El capitalismo de compinches y el fantasma del castrochavismo
Cada vez que soplan vientos electorales, reaparece el mito de las posibles políticas que ataquen el buen y libre funcionamiento de los mercados, pero el punto es que los mercados en Colombia no funcionan bien ni libremente, gracias en buena parte a prácti
Por iniciativa del presidente Sebastián Piñera, Chile aprobó la realización de una asamblea nacional para modificar la Constitución. El país fue el primero en adoptar un modelo económico de pleno mercado para impulsar el crecimiento y la modernización. Se esperaba que la competencia indujera a las empresas a mejorar los procesos de producción y reducir los costos e invertir las ganancias. La experiencia de Chile tuvo un gran reconocimiento en los círculos influyentes y los organismos internacionales, y fue imitada por varias naciones de la región. Colombia no fue la excepción.
La iniciativa chilena tuvo un amplio apoyo en las concepciones neoclásicas que preconizaban que la competencia conduce a la máxima producción y eficiencia, y no afecta la equidad. Kuznets, cuarto premio Nobel, sin duda el pensador económico más influyente del siglo XX, fue más allá al sostener que una vez la economía supera los estados del dualismo, la modernidad y el crecimiento reducen la inequidad.
La teoría neoclásica, y en particular la visión de Kuznets, fue controvertida por los hechos. El crecimiento guiado por el mercado favorece al capital y a los grupos medios, pero no llega a los sectores de menores ingresos.
Las condiciones de Colombia son similares a las de Chile. Después de 30 años no se advierten avances nítidos en los índices de pobreza y distribución del ingreso. Colombia se mantiene entre los siete países del mundo con mayores coeficientes de Gini. Los hechos han mostrado en Chile, al igual que en Colombia, que las economías no podían dejarse al arbitrio del mercado.
Piñera fue defensor del gobierno de Pinochet y protagonista central del grupo de Chicago Boys, que introdujeron el modelo neoliberal dentro de la Constitución que venía de Allende.
El cambio de modelo requerido para conciliar la equidad con el crecimiento y la modernidad se puede lograr dentro de un marco de disposiciones económicas y voluntad política que cambien la concepción de la junta del Banco de la República, eleven en forma apreciable la tasa de tributación al patrimonio y en menor grado la de los ingresos altos, racionalicen las tasas de interés y el crédito, modifiquen la estructura comercial y sectorial hacia actividades de mayor complejidad y productividad del trabajo.
Así las cosas, el país quedaría en condiciones de reducir en forma acelerada los índices de pobreza y Gini, a tiempo que la producción y el empleo crezcan por encima de la tendencia histórica.
El concepto inglés de crony capitalism es usualmente traducido al español como capitalismo de compinches o capitalismo de amigotes. Este término alude a un tipo de capitalismo en el que el éxito de los empresarios no se debe al riesgo que asumen y su capacidad de innovación, sino a sus estrechos vínculos con el gobierno, las subvenciones que reciben de este en términos tributarios y unas condiciones convenientes para que los negocios más grandes tengan su rentabilidad garantizada.
La versión colombiana de este esquema la podríamos llamar el capitalismo de parceros, un esquema en el que durante años la puerta giratoria de funcionarios entre gremios y gobierno ha sido una práctica común y poco cuestionada.
Hay ministros TIC que terminan asesorando a las firmas que regulaban meses atrás, funcionarios públicos que vienen de los bancos o miembros del equipo de gobierno que hicieron carrera en gremios de la producción, defendiendo los intereses del comercio, por ejemplo, pero terminan encargados de la política de defensa.
Si bien estas prácticas no son ilegales y suelen presentarse en prácticamente todo lado, las normativas al respecto varían entre países y claramente en Colombia unas normas relativamente laxas han empoderado ese estrecho vinculo entre capital comercial, financiero y poder político.
El crony capitalism se siente cómodo con estructuras de mercado altamente concentradas en los principales conglomerados de un país. Aquí el sector bancario está concentrado en cerca del 70 % en cuatro grandes actores (Bancolombia, Aval, Davivienda y BVVA) y el renglón de las pensiones tiene una concentración de más del 60 % en dos actores (Porvenir y Protección).
Además, en otros sectores empresariales durante muchos años las dinámicas de cartelización y fijación de precios fueron comunes y solo en tiempos recientes, dados los incentivos de delación, se han empezado a ver sanciones contra las incontables prácticas de manipulación de precios que ha habido en productos como cuadernos, pañales, papel higiénico, vigilancia privada y tuberías. Estos ejemplos (que se quedan cortos para ilustrar el tamaño de este lastre) son en parte el resultado de las dinámicas del capitalismo de compinches, que ha sido la norma en las últimas décadas.
En el mundo rural, las realidades del capitalismo de compinches son dramáticas y se pueden ver en la brutal concentración de la propiedad. Carlos Suescún, en su tesis doctoral recientemente defendida en la Universidad de Campinas, en Brasil, muestra cómo en 2014 el índice de Gini en concentración de la propiedad en tierras alcanzaba cifras alrededor del 0,9 en departamentos como Córdoba y Meta, y concluye que por más que ha existido cierto grado de modernización en el campo, la estructura agraria no ha cambiado fundamentalmente y al final se trata de un esquema funcional para el statu quo de los capitalistas rurales colombianos que claramente están en el poder.
¿Qué implica todo esto? ¿Qué tiene que ver el capitalismo de los parceros con el llamado castrochavismo y los temores de intervenciones centrales al mercado?
Los libros básicos de texto de la economía de la corriente principal insisten en la noción del mercado perfecto, bajo los supuestos de la existencia de muchos compradores y vendedores que hacen que ninguno de los actores pueda influir en el precio en un escenario de información perfecta.
Muchos de los políticos locales se han quedado con esta versión de juguete de la economía y es la que defienden constantemente en sus discursos con referencias a las bondades del libre mercado y la competencia, pero pocas veces hablan de la concentración de la tierra, el ingreso y la riqueza, que afectan la democracia y el mercado que tanto les preocupan cuando les toca salir a hacer campaña.
En realidad, sus intereses y sus propuestas en los proyectos de ley son más cercanos a la influencia del lobby y el capitalismo de ami
El miedo debe ser a la permanencia de una estructura de producción, acumulación y distribución estática y acomodada a los intereses de las élites.