde la política nacional después de que el expresidente Juan Manuel Santos alertara sobre presuntas participaciones de funcionarios del gobierno Duque en la campaña de Trump, algo que podría poner en riesgo la relación bipartidista. A raíz de esa señal, el ambiente en el Congreso se puso aún más convulso y la oposición, en cabeza de los senadores Iván Cepeda (Polo) y Antonio Sanguino (Alianza Verde), citó un debate de control político a la canciller Claudia Blum, en el que se pusieron en evidencia unos supuestos encuentros entre Francisco Santos, embajador de Colombia en Washington, con plataformas electorales de latinos a favor de Trump. Para ese sector, es una clara prueba de la injerencia en los comicios extranjeros.
También se debatió sobre las críticas de congresistas del Centro Democrático al programa de la demócrata Kamala Harris y los ataques al Acuerdo de Paz con las Farc como estrategia pro-Trump, algo que ese partido calificó como una denuncia “inoficiosa” que cercenaba la libertad de expresión. Pero todos esos guiños entre el Gobierno, el uribismo y Trump, y la oposición y Biden (porque también se han presentado), más allá de poner en discusión una posible injerencia en comicios extranjeros, da cuenta de las apuestas particulares que están haciendo los sectores políticos a futuro, dependiendo de qué poder dirija la Casa Blanca, pues tendrá en sus manos la financiación de programas de cooperación en Colombia, incluyendo el mismo apoyo al Acuerdo de La Habana. ¿Cómo están las apuestas y qué esperan que pase?
Desde la oposición, Sanguino confirma que su partido quisiera que desde Estados Unidos se mantenga un papel de apoyo a la implementación del Acuerdo. “Que haya un compromiso en materia de derechos humanos, una relación bipartidista, que la financiación no se use para perseguir a la oposición y que el nuevo gobierno no empuje a que Colombia sea hostil con Venezuela”, dijo, deseando que la supuesta molestia demócrata “no pase cuenta de cobro por el uribismo inmiscuirse en sus elecciones”. .
Sobre las manifestaciones de sus copartidarios, Juan David Vélez (Centro Democrático) aseguró que “se han visto muestras de congresistas apoyando a Biden y otros que estamos respaldando a Trump, esto demuestra un gran diálogo bipartidista y multipartidista de nuestro sector que permite reforzar la relación. De ninguna manera dañarla”. También la senadora Emma Claudia Castellanos (Cambio Radical), considera que por cuenta de unas opiniones no habrá deterioros de los vínculos entre ambos países. Eso sí, llamó a la prudencia. “Uno reflexiona hasta qué punto puede el Gobierno interferir en las elecciones norteamericanas y no creo que sea posible, porque es muy diferente la injerencia de EE. UU. a Colombia que viceversa, puesto que esta se rige bajo una situación de poder, en la que el país norteamericano es el fuerte de la relación”, recordó Castellanos.
Frente a los efectos de los comicios, pese a que es un terreno de especulación, Alejandro Bohórquez, docente de relaciones internacionales en la Javeriana, comentó que el vínculo entre los dos Estados es tan asimétrico, que un mal trato hacia los demócratas, si bien no representaría una ruptura inmediata, sí podría reflejarse en reducciones a la inversión. “Si gana Trump, se puede mantener el apoyo. Si gana Biden, un escenario posible es que se frenen los recursos porque no hay garantías, por ejemplo, en la implementación del Acuerdo y defensa de derechos humanos, como pasó con Obama en el período de Uribe, que pospuso la firma del Tratado de Libre Comercio”.
Lo mismo piensa Daniel García Peña, hoy profesor de la Universidad Nacional: “El Gobierno y el Centro Democrático le están apostando a la continuidad de Trump. Si él gana, va a mirar más los temas de narcotráfico y fumigación de cultivos de uso ilícito. Si triunfa Biden, habrá mayor exigencia a que se cumplan los Acuerdos”. Desde el punto de vista de Carolina Jiménez, directora del Departamento de Ciencia Política de la misma institución, las relaciones con EE. UU. siempre han estado signadas por la seguridad y la militarización, sean republicanos o demócratas. Lo que cambiaría, según ella, son los matices que le imprima cada candidato a los textos de La Habana.
Ólmer Muñoz, docente en la Pontificia Bolivariana, considera que los políticos están “exagerando” el tema, porque lo que pasa acá no está en el centro de la agenda estadounidense. En ese sentido, insistió en que en vez de estar preocupados por quién va a ganar, deberían procurar mantener la buena relación y crear mayor estabilidad interna. “El Acuerdo le corresponde al Gobierno, más que a las inversiones de Estados Unidos. Y si este país frena la inversión, lo que debe hacer un Estado serio es acudir al multilateralismo, obtener recursos de otros Estados cooperantes y ser menos dependientes”, comentó.
Dejando de lado las hipótesis, lo cierto es que el nuevo mandatario norteamericano mediará por otros dos años con la administración Duque, hasta que llegue el nuevo orden político nacional que se definirá en 2022. Teniendo en cuenta que los períodos presidenciales concluyen, las políticas de Estado, en materia de relaciones exteriores, han permanecido en el tiempo, siguiendo el antaño consejo de Marco Fidel Suárez: la importancia de mirar hacia el norte. No obstante, siempre habrá una recomendación que se sincroniza con el mundo globalizado en el que se está y es, en términos de Muñoz, un esfuerzo por ampliar esa mirada.